Del fin de la profesión educativa (LODE. 25 Aniversario)


José Penalva

La historia de la participación de los padres en la escuela se remonta al Plan de Escuelas de 1825, donde se reconoce el derecho de los padres a participar en la vida de las escuelas, siempre que no intervengan en cuestiones académicas. El giro radical ocurre con la LODE (1985): el Consejo Escolar (integrado por padres, alumnos y otros sectores educativos) se convierte en el verdadero órgano de gobierno. De este modo, y por primera vez, miembros no profesionales de la educación intervienen en la definición de directrices técnicas y académicas. La Lode se presenta como una interpretación de la Constitución:

«Los profesores, los padres y, en su caso, los alumnos intervendrán en el control y gestión de los centros sostenidos por la Administración con fondos públicos» (art. 27.7). Así, pues, conceptualmente, esa “intervención” es interpretada como “participación pluralista comunitaria”.

Atendiendo al contexto histórico, los autores intelectuales de esa ley tenían la intención expresa de romper con los residuos de la dictadura y acusaban al gobierno saliente por su incapacidad de presentar un nuevo modelo de sociedad. Con la Lode, afirmaban, nuestra sociedad iba a entrar en el recto camino de la democracia —de hecho, en el preámbulo de la ley se criticaba abiertamente la ley del gobierno anterior (LOECE 1980) por no desarrollar el auténtico espíritu democrático del artículo 27 de la Constitución—. Ahora bien, los departamentos de pedagogía a la sazón —cubiertos en su mayoría por maestros de primaria, desertores de la tiza y con carné— veían a los profesores y catedráticos de Bachillerato como residuos del autoritarismo de la dictadura. De ese modo se unificaron los cuerpos, se bajó el nivel de catedráticos al de los maestros y, así, por ejemplo, como recuerda M. Ruiz Paz, «en la actualidad disfrutan de la condición de catedrático profesores que no son licenciados y que en algunas ocasiones no han cursado el bachillerato» (2003).

Por tanto, la Lode emana de un impulso beligerante contra el profesor. De ahí que, desde los inicios de la reforma, los pedagogos áulicos la hayan emprendido sin piedad contra la condición profesional del profesor, rebajando más y más el nivel profesional docente. Como recuerda D. Gregorio Salvador, vice-director de la RAE, a propósito de una especie de profesor ya extinta:

«Digo simplemente que he sentido siempre orgullo de pertenecer a un cuerpo docente al que pertenecieron, por ejemplo, Antonio Machado o Gerardo Diego y nueve de mis actuales compañeros de la Real Academia Española: Rafael Lapesa, Alonso Zamora Vicente, Manuel Seco, Emilio Lorenzo, Rafael Alvarado, Valentín García Yebra, Francisco Rodríguez Adrados, Emilio Lledó y el propio director, Victor García de la Concha, hasta hace poco más de dos años, antes de que fallecieran Emilio Alarcos y Gonzalo Torrente Ballester.» (2004)

Así, pues, la participación escolar made-in-Lode ha ido en detrimento de la profesión docente. Ahora bien, si de consensos se trata, hay que tener presente que a nivel internacional en política educativa existe un amplio consenso en dos ideas: primero, el aumento en la calidad de la enseñanza se genera en la medida en que el Centro escolar se convierte en una estructura de conocimiento; y, segundo, el agente fundamental de tal estructura es el profesor. Dicho con otras palabras, el éxito y la calidad de una escuela reside fundamentalmente en la calidad profesional de los profesores.

En consecuencia, deberíamos plantear que la participación social en Educación no debería invadir el terreno propio de la acción educativa del profesor (igual que la participación social en Sanidad no debería interferir en la acción médica del cirujano). En suma, la participación social en cualquier institución no debería ir en detrimento de los profesionales de dicha institución. Es más, una institución ofrece mejores servicios a la sociedad en la medida en que sus profesionales son más excelentes. Por eso es muy cuestionable la interpretación que la Lode hace del artículo 27.7 de la Constitución.

En virtud de la Lode, miembros no profesionales de la educación intervienen (co-dirigen) la definición de directrices académicas. Los profesores se mostraron desde el inicio reacios, con el agravante de que la representatividad de estos padres oscila entre el 4% y el 14 % del total. Además, ¿es jurídicamente aceptable que unas personas puedan tomar decisiones no ya sólo sobre lo que desconocen, sino sobre unos temas de los que están exentos de cualquier responsabilidad? De los errores de las decisiones escolares de esos participantes, ¿quién responde?

 

No hay participación sin criterios públicos

En democracica, la sociedad debe ejercer el control social sobre el sistema educativo, igual que sobre cualquier otra institución pública (Sanidad, Justicia,…). Pero hay que tener presente que no existe auténtica participación social sin criterios públicos sólidos. Así, por ejemplo, para que existan criterios públicos sobre la educación, se requiere, primero, publicidad: conocer los resultados del sistema educativo, cuánto dinero se invierte en la educación y cómo, qué se enseña en cara Región y porqué, cómo influyen las editoriales, etc. Sin publicidad (principio democrático elemental) la discusión pública es mera ilusión. Segundo, habría que demarcar el terreno y los objetivos de las instituciones. La escuela no puede ser la panacea universal en lo relativo a los problemas sociales. Por tanto, habría que hacer un esfuerzo social y político por reclamar a otras instancias públicas que cumplan con su responsabilidad social. Tercero, tomar conciencia de que la institución escolar no puede funcionar si el resto de instituciones (en especial, la Justicia,…) no funcionan; y es un hecho que las instituciones en España no funcionan. Cuarto,… Y, dentro de ese marco de criterios, definir la participación escolar e, igualmente, delimitar el ámbito profesional de la institución escolar: ¿qué objetivo tiene tal actividad profesional?, ¿qué alcance social; es decir, qué puede solucionar y qué no?, etc.

