¿Somos los profesores también responsables del estado de la enseñanza en España?

A veces nos centramos tanto en defender nuestra profesión docente y nuestro papel como transmisores de la cultura y el conocimiento de sus enemigos externos e internos, que nos olvidamos de que  la situación en la que se encuentra el sistema educativo español en general, y la de los profesores en particular, es también, en parte, culpa nuestra. Se supone que somos uno de los colectivos más preparados cultural e intelectualmente, con más experiencia en la enseñanza y, por tanto, con más autoridad para participar en el debate social y político acerca del sistema educativo actual, sus problemas y sus posibles soluciones. Sin embargo, nosotros mismos nos hemos inhibido de él y hemos decidido tener un papel pasivo y dejar que otros decidan por nosotros sin la menor resistencia, aun a costa de nuestra libertad de cátedra, derecho reconocido en la propia Constitución Española.

Según mi opinión, los motivos por los que esto ocurre se pueden encuadrar en los distintos ámbitos de nuestra profesión, me refiero al terreno personal, a las relaciones con los compañeros, a las relaciones con alumnos y padres,  a los sindicatos y a la administración.  El caso es que nuestra profesión, que siempre se había considerado con respeto y consideración, pero cómoda y tranquila, ha pasado a ser hasta de riesgo en muchos casos, porque, ¿quién no ha tenido algún problema en alguno de estos terrenos? Quizás sea esta situación la que ha hecho que nos hayamos ido acobardando hasta llegar a la total alienación en la que hemos llegado a dar.   Estas son, según mi punto de vista, las situaciones más negativas que se dan en los distintos ámbitos en que nos movemos en nuestro trabajo diario.

Actitud personal

La actitud predominante en la mayoría de los profesores es la pasividad y la falta de implicación en la defensa de su profesión.  No es que no seamos conscientes de los problemas, es que parecemos haber decidido que no somos nosotros los llamados a arreglarlos, nos quejamos, ¡claro que nos quejamos!, muchísimo, incluso demasiado, pero siempre pensamos que no es nuestra responsabilidad sino de los políticos, de los sindicatos, de los padres, de la administración, de la inspección, de las directivas, de cualquiera menos nuestra.

Muchos docentes, además, se han acabado creyendo lo  que nos repiten mil veces, especialmente en secundaria, con respecto a que no estamos preparados   pedagógicamente, que necesitamos formación, que no sabemos evaluar, que necesitamos que nos controlen porque sólo queremos trabajar menos, que no sabemos tratar a nuestros alumnos, etc., y finalmente se ha creado una especie de complejo de inferioridad que lleva a demasiados compañeros a la depresión o a la falta de autoestima, lo que les hace ser fácilmente manipulables. Sin embargo, también se ha demostrado que aún hay esperanza y que somos muchos los que nos rebelamos y nos resistimos a dejarnos avasallar, por ejemplo, con el intento de implantar el Decreto de Calidad que la mayoría rechazamos.

Relaciones entre compañeros

Todos repetimos mil veces que somos el colectivo profesional menos corporativista que existe. La administración siempre ha usado como estrategia contra nosotros el “divide y vencerás”, y lo peor es que siempre ha tenido éxito. Los profesores de Secundaria culpan a los de Primaria del nivel que tienen los alumnos cuando llegan al Instituto; los de Primaria se quejan de que ellos trabajan más y cobran menos que los de Secundaria; los de Formación Profesional se quejan de que ellos no deberían hacer guardias dentro de las aulas de Secundaria; los de Secundaria se quejan de que los de F.P. trabajan menos horas, etc. Este cruce de reproches y acusaciones entre los distintos cuerpos sólo beneficia a los que quieren utilizarnos para sus propios fines.

A un nivel de relación más personal, quizás sea también problemática la falta de estabilidad en las plantillas de los centros, ya que al haber continuos cambios es muy difícil coordinarse y entenderse incluso dentro de los propios departamentos. A veces acabamos criticando a nuestros propios compañeros porque no hacen las cosas como a nosotros nos parece que deberían hacerse, sin recordar que existe algo llamado libertad de cátedra, no sólo para los que tienen Destino Definitivo, sino para todos los profesores. Algo fundamental que también es escaso entre los profesores es el compañerismo, en este sentido, también tenemos tendencia a criticar a nuestros compañeros porque cometen errores o irregularidades, cuando  controlar y sancionar no son funciones de los profesores sino de los directivos. Muchas veces ni siquiera les apoyamos cuando se cometen injusticias contra alguno de ellos, aunque, por suerte, en la mayoría de los casos siempre hay quienes se implican y defienden aquello que creen justo sin importarles las consecuencias.

