Los porqués de las tragaderas

 

FANECA

(Por Juan Antonio García Amado*, miembro de FANECA)

Hay en la vida universitaria de ahora mismo un enigma que debemos desentrañar, si no queremos que se nos tenga a muchos por esquizofrénicos sin remedio. Podemos enunciarlo así: cómo es posible que, si tantos y tantos estamos profundamente disconformes con la mayor parte de las reformas universitarias de los últimos tiempos, tales reformas se impongan sin resistencia real ni oposición que se conozca.

Sí, mucha indignación en las cafeterías del campus, mucha pasión crítica por los pasillos, mucho comentario entusiasta de los contados escritos que acá o allá se publican con objeciones a bolonias, planes, vías de acceso a esto o lo otro o estatutos en borrador o en escabeche, pero, a la hora de la verdad, todo va pasando como si nada y no hay barrabasada legal ni cacicada reglamentaria que no llegue al BOE y en él se mantenga como si reinara sobre ellas el más puro y razonable consenso. Misterioso, no me digan que no.

Igual que misterioso y sorprendente en grado sumo resulta que eche pestes el profesorado, o su mayor parte, sobre la filosofía con que se reforman los planes de estudios, si bien estos se aprueban luego sin más altercado que la pelea por el crédito entre las disciplinas más retozonas y los catedráticos más soberbios (en el sentido del pecado capital, no en el otro); o que nos hagamos cruces sobre los sistemas de evaluación y su omnipresencia los mismos que luego nos apuntamos para ser evaluadores de agencias nacionales, agencias autonómicas, agencias municipales (todo se andará) y hasta agencias de transporte, si hace falta; o que tantos de los mismos que despotrican contra la tiranía de la nueva pedagogía tonta pasen luego por el aro y se inscriban en esos cursitos sobre cómo motivar al estudiante sin excitarlo en demasía o cómo manejar con eficacia la gama cromática que el PowerPoint permite en los subrayados; o que cuantos se quejan desesperadamente del desmesurado exceso de comisiones, juntas, consejos, observatorios y demás manifestaciones del espíritu de rebaño impuesto por las ovejas gobernantes no dejen de asistir a tales reuniones estériles, de las que no suele salir más acuerdo tangible que el de crear una comisión nueva o dar por bueno el concurso en el que triunfó algún pariente de autoridad académica o política, o alguna persona unida a ella por relaciones de afecto análogas a las matrimoniales, como se dice en el actual Derecho de familia.

¿Por qué tamaño desajuste entra palabras y actos, entre pensamiento y acción, en suma? ¿Por qué en las tertulias nos manifestamos como los más peligrosos opositores al mangoneo pijo que nos asfixia y en la práctica nos sometemos a él con ovina disposición? ¿Estamos mal de la cabeza? ¿Padecemos algún trastorno bipolar de la personalidad? ¿Somos cobardicas sin remisión? Veamos.

Mi tesis es que el “sistema” se ha vuelto maquiavélico y sibilino, ha aprendido de sus propios errores y ha sabido, al fin, sujetarnos por donde más nos duele: el euro. ¿Que quién o qué es el sistema de marras? Dejemos para otro día su descripción detallada y limitémonos por esta vez a sostener que se trata de lo que podríamos llamar el complejo político-burocrático-pedagógico. Lo componen politicastros de medio pelo y de corto plazo que sólo quieren estadísticas resultonas y que se conforman, y hasta se entusiasman, con la falacia (casi se me escapa un término parecido y que aquí vendría igual de a cuento) del fracaso escolar. Si todos aprueban, esto marcha. Si ningún estudiante fracasa, la enseñanza triunfa. Ni comentario merece una estupidez de tal calibre, que supone o que todos los estudiantes que en una titulación se inscriben son inteligentísimos y laboriosos por designio divino, o que toda la enseñanza es una porquería e igual da cómo resulte el estudiantado. Los políticos le tienen más fe a esta segunda opción y para consumarla se esfuerzan cada día.

Están también en el contubernio los burócratas, y cuando digo tales no me refiero al personal de administración y servicios (PAS), al que no seríamos justos si atribuyéramos entusiasmos oficinescos, pues si por algo se caracterizan es porque no gustan de hacer muchos papeles o de hacerlos pronto, razón por la que, siempre que pueden, los endilgan al personal docente e investigador. ¿O a cuento de qué se cree usted que le voy a gestionar yo los documentos y contabilidades de ese proyecto de investigación que es suyo de usted y que habrá pedido porque a usted le conviene, eh? Eso le dicen a uno, y qué va uno a replicar, si el gerente suele estar de acuerdo porque , al fin y al cabo, él es uno más, aunque mejor pagado.

No, no aludo al muy honesto y sacrificado PAS, sino a una notable parte del profesorado, a aquellos profesores cuya repugnancia de bibliotecas, laboratorios y hasta aulas es tal, que prefieren andar todo el día reunidos con sus colegas en comisiones sin (con) cuento o rellenando encuestas, memorias, informes, aplicaciones, currículos en variadísimo formato…, y que, sobre todo, disfrutan como obsesos dirigiendo algún vicerrectorado, área del rectorado, vicedecanato, subdirección de departamento, comisión de fiestas o lo que sea que les sirva para poder pedir papeles y más papeles a los colegas, a fin de impedir que estos investiguen o preparen decentemente sus clases, si era que tal se proponían, los muy taimados.

A estos burócratas por defecto (por defecto de seso y vocación, se entiende) se los reconoce enseguida: son los que están de acuerdo con toda reforma de la universidad que suponga más comisiones, más informes y más impresos. Igual que la rata se entusiasma si aumenta la dosis de queso, estos estimados compañeros babean ante nuevas disculpas para no hacer aquello por lo que cobran y para cobrar por lo que ningún docente e investigador decente debería hacer: de oficinista cutre y rutinario.

El tercer elemento del complejo son los pedagogos. Seamos justos, habrá de todo entre los pedagogos, como en todas partes. Aquí hablo nada más de ese grupo, temo que mayoritario, que ha descubierto la rueda en pleno siglo XX y que en sus comunicaciones congresuales y en sus cursos innovadores pontifica cosas tan, tan, tan profundas, que ya estaban casi todas en el refranero popular: que al que madruga Dios le ayuda, que en boca cerrada no entran moscas, que al que a buen árbol se arrima buena sombra le cobija, que más vale estar solo que mal acompañado, que hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo. No me lo tome el paciente lector a broma. Invito a unos buenos vinos leoneses al que me demuestre que un día asistió a un cursito sobre nuevos métodos de enseñanza que no hubiera podido impartir su propia abuela a golpe de dichos y chascarrillos. Lo que pasa que estos citan a un par de conductistas rusos que oyeron cuando hacían la carrera, y parece otra cosa. Pero es lo mismo.