Yo sugiero que la participación de los padres, en vez de ir dirigida hacia y contra el profesor, podría tener como objetivo el fomento de:

•    Los criterios sólidos para el debate público en materia educativa.
•    Reivindicar la responsabilidad social y educativa de otras instituciones públicas. (Y no sólo la de eso que se ha venido en llamar ONG´s).
•    Dar ejemplo en lo relativo a la responsabilidad social y educativa de la familia. Porque, ¿la responsabilidad educativa de los padres se ejerce sólo reclamando la responsabilidad del profesor en la educación? ¿No son los padres también responsables del proceso educativo de su hijo en la familia?
•    Ayudar a sanear el resto de instituciones públicas, muy especialmente la Justicia, o los partidos políticos.
•    Etc.

Quizá fuera oportuno abrir las miras. El abanico de posibilidades para la participación escolar es muy amplio. En conclusión, para que exista auténtica participación social es necesario poner empeño en establecer unos criterios de discusión pública. Sin esos criterios no es posible saber a qué atenerse, y el control lo seguirían ejerciendo las fuerzas establecidas. Y quien más perdería: la eficacia de las instituciones.

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Categorías: Diagnósticos, Soluciones

Autor:José Penalva

José Penalva es profesor de la Universidad de Murcia y profesor visitante en la Universidad de Cambridge (GB).

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34 comentarios en “Del fin de la profesión educativa (LODE. 25 Aniversario)”

  1. Ana Belén
    21 enero 2011 a 10:29 #

    Hola!

    nunca entenderé el porqué de esa inquina hacia la figura del profesor. Ojalá volvieran los tiempos de aquellos Catedráticos de enseñanza media, como los mencionados en el artículo. La eliminación de dicho cuerpo y el comienzo del fin de una enseñanza de calidad fue todo uno. Imagino que los motivos de querer acabar con la figura del profesor de verdad obedecieron, comos siempre, a intereses políticos. En cuanto a la participación en la vida académica de agentes externos no es más que otra cortina de humo, aparentar que participan en la formación de sus hijos cuando no saben de la misa la mitad. Por supuesto que está bien que tengan voz, pero como acertadamente se explica en el artículo, esa voz debería ir por otros derroteros, sobre todo a contribuir a que el actual y calamitoso estado de cosas cambie. Por el bien de todos.
    Por una reforma real y verdadera del sistema educativo en España!
    Saludos a todos los deseducados.

    • Jesús San Martín
      21 enero 2011 a 12:50 #

      Hola Ana. Observa que la Filosofía en España se hace en los institutos, donde trabajan los filósofos que publican ensayos. Salvo casos particulares de la universidad, el fermento está en instituto, y bien bonita la frase de D. Gregorio Salvador, que nos trae Penalva. Siendo esta la tradición, normal es que los bárbaros quieran acabar con ella: no quieren que el espejo les muestre su mediocridad e incompetencia, teniendo como máximo exponente el desgobierno actual, que Ana nos menciona en su post de debajo. Pero no ya sólo desgobierno, sino de desfachatez, como esa ministra que recriminó al secretario de estado llevar el portátil porque así no podía transportarle sus compras, o la secretaria de estado, que frente a los técnicos de la administración central, y estando presente el ingeniero que más sabía de tema, dijo: “yo de esto no entiendo”, y la que quería viajar de incógnito y sufrió lo que todos sufrimos (cuando te meten al cuarto para dejarte en pieles) al pasar la frontera de EEUU y que no quiere que se sepa. ¡Qué la universidad es un mundo muy pequeño! Y en ella se forman los ingenieros que después son técnicos de la administración central.
      Saludos.

    • Sara Lee
      21 enero 2011 a 16:13 #

      ¿Porque en España hay mucho gañán envidioso que practica aquello del «desprecia cuanto ignoras»?

      ¿Tal vez?

    • Sara Lee
      21 enero 2011 a 16:16 #

      Mi respuesta era para Ana Belén.

      Saludos.

  2. Ana Cuesta
    21 enero 2011 a 10:48 #

    La misma inquina contra los profesores y contra los cuerpos docentes con prestigio es la que existe en general en buena parte de la clase política contra todo lo que sea destacar, brillar o, simplemente, trabajar con un mínimo de rigor y exigencia intelectual.

    La trivialización de la profesionalidad docente, al dejarla en parte en manos de no profesionales, está en idéntica línea del desprecio a los principios de mérito y capacidad que ha alcanzado con el presidente Zapatero y sus inefables nombramientos el nivel del paroxismo y la hipérbole más desenfadada y esperpéntica.