Relación con los alumnos y sus padres

 En relación con los alumnos, para mí, nuestra principal responsabilidad es el mantenimiento de la disciplina y la valoración del esfuerzo, el trabajo, el interés y, sobre todo, el rendimiento. Si fuéramos capaces de mantener estos principios aun en contra de las tendencias de moda, tarde o temprano los resultados nos darían la razón. Sin embargo, nos hemos dejado llevar por las “modernas” ideas de los nuevos  pedagogos que no han pisado un aula en su vida, y nos hemos dejado comer el terreno por la “libertad” mal entendida, el compadreo con los estudiantes, la “escuela inclusiva”, la “equidad”, las adaptaciones curriculares,  la diversificación,  las competencias básicas, etc., olvidando que toda esta palabrería no es más que un discurso político y “pseudo-pedagógico” que sólo sirve para que  justifiquen su sueldo los que se lo han inventado. Peor aún,  aquellos que intentan mantener estos principios básicos son objeto de crítica e incluso persecución por parte de directivos, inspectores y, a veces, hasta compañeros.

Nuestra responsabilidad llega, además, a no permitir que los estudiantes promocionen sin estar preparados, excepto en lo que obliga la ley, y a no dar títulos a quienes no los merecen. Las excusas no valen aquí,  cuando le damos a un alumno un título, estamos garantizando como profesionales de la enseñanza que posee unos conocimientos determinados en unas materias concretas. Si queremos que se nos respete, esto tiene que ser siempre verdad. Si la Administración pretende que se regalen titulaciones, dejemos que lo hagan ellos y no entremos en su juego.

En cuanto a los padres, siempre criticamos su falta de implicación, y en muchos casos es verdad, pero ésta no debería llegar más allá de educar a sus hijos en cómo deben comportarse en sociedad, ayudarles y controlar que hagan su trabajo en casa y preocuparse porque las condiciones del centro en que pasan tantas horas sean las adecuadas. En estos dos últimos terrenos se debe basar su relación con los profesores y es en los que debemos mantenerles informados y pedir su colaboración. Sin embargo, pocos padres conocen realmente el estado de masificación, la falta de dotación y el mal estado de las aulas en las que sus hijos estudian, y no muchos controlan que hagan sus deberes. Quizás esto también es en parte culpa nuestra.

Sindicatos

La relación de los profesores con sus sindicatos es la historia de un desencuentro constante, nunca han estado a la altura de sus expectativas. Pero tampoco en esto estamos libres de culpa. Si los sindicatos de clase no nos representan, no nos defienden y no nos sentimos identificados con ellos, tenemos sindicatos profesionales. ¿Por qué, entonces, hay una participación tan baja en las elecciones sindicales?  Si nuestras condiciones laborales son cada vez peores y nos quejamos de que nadie nos escucha, ¿por qué no nos asociamos ni participamos en las movilizaciones?

Quizás no nos fiamos de los sindicatos subvencionados que se someten a quien les paga, o nos parece que los profesores liberados que han huido de las aulas no nos representan. Si es así, existe al menos una asociación sindical en Andalucía, Piensa-Volens, que ni acepta subvenciones ni liberaciones totales.

Administración

Somos parte de la Administración Pública, sin embargo, al mismo tiempo, desde hace unos años, es nuestra enemiga. No la administración en sí, sino los políticos que la manejan. Han aprobado leyes, normas y decretos en contra nuestra (la LEA, el decreto de calidad, el ROC), nos han bajado el sueldo, quieren acabar con la libertad de cátedra, crean y utilizan cuerpos e instituciones para controlarnos y someternos (Inspección Educativa, AGAEVE), quieren introducir comisarios políticos en los centros (nuevos directores), quieren terminar con MUFACE, con la jubilación anticipada y con todos los derechos y mejoras que ha costado años conseguir.