Politicastros, burócratas de baja estofa y pedagogos a la violeta se han juntado porque era natural, al fin y al cabo, que se unieran en sociedad de beneficios mutuos o en simbiosis parangonable a aquella de mutualismo que se da entre el búfalo cafre y el picabueyes, que es el pajarillo que le come las garrapatas. El pedagogo disfraza de labor docente y de didáctico empeño los papeles bobalicones del burócrata profesoral ocioso, y éste urde la trama para que el político pueda presumir de que todo el que se matricula tiene título y de que todo título es garantía de competencias, habilidades y destrezas mínimamente serias y oportunas. El golpe. Lo más notable desde aquel famoso asalto al tren de Glasgow.

Mas vayamos al fin con nuestra pregunta de fondo, la de por qué ninguno se planta, si somos tantos los que les vemos las vergüenzas al descarado montaje. Decíamos que porque el sistema ha sido listo, y, ahora que ya sabemos quién mueve los hilos del tal sistema, veamos cómo ha montado el enredo.

El secreto está en la pícara y muy cazurra combinación de estos dos elementos: por un lado, la sustitución de la sanción por la síntesis de indiferencia y chantaje, y, por otro, el sutil manejo del divide y vencerás. Vamos con ellos.

La gran ventaja que las últimas reformas ofrecen a los disconformes es que les permiten hacer mutis sin que se note y de modo que parezca que hasta se van contentos. Si se tratara de sancionar al que no se atenga a las nuevas normas y no cumpla con la letra y el espíritu de las innovaciones, seguramente más de cuatro se alborotarían y hasta podrían organizarse para protestar y defenderse. Pero no, no hay por qué, podemos seguir llevándonos bien. Todos somos de la Familia.

A unos pocos que por edad y dignidad podrían decir mucho y muy alto contra los abusos de los nuevos mandarines indocumentados y zánganos (amén de jóvenes y no muy pudorosos) se les pone puente de plata en forma de jubilaciones sin perder un céntimo. El mensaje es diáfano: si usted se queda en lo que ya no le gusta, va a sufrir bastante y a lo mejor hasta tenemos algún desagradable incidente; así que váyase con Dios y con su sueldo a echar pan a los patos del parque. Muchos, algunos muy buenos, se han marchado ya; otros están recogiendo el despacho y con la cuenta atrás. Se había dicho que el objetivo de tales políticas de prejubilación era el recambio y rejuvecimiento de las plantillas, pero se están amortizando las plazas de los que se marchan o cubriéndolas con contratitos provisionales. Ya no se dice mentir como bellaco; ahora es así: eres más falso que rector en celo electoral.

¿Y para los objetores que se quedan? Pues que objeten si se lo pueden permitir, no pasa nada. ¿Que no quiere usted enseñar ni evaluar con arreglo a los sistemas boloñeses? Tranquilo, haga lo que quiera, nadie se meterá con usted. Mismamente en mi universidad hay titulaciones que ya aplican los patrones de Bolonia sobre el papel, pero en las que la mitad del profesorado ha optado por no darse por enterado y seguir como antes. Ni lo apoyo ni lo critico, simplemente constato que no les ocurre nada, y así se evita que se enfaden y armen lío. Cada vez serán menos, pues irán cayendo jubilaciones. Y todo el que aún necesite acreditarse para algo o que lo evalúen por lo que sea (y más que nos van a evaluar cuando nos pongamos horizontales con arreglo al Estatuto del PDI), ya tragará con lo que tenga que tragar. Porque sin puntos por tal mamarrachada o cual estupidez no habrá veredicto positivo. Así que al viejo lo toleramos, a cambio de impunidad para sus manías, y al joven lo vamos formando en las variadas artes de la sumisión y la disciplina. Se consigue, en suma, que, guiado cada cual por su interés, todos hagan lo que al “sistema” le interesa: no protestar los que ya van de vuelta y prestarse a las diversas sevicias los que todavía están en edad de merecer.

La segunda estrategia era la del divide y vencerás, decíamos. Significa que antes de ponernos muy críticos y hablar en consecuencia, empezamos a mirar alrededor y hasta a contemplarnos el propio ombligo. Por ejemplo, un día estás echando pestes contra los muy especiosos sistemas de evaluación de profesorado para todo tipo de acreditaciones y, de pronto… caes en la cuenta de que tú mismo eres informador (¿o se dice informante? ¿Se acuerdan de La vida de los otros?) de la ANECA y variado evaluador de media docena de anequillas autonómicas. Corcho, y que te pagan en cada uno de esos lugares. Bueno, el sistema es malo, pero algunos nos esmeramos para reconducirlo a patrones razonables y tal. Lo sé por mi propia experiencia. Te vas callando cada día un poquito más, porque lo valiente no quita lo cortés.

Y qué decir si tú mismo has sido positivamente evaluado para tal o cual. Claro, si te han pintado bastos te desquitas con la cantinela de que es todo corrupción, pero si te ha ido bien, a ver cómo…, esto, sé que hay un tanto por ciento de casos en que el sistema no funciona, pero por lo general hay que reconocer… Se empieza por la puntita y luego pasa lo que pasa.

La combinación de evaluadores y evaluados y de triunfadores y frustrados da tantas situaciones distintas (la más hermosa es la de frustrado que evalúa), que es imposible llegar a acuerdos, ni siquiera a acuerdos mínimos para protestar juntos un poco.

Y todo eso por no hablar de que el profesorado universitario en general, y muy en particular el cuerpo de catedráticos, por cien euros mata. Como la Esteban, pero en académico. Así que el “sistema” nos echa monedas como en el gallinero se tira maíz. Pitas, pitas, pitas.

Se tiene lo que se merece. Y punto.

(*Juan Antonio García Amado es Catedrático de Universidad de Filosofía del Derecho en la Universidad de León y autor del blog Dura Lex.)