    Que el profesor está despreciado y marginado en los ámbitos oficiales lo demuestran el hecho de que todos los informes, evaluaciones, proyectos, normas, discursos, decisiones y análisis que se hagan sobre la enseñanza en llas distintas administraciones públicas tienen un denominador común. Son sindicalistas liberados desde hace mucho tiempo, inspectores, pedagogos burócratas, políticos, pseudoexpertos, federaciones de asociaciones de madres y padres, administradores, sociólogos, psicólogos, etc. Nunca profesores en activo. El profesor en activo no interesa, su opinión no cuenta, su punto de vista no existe, su experiencia se ignora.

    El profesor es el convidado de piedra de la educación, en lo que a decisiones y análisis oficiales se refiere. Sus representantes no lo son de verdad, por lo general. En estas décadas de destrozos educativos (por emplear la adecuada expresión de Gregorio Salvador) son muchos los que han perdido las ganas, la ilusión, pese a que también son notables y meritorios los que han resistido contra viento y marea. Pero lo que es indiscutible es que el profesor ha perdido protagonismo y a nadie en las altas esferas le interesa lo más mínimo. Por este motivo, es indispensable que se recupere el papel del docente, mal que les pese a los que entiendan que cuestionar las reformas educativas que nos han llevado al hoyo sea nostálgico, retrógrado, segregador, carca, corporativista, clasista y cualquier otro epíteto que los especialistas en agitación y propaganda tienen preparados para cuando se critique la vacuidad e inanidad de sus deplorables políticas educativas.

    • José Miguel
      21 enero 2011 a 16:12 #

      Tiene toda la razón Ana. Pero a ello se suma que el propio profesorado ha asumido su papel secundario, asiste a cursos de «disrupción», «mediación», «habilidades creativas»… participa ¡voluntariamente! en estos montajes de los que viven precisamente toda la plantilla de psicopedagogos, confiados aquellos en que les aportarán sólidos recursos para desenvolverse en su trabajo diario. Nadie les planta cara, directa, en el propio terreno, ponerles en aprietos.

      • 21 enero 2011 a 16:42 #

        «¡Voluntariamente!»; geial adverbio y más geniales aún signos de admiración. Si nosotros mismos aceptamos el dogal con mansedumbre…

  3. Juan
    21 enero 2011 a 12:23 #

    Totalmente de acuerdo.
    La participación de los padres en la escuela no debe confundirse con intervención en la gestión. Participación de los padres como colaboración donde, para, como y cuando se le pida. Yo llevo años diciéndolo. Lo que sucede con la intromisión de los padres en educación sería inadmisible en cualquier otra esfera profesional.

    Saludos

  4. Francisco Javier
    21 enero 2011 a 12:29 #

    Un artículo lleno de sensatez, de mesura, riguroso, constructivo y valiente. Lo lamentable es que por el momento no parece haber ningún empeño por parte de quienes ostentan el poder (ni de la «oposición») de establece esos criterios (racionales) de discusión pública que menciona el profesor José Penalva. El único empeño es, por el contrario, el de eternizar lo que todos conocemos. Tal ha sido el caso del gracias a Dios fracasado «Pacto» del Señor Gabilondo, cuya intención oculta no era otra sino blindar el Sistema de por vida, esto es: de por muerte.

  5. Maximiliano Bernabé Guerrero
    21 enero 2011 a 12:50 #

    Un gran artículo, ya es hora de que hablemos de la LODE, y de aquel siniestro ministerio Maravall. Yo creo que el principio que subyace en la creación de los consejos escolares es el «sovietismo». Soviet significa eso, consejo. «Sovietismo» de la Señorita Pepis, pero de la misma raíz. En la URSS, desde 1918 a cada institución le plantaron su consejo, que debía controlar todo, y en el que supuestamente tenían cabida todos los interesados, administrados, etc. Sólo supuestamente, en la práctica acabaron quedando en algo decorativo. Trotski, ya en 1918 suprimió los soviets del ejército y restableció la vieja estructura jerárquica. Y en la enseñanza, pues pocos sistemas acabaron siendo tan meritocráticos como el ruso.
    Y en España fuimos más papistas que el Papa. Aquellos lectores de las tapas de «El Capital» y «El Estado y la Revolución» en los 60, cuando llegaron al poder en 1982 decidieron hacer su revolucioncilla. Como no les quedaba más campo. pues la hicieron en la enseñanza.
    Y saliéndome un poco por la tangente, digo yo. Ya puestos, ¿Por qué no nos dejan participar a los administrados en la gestión de las delegaciones de hacienda o de tráfico, por poner un ejemplo? Ah, porque eso son cosas serias, y la enseñanza, se asume que no lo es.