Nos quieren amedrentar y lo han conseguido, en la enseñanza hay miedo. Pero es un miedo absurdo que no tiene sentido. Somos funcionarios públicos que realizamos un servicio social importantísimo como es la formación de nuestros jóvenes. Somos personas con una formación superior a la media de cualquier otra profesión, incluyendo por supuesto a los políticos. Tenemos la posibilidad de llegar a muchas personas, alumnos, padres, compañeros, y defender nuestras ideas. En resumen, tenemos precisamente las armas que les gustaría tener a los políticos y que pretenden obligarnos a usar en su beneficio. Nuestro poder está en no dejarnos manipular ni permitir que nuestros alumnos se conviertan en seres fácilmente manipulables por su ignorancia y su falta de sentido crítico, lo que parece ser el fin último de la casta que nos gobierna. Por eso nuestros objetivos deben ser la despolitización de la enseñanza, su profesionalización y conseguir el reconocimiento social de nuestro trabajo.

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Categorías: Diagnósticos

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7 comentarios en “¿Somos los profesores también responsables del estado de la enseñanza en España?”

  1. Manuel L.
    28 septiembre 2011 a 18:34 #

    Buen resumen de la situación de este gremio donde cada uno tenemos una opinión y un diagnóstico sobre los males de la enseñanza, aunque casi nunca coincidente con la del resto de colegas. En lo único que solemos estar de acuerdo es que son otros los culpables del mal estado.

    Si hay algo que me maravilla de los claustros (sobre todo los de secundaria) es que son pequeños microcosmos que reproducen fielmente el macrocosmos la de la sociedad española. No nos falta de nada: políticos, líderes de opinión, aprovechados, parásitos, curritos silenciosos, sabios arrinconados, etc…

  2. E.A
    28 septiembre 2011 a 20:01 #

    Buenas:
    me ha gustado mucho este post . Actualmente estoy estudiando el Máster de profesor de secundaria, bachiller y enseñanza de idiomas y la verdad es que con alguna excepción por suerte en el módulo respectivo a la Psicología y Sociologia educativa nos estamos mentalizando muy mucho de esta nuestra labor con un par de muy buenos docentes. A diario tenemos debates y reflexionamos sobre el perfil a cerca del desarrollo personal de los adolescente,el papel del profesor,el claustro, la formación en valores , los métodos para ayudarles aprender y mil tareas más de las que incluso algunos aspirantes a «profesionalizarse» (a veces parece que sin «vocación «) como profesor me da la sensación que incluso ignoraban. A mí me está animando mucho, pese a todas las críticas sociales que recibe el sector y esa politización. Eso si lo mío estoy pagando,económicamente e invirtiendo horas ; desaprovechado con la otra mitad del profesorado. No sé si alcanzaré una plaza algún día pero desde luego un sector joven de aspirantes , con experiencia en empleos de todo tipo, infravalorados en el que nos exigen funciones de licenciados y nos pagan muy por debajo de esas categorias, (si es que nos pagan) podemos aportar un valor humanístico real muy diferente y heterogeneo al que otras generaciones de profesores han aportado. No tenemos esa experiencia ,pero defiendo que tenemos los pies en la tierra. Sobre el compañerismo si que es cierto que es chocante que en este ámbito en el que hemos de dar ejemplo exista tal competitividad, confrontación y falta de colaboración entre compañeros incluso una vez alcanzado el «puesto»…pero en todas partes cuecen habas y rodearse de gente positiva y no otros intereses, es lo que impulsa el avance. El apoyo entre compañeros es fundamental y el control e inspección laboral hasta obligatorio. Algo de miedo me da , porque los toros no se ven igual desde dentro que desde la barrera…

    • Francisco Javier
      29 septiembre 2011 a 15:48 #

      Lo que cuentas es terrible. Respecto a las plazas para el futuro, tal como está el panorama,….En fin, que lo vais a tener difícil.