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Categorías: Diagnósticos

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46 comentarios en “Los porqués de las tragaderas”

  1. Juan Bernabe
    12 febrero 2011 a 10:14 #

    Muy cierto. Siempre me enseñaron que cuando algo en mi vida falla, sólo yo lo puedo solucionar. Que soy responsable de mis actos, y de mis omisiones. Culpar a los demás, aunque parte de culpa tengan, ya sean politicastros, pedagogos o burócratas es sólo otra forma más de justificarse.
    Culpar siempre al otro, otros profesores, otros estudiantes, otros jefes de estudio, ni es real, ni de nada sirve.
    NO es que tengamos lo que nos merecemos, es que además, hemos contribuido a crearlo.
    Más de uno y de dos, debería replantearse por qué y cómo llegó a ser profesor. Según las estadísticas, si es que dicen verdad, casi un 80%, en Institutos, llegamos allí por un sueldo seguro y no como primera opción profesional. Y el casi 100 % no va a otro lado, por miedo al cambio profesional, que por otro lado tampoco es que existan muchas salidas ni oportunidades de cambio.
    En cuanto a la Universidad, y por mi experiencia, escasa, en dos universidades, sólo puedo decir que, la gran mayoría están donde están por enchufe con el catedrático de turno. ¿o no?.

  2. 12 febrero 2011 a 10:27 #

    Excelente artículo. Estoy absolutamente de acuerdo con él. El problema es que donde dice universidad, podría decir enseñanza secundaria. Y lo llevamos padeciendo veinte años. Absolutamente olvidados, sobre todo por los que, quizás, podrían haber influido, los profesores universitarios. Ustedes están en el principio del camino, nosotros ya no sé ni dónde estamos, si al borde del precipicio, o cayendo. Aunque no lo sé, porque cada día descubro inventos nuevos de estos políticos y pedagogos y profesorado sumiso, obediente y trepa. El mal se ha generalizado. Había que destrozar la enseñanza porque lo que se perseguía era la servidumbre, la anulación del ciudadano. Y ahora le ha tocado a la universidad, pero el plan Bolonía es de hace años, aunque haya empezado a funcionar ahora. Ha pasado aquí como pasó en la LOGSE, el personal no se dio cuenta hasta que el crimen fue consumado, y los que se dieron cuenta fueron pocos y distantes y con poca capacidad de maniobra. Sólo nos ha quedado, en muchos casos, la desobediencia civil, y exigir nuestra libertad de cátedra que ha sido pisoteada, lo que nos ha costado nuestro dinero, y algún que otro disgusto con la dirección, o, en el peor de los casos, con la inspección. Como lo que se pretendía era la sumisión; es decir, eliminar la democracia lo que había que hacer era domesticar; y, después de los medios de comunicación, el instrumento que el estado utiliza para la domesticación es el sistema educativo. Pero no sólo se trata de domesticar a los alumnos, futuros pseudociudadanos, sino, como apuntas, al profesorado también, que es capaz de venderse por un plato de lentejas. El plan se lleva urdiendo desde hace cuarenta años, y es el neoliberalismo, aunque en este término quepan muchas cosas contradictorias, y el pensamiento único, que en nombre de la libertad y la igualdad nos ha hecho perder el ser libres y nuestra excelencia. Es decir, que nos adentramos en un fascismo enmascarado de democracia en el que respiramos una droga, el soma, por los medios de comunicación de formación de la conciencia de masas, que nos mantiene alegres y contentos, pero inconscientes. El crimen ha sido perpetrado, sólo hay que esperar las consecuencias. Pero, los reductos de resistencia todavía existen, por ello, la esperanza aún llamea, aunque débilmente.

    • Jesús San Martín
      12 febrero 2011 a 19:40 #

      En su día hubo protestas de alumnos, informé a mis clases de lo que se les venía encima, pero no fueron a las manifestaciones. Terminado el asunto hubo una comparecencia para informar, con una rueda de preguntas, penoso, los alumnos no llevaban una lista consistente de preguntas, saltaban de un tema a otro y no pudieron mostrar las incongruencias por ese saltar caótico. Y con el aprobado por fascículos no van a ser ellos, en general, los que protesten.
      El problema es cuando el lobo está disfrazado de oveja, porque no lo ves: fascismo con máscara democrática, buenismo, pseudo-igualdad. De todas formas, que se pudra, así se hará algo nuevo. No creo que la universidad española se regenerará, creo que surgirá algún centro con un nuevo planteamiento desde el principio. Estoy con Francisco Javier, los cimientos abajo y edificio nuevo.

  3. 12 febrero 2011 a 11:30 #

    Vaya, parece que nos vamos poniendo de acuerdo. Ahora es cuando podemos remitirnos, sin que nos insulten por ello, a aquellos comentarios en que decíamos que de nada sirve pasarse el día entre la palabrería si no se pasa a la acción. También podemos recuperar otros en que apuntábamos que no sirve de nada echar balones fuera, culpar a equipos, a inspectores, a ministros y a leyes si no se da un paso más allá de foros y debates.
    Porque si, como algunos dicen, estuviésemos en épocas inquisitoriales, en medio de un gulag, en campos de concentración, vigilados día y noche, sometidos sin remedio, acosados por alumnos y administraciones y no hacemos nada, en algo estamos fallando. O todo es una sarta de barbaridades producto del inconformismo o la bilis, o hay demasiado masoquismo en la profesión.
    Si hemos convertido nuestras preocupaciones en una charla de barra de bar y no salimos de ahí, ¿qué esperamos?, ¿que vengan los trabajadores forestales o las costureras a solucionar nuestros problemas?
    Pero ¿qué es lo que ocurre cuando alguien intenta dar un paso? Ayer mismo se convocaba una protesta de estudiantes en La Coruña para denunciar los recortes de las administraciones en educación. ¿Cuántos asistieron? Sí, solamente un estudiante, el convocante. Si no fuera por lo trágico del asunto sería para partirse de risa. Pues eso mismo ocurre en nuestra profesión, que cada uno se preocupa de salvar su culo. Si los interinos tienen problemas, ellos se los solucionen; si son los provisionales, tanto de lo mismo; si no se reconocen los sexenios, allá a quien le afecte; si los nuevos compañeros no disponen de Muface, no es mi problema, y así un largo etcétera.
    Por tanto, ya no vale culpar al empedrado; nuestros problemas son nuestros y de nadie más, y solo desde esa convicción y de que solo nosotros podemos solucionarlos es factible dar algún paso más allá de sermones más o menos elaborados. ¿Pero cómo avanzar si todos consideramos ser los mejores profesores del mundo y que la razón nos asiste en todo momento?, ¿Cómo intentar un mínimo avance si por decir que es preciso empatizar con el alumnado te llaman pederasta tus propios compañeros?, ¿Qué propuestas puede hacer alguien que no acepta otras opiniones; y no solo eso, sino que responde con insultos y descalificaciones?, ¿Ese es el camino que se propone? ¡Apaga y vámonos!
    ¿Qué esperan estos adalides, que hagamos como el estudiante gallego? Claro, para que, mientras ellos salvan el tipo, los demás nos quedemos solos y encima nos digan: mira que pardillo, con lo bien que se está aquí al calorcito del sueldo y viendo la vida pasar. Pues eso. Demasiado poco nos pasa.