  6. Jesús San Martín
    21 enero 2011 a 13:17 #

    Es el colmo, José, que a la gente haya que recordarle lo que preguntas “¿es jurídicamente aceptable que unas personas puedan tomar decisiones no ya sólo sobre lo que desconocen, sino sobre unos temas de los que están exentos de cualquier responsabilidad?”. Evidentemente esta absurda circunstancia, que se desmonta imaginando al paciente dando indicaciones al cirujano, es posible gracias a la acción de un grupo de mamarrachos descerebrados, con unas capacidades, todo hay que decirlo, parejas a quienes los nombran.
    Un buen artículo.
    Saludos

    • José Miguel
      21 enero 2011 a 15:55 #

      Creo que la pregunta habría que plantearla de modo más preciso: «¿es jurídicamente aceptable que unas personas sin titulación académica oficial o sin especialización profesional alguna puedan tomar decisiones sobre la organización de instituciones oficiales académicas de carácter público estatal? Es decir ¿puede cualquier sujeto indocto decidir sobre la organización de un centro de enseñanza y equipararse a quienes han preparado arduas y largas oposiciones oficialmente regladas para la actividad profesional en ese mismo centro de enseñanza? ¿Ello no supone una discriminación escandalosamente injusta entre los propios ciudadanos, al igualar a los que tiene méritos con los que no los tienen? Lo digo porque a la pregunta de José Peñalva, así formulada «¿es jurídicamente aceptable que unas personas puedan tomar decisiones no ya sólo sobre lo que desconocen, sino sobre unos temas de los que están exentos de cualquier responsabilidad?”, es obligado contestar que sí: en eso se basa precisamente la democracia; porque ¿no pensarán que el voto «democrático» es una decisión a la que se acompaña el perfecto conocimiento de lo que se vota?
      Por lo demás, totalmente de acuerdo con el sentido del escrito de José Peñalva.

  7. Una madre cualquiera
    21 enero 2011 a 13:24 #

    Me sorprende tanta parafernalia y retorica del lenguaje cuando, en realidad, de lo que os estais quejando es la falta de autoridad por parte de los profesores en la educación. Sin ánimo de ofender, cuando yo era niña (en tiempos de postguerra) muchos de vuestro gremio enseñaban de una forma «peculiar» y alegaban eso de que -La letra con sangre entra. Lo que quiero decir es que las madres como yo estamos desengañadas de este gremio precisamente por eso y no queremos que nuestros hijos sean educados de la misma forma. Por supuestisimo no quiero decir que los profesores del siglo XXI utilicen estos métodos. Pero lo que muchos/as de nosotros no queremos es mantenernos al margen de lo que pase en el colegio donde nuestros chicos pasan cinco horas al día, ya que al fin y al cabo nosotros educaremos a nuestros hijos toda la vida mientras que ustedes un año o dos. Y no creo que esté tan mal cuestionar algunas de las acciones de los profesores porque, al igual que todos nosotros, no son perfectos.
    Tampoco apoyo a la gente que critica cualquier cosa que el profesor hace o enseña ni a aquellas personas que cuando su hijo llega a casa con mas suspensos que aprobados la emprenden con el profesor en vez de con el hijo.
    En definitiva, creo que arrimando el hombro ambas partes podríamos coseguir mejorar la situación de la educación en España.

    Un saludo! y no sean muy duros conmigo.

    • Jesús San Martín
      21 enero 2011 a 14:35 #

      No le vamos a poner de rodillas, de cara a la pared, los brazos en cruz y con un libro en cada mano, eso son sandeces de la estupidez que nos rodea; no es la única, también nos fuerzan a utilizar “muchos/as” como hace usted en su post, pero si siguiera esa regla el resultado lo tiene debajo, donde yo he completado su post siguiendo la regla. ¡Absurdo! ¿Verdad?

      Su opinión es que la educación mejoraría si todos arrimáramos el hombro ¿Opina, como muestran las estadísticas, que la calidad de la educación ha decaído? Si es así ¿desde cuándo? ¿Encuentra alguna relación entre lo que dice defender y las consecuencias negativas?

      ¿Cree que los profesores piden autoridad para pegar a los alumnos? Si es así debe ponerlo en conocimiento del juez, porque es su obligación como ciudadano ante un delito. En caso contrario, estarían pidiendo la autoridad adecuada a su responsabilidad, necesaria para “ese arrimar el hombro que usted reclama”

      Cuando alguien no entiende algo puede decir que es basura, pero es incomprensión. El artículo de José Penalva es un proceso discursivo, con un planteamiento histórico, con la finalidad de razonar su derecho como madre (el que usted está pidiendo) a intervenir en la educación de su hijo, y el artículo, también fundamenta que el maestro pueda hacer su trabajo “arrimar el hombro”. Pero en ningún momento el artículo es retórico, ni adornado con parafernalia: es muy directo.

      Usted va a estar con su hijo toda la vida, nosotros dos años, y el cirujano un solo día ¿También le dice como llevar su profesión?

      Cuando usted se vaya de este mundo, su hijo seguirá aquí. Su futuro dependerá, en gran medida, de ese gremio de maestros: si quiere flores riéguelas, si se pisan no florecen, pero el fruto de esas flores los recogerá su hijo, la decisión es suya. Usted puede entorpecer la labor del profesor, al tiempo que arruina la vida de su hijo.

      Un placer tener a los padres por aquí. Los rifirrafes son inevitables, especialmente las primeras visitas, hasta que se puede matizar la postura personal.

      Dejo debajo su mensaje transformado. No es para meterme con usted, sino para darle caña a la PIBA. Ya sabrá quién es, porque es muy querida, especialmente por Raus y por mí.