  3. Francisco Javier
    29 septiembre 2011 a 15:56 #

    Estupendo artículo, Begoña. Yo tengo cierta esperanza en que los acontecimientos en Madrid y otras Comunidades acaben por impulsar una cierta toma de conciencia del profesorado y que surja algo. Lo ideal sería lograr una unidad, que se materializase en un organismo con base en el profesorado, sin la mediación de los sindicatos. Pero es tan sólo una leve esperanza, pura ilusión.

  4. Ana
    30 septiembre 2011 a 20:53 #

    La LOGSE-LOE es la auténtica responsable de la situación de la enseñanza en España. Jamás habíamos tenido institutos con tal nivel de indisciplina y falta de esfuerzo, incluído Bachillerato. Cada año aprobamos a más gandules maleducados y los enviamos a la Universidad, para que el germen se extienda más allá de los institutos, esas guaderías-prisión sin función docente alguna. No sé cómo a la triada González-Rubalcaba- Zapatero, que salía hoy en TV, no se le cae la cara de vergüenza. Le han hecho un daño irreparable a la Educación Pública de este país. El profesorado tiene bastante con salir indemne cada día de ese sitio al que va a ¿trabajar?.

  5. Ana Belén
    2 octubre 2011 a 16:01 #

    Un artículo estupendo. A la pregunta que plantea su título mi respuesta es sí. Los profesores somos culpables de no rebelarnos y no plantar cara a los cada vez más frecuentes atropellos por parte de la administración. Pero sin duda el ataque más salvaje, que no atropello, contra la educación pública se cometió en el año 1990, la LOGSE, hoy LOE. Siempre que tengo la oportunidad de hablar con compañeros que estaban en la enseñanza en aquel momento les hago la misma pregunta: ¿por qué se permitió la implantación de dicha ley sin resistencia alguna? ¿por qué el profesorado no se echó a la calle en masa para, al menos, dejar constancia de su desacuerdo? Yo no puedo creer que no se pudiera hacer nada. Las respuestas a mis preguntas sobre esto siempre son las mismas: que entró mucha gente a trabajar y que los centros recibieron mucho dinero, entre otras, pero nada concreto, en mi opinión. Por otra parte, yo hablo de este tema casi a diario con mis compañeros, tanto que debo de parecer un disco rayado, pero el caso es que todo el mundo, salvo raras excepciones, está de acuerdo en que esta situación es una calamidad y que va a ir a peor, que ya no estamos para enseñar ni nada que se le parezca sino para entretener a toda esa masa de jóvenes a los que espera un futuro de lo más negro, pero que no se puede hacer nada y que hay que comer a fin de mes. ¿Y ya está? ¿no sería responsabilidad nuestra hacer valer nuestro trabajo ante la sociedad, una sociedad que no tiene ni idea de cómo están las cosas en realidad ni en qué consiste exactamente esa nefasta ley? ¿no deberíamos echarnos a la calle organizándonos de alguna manera? ¿no hay vida más allá de los sindicatos mayoritarios? Quizá a mucha gente le parezca una locura, pero creo que si existiera una unión en el colectivo, que por supuesto no existe y que es nuestro talón de Aquiles, si hiciéramos una huelga en masa, indefinida, vaya si obligaríamos a los políticos a cambiar la situación, o al menos a escucharnos. Un saludo.

    • Francisco Javier
      2 octubre 2011 a 16:59 #

      Con los profesores de larga experiencia que he podido hablar, algunos ya a punto de jubilarse, no hay ni uno solo que te diga que el cambio fue a mejor y todos coinciden en afirmar la calamidad que supuso la LOGSE. No me extraña nada, ya que muchos de esos profesores fueron mis profesores y conozco perfectamente como funcionaban los institutos de antes de la LOGSE (cuando estaban para preparar para una enseñanza superior y los alumnos sabían que justamente para eso estaban allí.) Respecto a por qué no hicieron nada, por qué soportaron la humillación,…. Lo único que se me ocurre es que el shock fue de tales dimensiones que quedaron noqueados en el primer asalto contra los Jonathan y las Jennifer que arreciaban por las aulas. A partir de entonces, la inmensa mayoría puso la directa hacia su jubilación con la enorme suerte de que la gran mayoría de ellos pudo acogerse a la jubilación anticipada y librarse del colapso del famoso «Estado de Bienestar» de Hispanistán.

      Un saludo, Ana Belén.

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