  4. Francisco Javier
    12 febrero 2011 a 11:44 #

    Un artículo excelente (y necesario) para reflexionar sobre los porqués del porqué sería absolutamente necesario demoler todo el Sistema universitario de este País. En mi modesta opinión, los males de la Universidad son aún más antiguos que el desastre de la Educación Secundaria (y Primaria.) En el tiempo que pasé en la Universidad, que no he vuelto a pisar nunca más, ni ganas, ya me di cuenta de que eso era un nido de politiqueo, de enchufismo y peloteo asquerosos, de autoritarismo imbécil, de arbitrariedad, de sucias luchas intestinas entre departamentos, de mediocridad, de falta de seriedad y exigencia (tuve una compañera con poca vocación filosófica, que con el libro de COU de Navarro Cordón, aprobaba con notazas las asignaturas propiamente filosóficas: historia, metafísica): una Universidad mala y mediocre (estudié en la Complutense de Madrid.) Por supuesto, también hay que decir bien claro, que en la Universidad hay muchísimos docentes de una gran valía, excelentes, trabajadores, hasta sabios. Me refiero a la estructura, al medio que corrompe todo. Y lleva mucha razón Juan Pedro: si la Universidad no reacciona YA, poco a poco el mal irá ganando posiciones, se irá asentando, haciéndose fuerte, siendo lo único, la asquerosa normalidad: tomen nota, estimados colegas de la Universidad, de lo que ha sucedido en nuestros Institutos y Colegios, cómo los han convertido en auténticas cárceles de estulticia. Ahora os toca a vosotros (y lo que queda por venir es aun más terrorífico.) Añado: es cierto que en el fondo de todo está la ideología neo-liberal, pero es que a ello se suman todos esos factores patrios, que introducen el elemento caricaturesco, el esperpento, la picaresca y la incompetencia. Neoliberalismo de chorizo y pandereta, that`s Spain. Un saludo (y mi enhorabuena al autor por tan certero artículo.)

  5. Francisco Javier
    12 febrero 2011 a 13:59 #

    Cuando se denuncia al colectivo docente por su sumisión, su connivencia, su apatía, su nulo espíritu de lucha, se está diciendo algo cierto en términos generales. Eso debe ser reconocido, confesado y nos tiene que servir (sobre todo a algunos) de acicate para cambiar nuestro modo de actuar. Ahora bien, es igualmente cierto, que los máximos responsables son aquellos que ostentan el poder, aquellos que diseñan y ejecutan las leyes, aquellos que niegan sistemáticamente y con cinismo lo evidente, ………………………….., es decir: el Ministerio de Educación, con su Jefe Supremo como máxima responsabiidad, nuestro Ministro Gabilondo. Los responsables directos, ejecutores son ellos con todo su Aparato (consejeros, asesores, burócratas, sindicatos, cuerpos policiales, …); son ellos los que hacen la Ley, la llevan a efecto y los que no han hecho absolutamente por mejorar la situación lamentable que tenemos (recuerdo el último dato: las cifras peores de abandono escolar de toda Europa); son ellos: yo no. Y cuando un MInistro se siente incapaz de resolver la situación, nada tiene que aportar, no tiene el valor necesario para enfrentarse a la realidad, no sirve, entonces su deber moral es dimitir.

    ¿Y nosotros? ¿Qué hacemos? Para empezar que alguien, concretamente Juan Antonio García Amado, Catedrático de Universidad de Filosofía del Derecho en la Universidad de León , denuncie públicamente con nombre y apellidos la situación, no me parece poca cosa. Que exista Deseducativos tampoco me parece insignificante. Las acciones emprendidas en Murcia son un avance más. Ejercer la resistencia es ya un gran avance.

  6. José Miguel
    12 febrero 2011 a 14:23 #

    Una de las respuesta estriba en que el gremio docente está contaminado de ideologías, hasta el punto, de creer que la propia profesión docente es constitutivamente ideológica. Y a ello contribuye en gran parte la transformación de la enseñanza académica en educación guardería, es decir, tanto en cuanto el saber académico es despreciado, en tanto representa las construcciones históricamente logradas más potentes y objetivadas, y alabados los saberes sofísticos, psicagógicos donde da igual ocho que ochenta, arre que so, pues todo ocurre al albur de las subjetividades tiránicas de ciertos grupos de poder funcionando a toda máquina en el sistema educativo. Y con este panorama, no hay demasiada dificultad en crear redes de acólitos, adeptos a la causa particular, en la que prima, sobre todo, el bolsillo, claro está. Creímos que con la sublime democracia habíamos superado el nacionalcatolicismo franquista. Y la carne es muy débil en estos terrenos.

  7. 12 febrero 2011 a 17:51 #

    El enigma es todavía mayor de lo que aquí se apunta pues ni el propio Ministro sabe lo qué pasa en la Universidad. Eso al menos es lo que interpreto de sus palabras en la escuela de verano Jaime Vera hace unos meses, cuando hablando del exceso de alumnos declaró: «Hay más estudiantes de Derecho en Madrid que en todo el Reino Unido»

  8. Jesús San Martín
    12 febrero 2011 a 18:45 #

    Lo que tengo observado en el departamento es que se hace lo que se nos manda sin rechistar. Y es cierto, todos decimos que esto cada vez está peor, y lo comprobamos por la diferencia de nivel entre los exámenes de antes y los de ahora, hemos bajado el nivel de exigencia, si pusiéramos los exámenes de antes no aprobaría nadie. A mí lo que más me extraña es que todos seamos funcionarios y nadie puede hacernos ni decirnos nada y la mayoría vive asustado, pero si esa es la esencia del funcionario, que puedas oponerte.
    En parte hay comodidad, las reformas destrozan la educación, pero no el sueldo del docente, gana lo mismo monte la bronca o no, para qué hacerla, se preguntan muchos, si sólo me va a traer problemas. Esa será la razón para algunos, pero hablo con compañeros que realmente están interesados y quedan inmovilizados con el argumento de que no sirve para nada, porque no tenemos poder.
    Una curiosidad, en el departamento somos más de veinte, cuando la gente quiere oponerse se limita a abstenerse, el único voto negativo que he visto algunas veces es el mío, y dos negativos seguidos es un buen desgaste psicológico o ya te estás comiendo el coco diciéndote todo el día que eres el único que tiene….
    A mí me parece el resultado del comportamiento gregario humano: se hace lo dice el que manda y se traga sin capacidad crítica. Cómo vamos a oponernos al problema educativo cuando nos han bajado el sueldo, nos han recortado las pensiones, nos han subido los impuestos y no hemos dicho ni veee, veee (que es lo que nos corresponde). En fin, como dicen en un libro: pero si hemos quemado a brujas que volaban en escobas, endosiado a Hitler y Stalin, nos hemos creído invadidos por marcianos en la emisión de “La guerra de los mundos”,… quizá debamos poner este comportamiento en la lista.