      *****
      Me sorprende tanta parafernalia y retórica del lenguaje cuando, en realidad, de lo que os estáis quejando es la falta de autoridad por parte de los/LAS profesores/AS en la educación. Sin ánimo de ofender, cuando yo era niña (en tiempos de postguerra) muchos/AS de vuestro gremio enseñaban de una forma “peculiar” y alegaban eso de que -La letra con sangre entra. Lo que quiero decir es que las madres como yo estamos desengañadas de este gremio precisamente por eso y no queremos que nuestros/AS hijos/AS sean educados/AS de la misma forma. Por supuestísimo, no quiero decir que los/AS profesores/AS del siglo XXI utilicen estos métodos. Pero lo que muchos/as de nosotros/AS no queremos es mantenernos al margen de lo que pase en el colegio donde nuestros/AS chicos/AS pasan cinco horas al día, ya que al fin y al cabo nosotros/AS educaremos a nuestros/AS hijos/AS toda la vida mientras que ustedes un año o dos. Y no creo que esté tan mal cuestionar algunas de las acciones de los/AS profesores/AS porque, al igual que todos/AS nosotros/AS, no son perfectos/AS.
      Tampoco apoyo a la gente que critica cualquier cosa que el/LA profesor/A hace o enseña ni a aquellas personas que cuando su hijo/A llega a casa con más suspensos que aprobados la emprenden con el/LA profesor/A en vez de con el/LA hijo/A.
      En definitiva, creo que arrimando el hombro ambas partes podríamos conseguir mejorar la situación de la educación en España.
      Un saludo! y no sean muy duros/AS conmigo.

    • Polícrates
      21 enero 2011 a 15:29 #

      Mi más sincera enhorabuena Una madre cualquiera. ¡Una niña de la posguerra con hijos en edad escolar! Cúidese mucho y manténgase apartada de los focos infecciosos no sea que le abandonen las fuerzas al cumplir los ochenta dejando huérfanos o desatendidos a sus jóvenes retoños.

      Troll, troll, troll.

      P.D.: A punto he estado de plantarle una respuesta seria pero de pronto me ha cambiado la idea.

    • Francisco Javier
      21 enero 2011 a 22:42 #

      A mi no me parece que este artículo sea retórico, ni tenga parafernalia. Es bastante claro, coherente, preciso y en su brevedad denso de ideas, de reflexión. Aquí nadie ha defendido en ningún momento la violencia en las aulas. Lo que Usted no creo que comprenda del todo es que este sistema, del cual sus hijos son víctimas, no funciona bien. Por ponerle un ejemplo, Usted habla de la pérdida de autoridad, algo de lo que nuchos docentes se quejan y con razón. Es cierto: el docente ha visto con el paso de los años a partir de la LODE (como muy bien nos ilustra este artículo) como su autoridad mermaba, era cuestionada sistemáticamente. Y con la pérdida de de autoridad, vino la falta de reconocimiento y la falta de respeto (de las Administraciones, de los agentes sociales, de los poderes educativos, de los padres y, por supuesto, de los alumnos. Más de uno se alegrará pensando eso de «que se jodan estos maestrillos, que demasiado bien han vivido durante años.» El problema es que, en efecto, el docente se jode, se desanima, tira la toalla y termina, asqueado, por dedicar lo que le queda de fuerzas a la ardua tarea de sobrevivir . Pero en esa jodienda, lo que sucede es que no sólo se jode el docente, sino que lo que se jode es todo, empezando por el propio alumno, de cuya educación dependerá en gran medida su futuro. ¿No le parece? Si una madre lleva al médico a su hijo por que padece una enfermedad seria, se presupone que confiará en la autoridad del médico y que seguirá sus indicaciones, pues si la sociedad no pensase así, tendríamos un sistema sanitario enfermo, carente de sentido. En la educación no es este el caso y por eso está enferma y es un desastre. Por supuesto, lleva Usted razón en que los padres tienen todo el derecho del mundo a ser informados, a colaborar y a participar de forma constructiva en el bien de la educación. ¡Pero déjennos hacer nuestro trabajo!

  8. Borja Contreras
    21 enero 2011 a 15:27 #

    Un enlace interesante al blog de la Sociedad de Filosofía de la Provincia de Alicante en el que se expone y comenta con acierto la última vuelta de tuerca en este proceso de descapitalización científica de la docencia en la paupérrima y casi inexistente Enseñanza Media: http://www.sfpa.es/blog/?p=249

    • 22 enero 2011 a 0:25 #

      Borja, lo que dice el enlace me parece ya la desfachatez más grande que cupiera imaginar. Pérez Reverte dice que en este país ya no cabe ni un tonto más. Pues en el Ministerio lo que no debe de entrar es ni un solo bellaco más, porque el edificio reventaría. ¡Se necesita ser sinvergüenza! ¡Y la Universidad callada como un zorrón!

  9. 21 enero 2011 a 16:11 #

    Este artículo, junto con «La jibarización del profesor» nos recuerda qué es lo que estamos sufriendo en la profesión: una degradación de los docentes. La LODE, que en principio no tocaba la estructura del sistema educativo y tenía como objeto evitar los abusos de la privada subvencionada y «democratizar» la enseñanza, ha sido una ley fallida y con consecuencias negativas para el sistema educativo público.

    Dos errores de bulto trajo este experimento, de los que vamos a tardarnos en reponer -si es que nos reponemos alguna vez-: «la comunidad escolar» y los «conciertos educativos». Mediante la primera, al instaurar la «paridad» entre los representantes de los profesores y los alumnos, se rompe la lógica disimetría entre funciones inversas. Además, es la primera intromisión nefasta de los padres en tareas, competencias y atribuciones que no les son propias y supone una continua desautorización del profesor y una fiscalización de alguien, que como muy bien dice Penalva, ni es profesional de la enseñanza ni es responsable de sus actos. De los conciertos educativos ya se ha hablado mucho en el blog. Lo que se puede decir es que han servido para eternizar el trasvase de fondos de los contribuyentes a la enseñanza religiosa. Y para reforzar un sistema dual, en el que la pública es subsidiaria de la privada.

    Si a estos hechos añadimos dos años más de subvenciones (que se los regalaron al extender la enseñanza obligatoria, concertada y comprensiva a los 16 años) y una absoluta falta de inspección y control de los criterios de admisión, expulsión y selección socieconómica y sociocultural de los alumnos por parte de los centros privados concertados, tenemos el tétrico panorama de la escuela pública actual.

    No hay en la autodenominada izquierda educativa voces de autocrítica y de ser conscientes de que los esquemas de asambleas de facultad llevados al BOE han alumbrado el infame bodrio que hoy sufrimos. Apenas hay entre los que nos condukeron por derroteros tan nefastos un mínimo atisbo de lucidez y de honradez intelectual. Falta un “no es esto” o “no era esto” que sólo a muy pocos se lo he oído, siempre en privado. Y no hay dentro de los representantes oficiales del profesorado quien reclame las competencias y atribuciones profesionales perdidas. Reivindicar que se devuelva lo que en su día se despojó sólo desde la manipulación del lenguaje puede calificarse de nostalgia y de reaccionarismo.

    El profe actual se puede conformar con su cómodo estatus funcionarial -pese al deterioro cada vez mayor- y seguir en la atonía, en la resignación o en el fatalismo. Pero la profesión docente requiere que haya quien, como muy bien expone Penalva, reclame como signo de identidad de la condición de profesor un papel que le han negado quienes desde el BOE llevan dejando al docente a la condición de un segundón dentro de su propio quehacer, lo cual no deja de ser un impresentable contrasentido.

    • Francisco Javier
      21 enero 2011 a 22:50 #

      Estupendo lo que dices y como lo dices. Un saludo, Mariano.

      • 22 enero 2011 a 0:27 #

        Estoy completamente de acuerdo.

  10. 21 enero 2011 a 16:16 #

    Fe de errores: donde dice «dejando» quería decir «relegando».

  11. 21 enero 2011 a 16:44 #

    Debe de ser muy amargo acudir cada día a un trabajo en el que no pintas nada, eres el último mono, el «convidado de piedra»; un trabajo en que todos opinan y deciden, todos menos tú. ¿Cómo puede haber alguien capaz de semejante masoquismo? Si vas a poner las notas, tendrás a un superior diciéndote lo que has de firmar, si haces evaluación, habrá alguien que te hará perder el tiempo desviando el tema; si haces tutoría de padres, estos te dirán lo que has de hacer en tus clases; si perteneces al Consejo Escolar, otros decidirán por ti. ¡Qué pena me das, amigo maestro! ¿Pensaste en algún momento en dedicarte a la banca, a la pirotecnia o el funambulismo? En cualquier profesión, con tu sapiencia, habrías ascendido vertiginosamente, tu trabajo sería relajado y fructífero, ganarías muchísimo más y nadie te diría lo que has de hacer.
    Si entraste aquí por error, te invito a que:
    1.- En tutoría, en la primera tutoría de curso, les digas a los padres lo que es tarea tuya y lo que es tarea suya, y que no vas a consentir que nadie se exceda en sus funciones. Es muy fácil y da muy buenos resultados, te lo aseguro.
    2.- Si alguien te presiona a firmar lo que no debes, plantéate no hacerlo. Evitarás horarios complicados, aprobados injustos…Con el tiempo, padres, alumnos e incluso compañeros, te lo agradecerán.
    3.- Medites sobre cuál es la función de cada uno en los órganos de gobierno del centro. En mi centro, los representantes del Consejo Escolar que no son profesores, opinan sobre asuntos que no son explícitamente académicos, entre otras cosas porque sus argumentos son fácilmente rebatibles. Y si no fuera así, tendríamos que plantearnos por qué estamos ahí.
    Que alguien tenga voz y voto en una colectividad no significa que, gratuitamente, pueda cambiar el ritmo del mundo. Yo puedo opinar en mi comunidad de vecinos, pero jamás se me ocurrirá hacerlo sobre el tipo de cemento que se pondrá en una acera, prefiero que se equivoquen los profesionales. En un caso extremo, podríamos ponernos de acuerdo la mitad más uno para que se ponga hormigón X; en ese supuesto, si sale mal la obra, como es muy probable, en el pecado llevaremos la penitencia. El personal no es tan tonto, y nosotros tampoco como para dejarles que entren en nuestro terreno. El día que yo me atreva a decirle a mi mecánico de qué modo ha de arreglar mi coche y qué piezas ha de cambiar, además de disponerme a pagar una factura importante, me estaré jugando el tipo. Mi mecánico es sensato, no dejará que lo haga.
    La figura del profesor, según leo en muchos foros, está bajo mínimos, pero ¿qué hemos hecho, qué estamos haciendo, los profesores para que así no sea? Esa es la cuestión y no pasarnos la vida lamentándonos de leyes, políticos, jefes y jefecillos, padres, madres y demás familia que, como no seamos nosotros quienes decidamos lo que queremos, acabarán rezando una oración por nuestra alma.