  9. Maximiliano Bernabé Guerrero
    13 febrero 2011 a 10:20 #

    Excelente artículo. Muy bien que volvamos nuestra vista hacia la Universidad, donde algo huele a podrido desde hace mucho. Al hilo de lo que ha dicho Francisco Javier sobre las notazas de la compañera con el libro de COU, yo estudié Derecho entre 1990 y 1995. Intentaba leer todo lo necesario, huir de copiar apuntes al dictado, consultar toda la legislación mencionada, incluso la de otros países, y mis notas aun siendo buenas pocas veces eran excelentes. Tras comprobar que las notazas se obtenían (salvo unas cuantas excepciones con profesores rigurosos) respondiendo con los apuntes de clase memorizados, en 4º hice la prueba: Decidí concederme un año medio sabático, salir más, y limitarme a los apuntes. Obtuve las mejores notas de la carrera.
    Por otro lado, García Amado menciona aquí «La Vida de los Otros», Antonio Sánchez hace poco hablaba de las similitudes entre un instituto y una prisión; y yo mismo hace unos días usé el símil del actor Khabarov en un gulag. ¿No será que estamos encadenados a un sistema odioso y omnipresente? Materialmente se nos permite una cierta comodidad, pero al precio de nuestro vacío de pensamiento. Yo creo que este neoliberalismo al que hacemos responsable no es heredero en modo alguno del Liberalismo del s. XIX, sino una perversión del mismo, que ha bebido mucho de las técnicas de control social y anulación personal soviéticas. Muchas veces, para referirnos a un sistema opresor, utilizamos un tanto alegremente la palabra «fascismo». El fascismo para anular al disidente usaba básicamente tres escalones: el aceite de ricino, la paliza y el fusilamiento. Sin más contemplaciones. Sin embargo, en los países de la órbita soviética, entre 1965 y 1990, ya no se mataba, o no se mataba tanto. Se había creado tal red de intereses y de sumisión (entre gente muy culta, ojo) que no era necesario: Al disidente se le aplastaba sibilinamente, aislándolo, matándolo en vida, acababa siendo considerado un perturbado, y en muchos casos se suicidaba él mismo. Como vimos en «La Vida de los Otros» en la RDA. Yo creo que nuestras estructuras políticas y sociales han aprendido mucho de esas técnicas, a pesar de la derrota política y económica de aquellos regímenes; no hay más que ver el funcionamiento de las administraciones autonómicas, partidos y sindicatos.
    Y en tercer lugar, pienso que en la sumisión de los profesores a todo lo que les echen también tiene algo que ver la cultura de la unanimidad, del consenso, del buen rollito, de aquella memez de «libertad sin ira, libertad» que se instaló entre nosotros a partir de 1976. No vaya a ser que si voto en contra me llamen facha o rarito. Algo que ha llegado a caparnos el carácter. Te hacen una putada, y la consecuencia lógica es que te enfades, y mandes al que te la ha hecho a algún sitio excremental. Pero no, acto seguido te dicen «Pero no te lo tomes como algo personal». Y todos a echar unas risillas de imbécil ¡Qué c… no me lo voy a tomar como algo personal! Hay que enfadarse, chavales. La ira hoy es subversiva. Basta de budismo de supermercado.
    Yo creo que, como dijo Francisco Javier hace poco, cualquier solución habría de pasar por algo similar al fuego purificador. Y luego empezar de nuevo.

  10. 13 febrero 2011 a 10:20 #

    Como he dicho tantas veces, sin introducir variables de género en los análisis sobre educación tengo la impresión de que estamos condenados a no entender nada y, por supuesto, lo políticamente correcto no se queda en el exterior de este foro. Ayer leí una frase de un pediatra que me gustó, decía: No controle al niño; enséñele autocontrol. Sin embargo no es éste el principio que rige en nuestra enseñanza, ni es un principio que tenga la misma acogida entre profesores y profesoras, maestras y maestros.

    No es una casualidad que en este foro la participación masculina sea muy superior a la femenina, ni tampoco que la valoración por sexos de lo que sucede en nuestro sistema educativo no sea la misma para ellos y para ellas, sin que quepa interpretar esto como la división en dos bloques monolíticos sin transición entre uno y otro. Hace no mucho más de un año asistí a una conferencia de un profesor de Ciencias de la Educación que poco menos defendía que llevar de la mano al alumno universitario. Pero tengo la impresión que entre los que expresan descontento por lo que está pasando hay muchos más varones que mujeres, profesores que profesoras.

    Tengo la impresión de que estas realidades están ahí, pero pretendemos como que no queremos verlas. Pareciera que constatar diferencias entre los sexos fuera en sí mismo una actitud sexista cuando entiendo que son cosas bien distintas, y no hacerlo a lo que nos está conduciendo es a una imagen distorsionada de la realidad porque nos obliga a suponer una misma sensibilidad y actitud entre colectivos cuando no sólo no tienen la misma sino que en algún caso puede llegar a ser completamente contradictoria.

    Sólo por daros una pista os diré que en amplios colectivos feministas y de mujeres la percepción sobre nuestro sistema educativo es que nos encontramos ante el mejor de nuestra historia y el único que hasta el presente ha sabido hacer justicia a los sexos.

    Y ahora os dejo el enlace a una información de hoy mismo en relación con la enseñanza universitaria:

    http://www.lavozdegalicia.es/galicia/2011/02/13/0003_201102G13P14991.htm

    • 13 febrero 2011 a 18:23 #

      Quisiera llamar la atención de los administradores del sitio sobre algo que no acabo de entender bien aunque yo mismo tengo una bitácora. El comentario de más arriba lo he colgado en torno a las 11 de la mañana, como a media tarde vi que no estaba escribí el de más abajo, y ahora compruebo que lo colgáis con ocho horas de retraso. Sencillamente no lo entiendo.