    • José Miguel
      21 enero 2011 a 17:30 #

      En esto le doy toda la razón. Mi experiencia personal, aunque, ya sé, es insignificante, concluye que los colegas dejan bastante que desear en ese aspecto, es más, hasta se convierten en los propios «enemigos» de uno. El servilismo está muy extendido, no en vano, da réditos en forma de horarios cómodos, reducción horaria, carguitos de coordinadorcete de planes a mil leguas del aula… en fin, para qué contar… la carne es débil.

      • Polícrates
        21 enero 2011 a 17:40 #

        Y no hablemos de los horarios de 9 de la mañana a 9 de la noche perfectamente legales amparándose en «las necesidades del centro». Siempre se puede interponer algún que otro recurso y, con suerte, ganar la mano. Eso sí, pasar el curso jodido nadie te lo quita.

        Ver para creer.

    • 22 enero 2011 a 10:38 #

      Veo que el señor Alonxo sigue sin entender nada. Una cosa es el trabajo individual de cada profesor, que sigue siendo en el caso de los que resisten y no se doblegan, un trabajo digno. Y otra la consideración oficial y el concepto que los que mandan tienen del papel del profesor.

      Lo que procede hacer, que es lo que formula Penalva en su artículo, es cuestionarse el carácter «progresista» de determinadas leyes educativas que son la gangrena y que han tenido un efecto devastador. Hay que desmantelar el edificio burocrático y legal que se ha construido en nombre de la izquierda y reivindicar la dignidad profesional, no caer ni en el victimismo ni en el derrotismo.

      Y, por supuesto, que no tengo ninguna fe en el PP, partido que cuando ha estado en la oposición ha deslegitimado -con razón- la autoridad moral de la izquierda en materia educativa. Y cuando ha estado en el gobierno se ha valido de las nefastas leyes educativas para consolidar un modelo que parece hecho a la medida de los intereses más reaccionarios.

      ¿Entiende usted algo? ¿O es que sigue viendo las cosas con la perspectiva deformada que han logrado con la agitación propaganda los mandarines de la educación?

      • 22 enero 2011 a 11:23 #

        Sí, sí, sí,…sigo «sin entender nada», y sigo «viendo las cosas con la perspectiva deformada que han logrado con la agitación propaganda los mandarines de la educación».
        Por eso, reverendísimo y sapientísimo señor, vengo a este enclave para que usted ilumine mis noches oscuras y mis días en penumbra. En otro supuesto, ha tiempo que hubiera renunciado a esta ingrata profesión. Pero sus atinadas argumentaciones y sus más lúcidas interpretaciones de la realidad, abren mis ojos a la luz y hacen posible mi tránsito en este valle de lágrimas. «Ea pues señor, abogado nuestro…»
        Su penúltimo consejo es, a saber:
        «…cuestionarse el carácter “progresista” de determinadas leyes educativas que son la gangrena y que han tenido un efecto devastador».
        Muy bien, ilustre “cuestionador”. Yo ya me he cuestionado eso que dice. Todos no lo hemos cuestionado. Asunto terminado.
        No contento con tan sublime reflexión, prosigue:
        «Hay que desmantelar el edificio burocrático y legal que se ha construido en nombre de la izquierda y reivindicar la dignidad profesional, no caer ni en el victimismo ni en el derrotismo».
        Mañana, a ser posible, “al alba y con viento de Levante” nos aproximaremos al “edificio burocrático y legal” y lo desmantelaremos. ¡Sí señor, bien dicho!, ¡Dígame a qué hora eso, que no me lo pierdo!…como el del chiste:
        – Señorita, ¿Qué río pasa por Salamanca?
        – El Támesis, señor.
        – ¡Dígame a qué hora que no me lo pierdo!
        Y, por supuesto, “no caer ni en el victimismo ni en el derrotismo»:
        Para eso disponemos de numerosísimos foros plagados de cantos a la educación, de optimismo desbordante del magisterio español. ¿Verdad? ¿Conoce alguno por aquí cerca?
        ¿Por qué resulta que siempre estamos tan de acuerdo en todo y se empeñan en lo contrario?
        ¿Y «no tiene confianza en el PP»?
        Resumiendo:
        – Nos cuestionamos las leyes. Ya.
        – Desmantelamos el edificio burocrático. (Estamos a la espera de que nos diga cuándo y de qué manera. Más complejo aún si no confía en el PP);
        – Y aún se atreve a decir que no debemos caer en el victimismo ni el derrotismo.
        ¿A qué, entonces, viene este su comentario? ¿Y usted quiere darme lecciones de visión con perspectiva? Apaga y vámonos.