  11. 13 febrero 2011 a 16:24 #

    Esta mañana debí equivocarme en algo porque tuve la impresión de deja un comentario que no veo. En resumen lo que decía era:

    Como he dicho tantas veces, sin introducir variables de género en los análisis sobre educación tengo la impresión de que estamos condenados a no entender nada.

    Ayer leí una frase de un pediatra que me gustó, decía: No controle al niño; enséñele autocontrol. Sin embargo no es éste el principio que rige en nuestra enseñanza, ni es un principio que tenga la misma acogida entre profesores y profesoras, maestras y maestros.

    Sólo por dar una pista diré que en amplios colectivos feministas y de mujeres la percepción de nuestro sistema educativo es que nos encontramos ante el mejor de nuestra historia y el único que hasta el presente ha sabido hacer justicia a los sexos.

  12. 13 febrero 2011 a 17:52 #

    Totalmente de acuerdo con el magnífico artículo del profesor García Amado y con los comentarios.

    ¿El porqué de las tragaderas ante tanto desmán y tamaños disparates educativos? Algo que añadir a lo que ya han dicho, y muy bien, otros.

    1. El sistema, el núcleo de burócratas, pedagogos, mediocres y trepas ha tenido muchos cómplices. Hay quien ha salido ganando con los cambios que se han hecho en la universidad y en el resto del sistema educativo durante los últimos años.
    2. Los profesores descontentos no tienen cauces ni estructuras organizativas para convertir su discrepancia en una fuerza efectiva y útil. Casi todos los representantes oficiales forman parte del “establishment”.
    3. El poder dispone de mecanismos clientelares para garantizarse adhesiones, neutralizar descontentos y disuadir a posibles rebeldes.
    4. Pese a que parezca mentira, sigue habiendo una gran desinformación en los medios de comunicación y hasta en las esferas profesionales de la situación real del sistema educativo. La secta mantiene la ficción.
    5. El colectivo docente está desestructurado, excepción hecha de los distintos grupos de presión “ad hoc”, lo que lleva al aislamiento y el individualismo del profesorado.
    6. El conformismo y la apatía son una consecuencia del punto anterior.
    7. El aparato de propaganda del “establishment educativo” ha logrado intimidar a cualquier discrepante y hacerle interiorizar su conciencia de culpa por ser carca, retrógrado y personaje desubicado. Es un acoso laboral colectivo que mina la autoestima de quienes se sienten “tradicionales” y lamentan que su tiempo haya pasado.

    Por ello, coincidiendo con la idea de que en educación vamos hacia un fascismo blando, construido en parte con la complicidad o el pasotismo de parte de sus sufridores, el statu quo es tan difícil de mover.

    Para el profesorado, al final, todas las salidas son individuales:

    1. Huir y no volver a la docencia (jubilación anticipada, inspección, sindicalismo, comisiones de servicios varias).
    2. Adaptarse al medio para que te pille el chaparrón lo menos posible (bajas por depresión, hacerse director, coger las asignaturas menos conflictivas, etc.)
    3. Resistir individualmente dentro de tu aula con dignidad, pero en la soledad no muy sonora, más bien silenciosa.
    4. Claudicar, aprobar a todos, seguir la corriente, no complicarse la vida y que te dejen de problemas.

    Las salidas colectivas son complicadas, porque en educación (desde la primaria hasta la universidad) casi todas las estructuras organizadas están infectadas por la secta pedagógica o controladas por el “establishment educativo”. No es que lo tengan todo atado y bien atado, pero sólo desde una voluntad firme del poder político o una concienciación y organización bien arraigadas se podría dar la vuelta a la tortilla.

    La otra esperanza es que todo se pudra y se degrade tanto que la situación sea insostenible. Esto último no lo creo mucho, porque el “statu quo” siempre tiene beneficiarios que desean que el cuerpo enfermo siga en pie por lo que pudieren perder si se hiciera una cirugía de hierro que a día de hoy no está en la agenda de nadie con mando en plaza o capacidad de incidencia real en un cambio sustancial.

    • marile
      13 febrero 2011 a 19:31 #

      Me quito el sombrero, Mariano. Del día a día en las aulas y en los centros no puedo hablar, pero si cambias el colectivo de profesores por el de trabajadores te queda un análisis de la realidad social excepcional.

    • Ana Cuesta
      17 febrero 2011 a 12:44 #

      También una de las causas de las tragaderas es el miedo. Pero, ¿el miedo a qué? En la dictadura podía estar claro, pero ahora el miedo es el territorio que los que tienen el poder tratan de ampliar para imponer su tiranía.

      • Francisco Javier
        17 febrero 2011 a 20:55 #

        El porqué del miedo en el cuerpo docente merecería una reflexión. Yo no alcanzo a comprender la razón de este miedo, aunque me parece muy posible -y perdón por repetirme- que básicamente la causa sea la inseguridad laboral. Los tiempos que corren son de una inseguridad creciente y el trabajo es un bien muy escaso. La seguridad de que gozaron los funcionarios en un pasado reciente y unos sindicatos más combativos, ha dado paso a una situación nueva en la que las certezas se han tornado incertidumbres (recordemos el caso reciente de Irlanda con despidos masivos de funcionarios.) Visto lo visto, no es de extrañar que haya miedo y que este miedo vaya a más. Eso no significa en modo alguno que esté justificada la pusilanimidad que nos caracteriza, políticamente hablando.

  13. Ana Belén
    13 febrero 2011 a 21:22 #

    Un gran artículo que mete el dedo en la llaga. Saludos a su autor y a los comentaristas.

  14. 15 febrero 2011 a 19:33 #

    «Siento que estoy timando a los alumnos»

    Un profesor de Gallego del IES As Barxas, obligado a impartir clases de Música sin saber nada de la asignatura

    Xoán Álvarez lleva desde el miércoles pasado impartiendo clases de Música en el IES As Barxas de Moaña. Este profesor de Lingua e Literatura Galega confiesa no tener idea de la asignatura que se ve obligado a enseñar, pero que no le queda más remedio que hacerlo ante la amenaza de la apertura de un expediente. No es el primer caso que se da en Galicia de este tipo, ni será el último. Los que se denominan asignaturas afines es para las autoridades educativas un cajón de sastre en el que todo tiene cabida, máxime cuando no hay una reglamentación sobre estas asignaturas.

    JUAN CALVO – MOAÑA

    Xosé Álvarez vive su particular esperpento. Educación le llamó para cubrir una plaza en el IES As Barxas como profesor de Lingua e Literatura Galega, pero resulta que la persona a la que cubre tenía también como asignatura afín Música. Así que nada más llegar le endosaron 8 horas de Música a la semana. Afirma que alucinó cuando se lo dijeron e incluso llegó a proponer que se pensara en otra persona que reuniera los requisitos, pero le dijeron que no, que tenía que aceptarlo bajo amenaza de apertura de expediente. Este profesor natural de Redondela y residente en Pontevedra aprobó las oposiciones en 2008 y es ya funcionario, aunque no tiene plaza y se dedica a realizar sustituciones.

    Sus alumnos de segundo de ESO le preguntaron nada más llegar si iban a enseñarles a tocar la guitarra, como había hecho otro profesor y él respondió de forma totalmente sincera, que no sabía ni como decirles que tenían que poner las manos, que no sabía nada de la asignatura de Música y que tampoco le habían dado tiempo para instruirse. Gracias a un compañero del centro se va zafando como puede, pero es consciente que este método influye en la calidad de la enseñanza y que no ayuda para nada a mejorar las catastróficas cifras del fracaso escolar y que contribuye a denostar todavía más la educación pública. Con los apuntes de su compañero consigue poco a poco sacar un clase adelante, pero si algún alumno se sale del guión afirma que está perdido. «El otro día me preguntaron unos alumnos sobre la intensidad y la altura de la nota. No supe que contestarles. Me sentí totalmente perdido y ellos lo saben. Hay alumnos que saben mucho más que yo. Así no contribuimos a mejorar nada. Hubo quien me propuso que durante la clase pusiera vídeos, algo que, de momento, no está permitido, pero seguro que llegaría un momento que los alumnos se aburriría también.». Xosé Álvarez está convencido de que con esta fórmula se le está dando un tremendo palo a la asignatura de Música. «A mí me da pena, siento que estoy engañando a los alumnos. Yo ya se lo dije».

    Pero hay más casos que el suyo. Xosé Álvarez relata el de un profesor de Música que tuvo que dar clases de Matemáticas en un instituto y el de una profesora de Inglés que estuvo obligada a impartir clases de Francés, idioma totalmente desconocido para ella. Ninguno había puesto como asignatura afín la que le obligaron a impartir.

    Xosé Álvarez desconoce de cuanto tiempo será la baja que tiene que cubrir, pero no se puede imaginar que sea durante todo el curso. «Mis alumnos no estarán en igualdad de condiciones frente a otros que tuvieran un profesor que sí sabe de Música. ¿Cómo los voy a evaluar?»

    La Consellería de Educación manifestó ayer que Xosé Álvarez está como profesor de Gallego y que como asignatura afín tiene ocho horas de Música, que era así. No se extendió en dar más explicaciones.

    • Música indocenta
      16 febrero 2011 a 12:44 #

      Malo es que te toque estafar con la música a niñ@s del primer ciclo de la ESO.

      Peor es la estafa sistemática a alumn@s des 2º ciclo de la ESO en la CAPV que raro es el instituto de la Pública donde dispongan de profesor de música que sepa música; las horas se adjudican al Departamento de Historia y , en muchos casos, además de no prepararse para darlas y hacer lo posible para acapararlas, «por si acaso», se niegan a repartirlas entre todos y se las adjudican «de oficio» al interino de turno. Ello sucede con la connivencia de «casi» todo el mundo-incluídos los afectad@s que, o aceptan la plaza o se quedan sin trabajar.

      Si, tras un tiempo de trabajar en el instituto( dos , tres o más cursos) , intentas negociar el reparto del marrón: : Ninguneo y/o acoso a fondo. A veces: derribo. Entre todos la mataron y ella sola se murió:

      Me refería a la música: ¡¡malpensados!!.

      ……O no.

  15. 20 febrero 2011 a 13:48 #

    Aquí tenemos una razón para explicar el porqué de las tragaderas en el mundo universitario.

  16. José Miguel
    12 febrero 2011 a 13:25 #

    En conclusión. Toda norma tiene tres dimensiones: el contenido, la justificación y la fuerza de obligar.

    La casta psicopedagógica introducida por el PSOE, respecto del contenido, no tiene conexión con la real praxis docente; su justificación es pura falacia donde las haya, como todo intento que procure argumentar la pertinencia de una idea sin conexión con la realidad; y, obviamente, desde estas dos degeneradas dimensiones anteriores, la fuerza de obligar también está desconectada de aquellas dimensiones (pues cómo va a surgir el impulso de cumplir ciertas normas si son ficciones), y proviene de la pasta. Porque la pasta es la pasta y eso somete a muchos. Y quien no se somete queda arrumbado hasta que lo jubilen.
    De todos modos, creo que el artículo sigue sin explicar lo que plantea: ¿qué hace que la gente se someta a la pasta con tragaderas cósmicas? o, de otro modo, ¿por qué hay sujetos que ceden, incluso de forma indigna, y otros no, a pesar de las negativas consecuencias personales que pueda conllevar? Esto es otra historia, estimado Juan Antonio.

  17. José Miguel
    12 febrero 2011 a 14:15 #

    Se me olvidó añadir otra cuestión: ¿por qué las tragaderas cósmicas que caracteriza al gremio de profesores no se da en otros gremios que suelen ser mucho más combativos gracias, precisamente, a esa comunidad de intereses?

  18. Raus
    12 febrero 2011 a 17:29 #

    Estimado José Miguel, yo creo tener alguna idea de por qué tantas tragaderas. Las fauces del buenismo y la corrección política han hecho presa de nuestra sociedad, pero con más intensidad en el mundo de la infancia, donde toda ñoñería encuentra su asiento (y, si no, véase lo de decidir no hablar de exámenes para no traumatizar a los alumnos y mil pamemas más por el estilo). La cuestión es que el docente tiene una relación jerárquica respecto del alumno; es decir, una autoridad. Y eso es lo imperdonable para la mentalidad dominante. Cuando un docente quiere reivindicar sus derechos y no aceptar el trágala con que le viene el pedagogo de turno, se da cuenta de que tiene por delante un muro de objeciones buenistas casi infranqueable. Dicho de otro modo: desde la perspectiva oficial, sus reivindicaciones atentan directamente contra el colectivo de niños y jóvenes, lo que los hace parecer algo así como monstruosamente egoístas. En otros gremios funcionariales esto no pasa de manera tan clara, ni entre funcionario y ciudadano o usuario se establece una relación laboral permanente o duradera (como sí se establece entre maestro, alumno y padres). Para colmo, el colectivo de alumnos está respaldado por el colectivo de padres, sus más fieles guardianes. En la medida en que los intereses de los alumnos son, en gran medida, los intereses de los padres, toda reivindicación efectiva del profesorado hallará frontal oposición en esos padres. La participación (injerencia) de los padres en los centros es enorme, quienes están organizados con un claro carácter opositor en relación al profesorado. La oposición ya está organizada en las APAS. Así que cualquier maestro sabe perfectamente que sus reivindicaciones serán calificadas como antidemocráticas y contrarias a los intereses de niños. Y eso arredra al más pintado. Las quejas quedarán sólo para los pasillos. No es que los docentes sean más venables que cualquier otro gremio funcionarial, sino que sufren condiciones laborales especialmente delicadas (su relación con los sagrados niños) dada la mentalidad actual… Mas nada de todo esto justifica tantas tragaderas.