      • 22 enero 2011 a 12:39 #

        ¡Anda que vaya entretenimiento que ha encontrado el chorbo éste! Como le sigáis entrando un día se lo encuentran infartado y con una mancha en la entrepierna. En cuanto encuentra un hueco nos convierte una conversación en una discusión sobre sus neuras, dando al traste con todas las posibilidades de que el asunto se trate con un mínimo de cordura. Además últimamente incluso se atreve a ir de graciosón, contando chistes de parvulario y yendo como de irónico patán, que a mí me dan ganas a veces de cortarme las venas con el cuchillo del pan. Yo creo que ha llegado el momento de hacer como si no existiera.

      • 22 enero 2011 a 12:58 #

        ¡Oh, cielos, «hacer como si no existiera»! Gran idea., ¿de dónde la habrá recogido? Podria empezar por dar ejemplo y dejar de añadir comentarios tras los de un servidor. Especialmente si son para calificar, descalificar. Lo de las venas y el cuchillo del pan lo dejo a su buen entendimiento. O no.

      • Pepe
        22 enero 2011 a 18:43 #

        No quiere entender, solo es un troll, y por más señas pedabobo…

  12. José Luis
    22 enero 2011 a 10:25 #

    Si me permite José Miguel, cito: «…los colegas dejan bastante que desear en ese aspecto, es más, hasta se convierten en los propios “enemigos” de uno. El servilismo está muy extendido, no en vano, da réditos en forma de horarios cómodos, reducción horaria, carguitos de coordinadorcete de planes a mil leguas del aula… en fin, para qué contar… la carne es débil». Se puede decir más alto pero no más claro. Podemos hacer todas las reflexiones histórico sociales que queramos para justificar nuestra situación, pero bien es cierto que nosotros mismos, como colectivo desunido y con intereses individuales que hacemos valer para conseguir tratos de favor frente al equipo directivo de turno (horarios, cargos, etc.) o para el «buen rollo» con los alumnos, somos también nuestros propios «enemigos».
    Por cierto, considero que llamar a los padres «sujetos indoctos» es mucho decir… Porque, entonces ¿qué decir de los profesores que, además, en nuestros ratos libres somos padres? ¿También carecemos de especialización y de formación académica?¿Que no podemos exigir la misma coherencia y criterio pedagógico de los profesores y maestros de nuestros hijos que los que nosotros intentamos ejercer día a día?

    • José Miguel
      22 enero 2011 a 22:52 #

      A José Luis:

      Desde luego, generalizaba en lo de “sujetos indoctos”; pero cuidado con los padres docentes: me ha tocado lidiar con alguno que otro, en muy pocas ocasiones, eso sí, y, lamentablemente, aunque parezca paradójico, su cordura dejó bastante que desear, bastante peor incluso que padres sin relación con la docencia. Vamos a ver: una cosa es ser profesor, y otra muy distinta acudir al centro de tus hijos como padre. El que seas profesor te dará más capacidad de análisis de las interacciones del centro con tu hijo, pero de ningún modo el derecho a inmiscuirte en la labor docente de los profesores de ese centro, a no ser que encuentres alguna falla intolerable o denunciable, pero que no suele ser lo habitual. Los planes y programas son parecidos de un centro a otro, solo cambian la cuestiones puntuales organizativas en función del tipo de centro, contexto social… Y, de todos modos, en los consejos escolares suele darse poca presencia de padres que a su vez son docentes. Pero, de todos modos, donde debiera recaer administrativamente la autoridad y potestad para la organización del centro es en el claustro de profesores, porque estos son los que saben de la realidad, día a día, de ese centro, y, en este último sentido, sí que somos “indoctos” los que no formamos parte de ese claustro. Por cierto, ha sido frecuente la circunstancia de padres docentes de hijos con ristras de suspensos, que luego reclaman en el centro, cuestionando incluso su proceder. De estos me ha tocado alguno que otro, como decía más arriba. Qué les parece el profesional docente “no indocto”, exigente en el aula, y, en cambio, con un hijo llevándole a casa un tráiler de calabazas. Una cosa es ser padre y otra docente, eso está claro, y una cosa es acudir a un centro como padre y otra como docente. He vivido también el caso de una compañera madre cuyo hijo estudiaba en el centro que trabajábamos, que fue suspendido por un profesor amigo del mismo claustro en septiembre con todo merecimiento, pero ella personalmente no se lo tomó muy bien mostrándose bastante desabrida con el «ejecutor» de su hijo.

  13. 6 febrero 2011 a 0:15 #

    Buen artículo de Rodríguez Adrados en ABC, hace ya unos meses, sobre el panorama de la educación. Da en el clavo, se basa en la realidad y coincide en mucho con lo que aquí se dice en Deseducativos.

    • 6 febrero 2011 a 15:52 #

      Sensacional artículo, Mariano, muy recomendable para quien todavía no tenga claro dónde están nuestros males. Añádase que quien lo escribe sabe muy bien de qué habla, no está especulando. Pero, claro, está escrito en ABC, lo que lo hace invisible para tantísimo progresista como hay entre el profesorado. Solo una objeción: saca a Rubalcaba y a Marchesi mucho más guapos de lo que son en realidad.

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