  19. José Miguel
    12 febrero 2011 a 20:20 #

    Raus, has explicado muy bien uno de los aspectos que determinan las actitudes claudicantes. Si me permites, sólo un apunte sobre una frase: «Y eso arredra al más pintado». Sé que tiene más bien sentido retórico, pero habría que decir que hay quien no se arredra, que opone una ardua lucha contra la impostura pseudopedagógica. Y esta realidad hay que tenerla siempre presente porque nos salva a todos, tal como decía Unamuno en «Vida de Don Quijote y Sancho»: «Sí, hay que repetirlo una y mil veces: con que una vez, una sola vez, acabases del todo y para siempre con un solo embustero se habría acabado el embuste de una vez para siempre.» Pero para desvelar el embuste hace falta cierta preparación académica que dote al docente de fortaleza dialéctica capaz de contrarrestar la mendacidad, de formación teórica potente. Y esto es lo que no observo en muchos docentes, que sí, competentes en su especialidad académica, pero cuando se les saca de ella, se encuentran indefensos para combatir dialécticamente contra la casta psicopedagógica. Esa carencia hace que muchos crean que los planes y programas psicopedagógicos al uso posean bondades, les impide discriminar, analizar sus contradicciones. Otros, sí, critican, pero son genéricas, sin fuste dialéctico, con inseguridad. Y otros se creen a pie juntillas cualquier charla de una reunión de tutorías. Excuso hablar de los que sólo pretenden medrar y hacer como que creen en el asunto.
    De todos modos tampoco respondería a la pregunta de por qué unos hacen genuflexión y otros mantienen su firmeza. Porque hay quienes desde su propia praxis docente encuentran la suficiente consistencia crítica para no plegarse a la tiranía melifluamente ejercida de los psicagogos. Pero la praxis sin teoría consistente es errática la mayor de las veces (y, claro, la teoría sin praxis es vacía, que es la realidad psicagógica actual).
    Un saludo.

  20. Raus
    13 febrero 2011 a 6:26 #

    Estoy totalmente de acuerdo con lo dices, José MIguel. De hecho, esa insuficiencia dialéctica de que hablas ya la había pensado. Me parece rigurosamente cierto. Para rebelarse no sólo hacen falta agallas, sino también ideas claras y la seguridad personal de que se sabrá salir airoso de un encontronazo con los de la secta. A esta insuficiencia dialectica de bastantes hay que añadir la dificultad que cualesquiera docentes, incluidos los más hábiles en la lides de la argumentación, hallarán a la hora de idiscutir estos asuntos. Hay que entender que la secta parte de una considerable ventaja: sus ideas están plenamente implantadas en los centros, parecen incuestionables. Para desmontar todo ese mastodonte de falacias hace falta el lugar y el tiempo adecuados, lo que no es fácil de conseguir en el día a día de una escuela. Un medio como el que brinda un blog es otra cosa: el docente encuentra la manera de expresar sus ideas de manera ordenada y tranquila. Pero observemos un hecho evidente: incluso en un medio como éste, idóneo para la expresión ordenada de ideas, son muchos los artículos y reflexiones que se han necesitado para que, entre todos, nos hagamos una idea bastante fiel del diagnóstico de la escuela actual. Son factores de peso que no pueden pasarse por alto si queremos comprender, al menos en parte, a qué se debe esa pasividad docente.

    Nunca podríamos sobrestimar el daño que está haciendo el relativismo a la escuela y la sociedad. Porque todo este desbarajuste se deriva, en gran parte, del desprestigio galopante que sufre el conocimiento objetivo. Si el conocimiento objetivo está devaluado, entonces no cuenta tanto saber cosas y conocer la realidad como el título que, supuestamente,servirá para conseguir una salida laboral. En tal caso, el docente es visto por políticos, pedagogos y ciudadanos no como ese señor que forma al niño y le enseña cosas de gran valor, sino como esa suerte de estorbo que se interpone a mala leche entre el alumno y el título. El docente ya no es ese profesional a quien estar agradecido por enseñar cosas útiles y valiosas al alumno, sino ese tipo que se dedica, con malas artes, a dificultar al discente la consecución del título. En consecuencia, el profesor deja de ser visto como un amigo y pasa a ser considerado como el enemigo de niños y jóvenes (y padres). Lo que cuenta es la obtención del título, no el conocimiento en sí, aunque el título no acredite nada o casi nada.

    Saludos.

  21. Jesús San Martín
    13 febrero 2011 a 10:05 #

    Raus, ahora mismo estoy hecho un terrible jaleo, y eso es bueno, porque primero tengo que hacerme un gran jaleo para aclararme. No veo los límites de la enfermedad, ni veo el valor relativo de las variables en juego. Como un médico, totalmente desbordado por una enfermedad desconocida, paso a enumerar variables y posibles explicaciones, más con la idea de aclararme y pedir el parecer de otros doctores, que con otro fin.

    1.- Principales causas de la enfermedad: los políticos, y los docentes que hemos tragado con todo

    2.- Virus: la secta pedagógica. Como un lector indicó en un post, no nos creamos que vayamos a acabar con ella rápidamente, porque no van a soltar las prebendas.

    3.-Elementos de transmisión:

    3-i) Los pocos padres que acuden a las APAS, APOS y SAPOS. Tengo la convicción de que muchos de ellos sintieron una gran frustración en su proceso educativo y descargan su ira de esta manera. Si ira podría estar justificada, su comportamiento ¡no!

    3-ii) Las madres, la mía por ejemplo (para la que soy el niño más bueno, más guapo, más alto, más inteligente, más que remás), que a ver quien le dice que suspendo porque no tengo capacidad para ello, y llega a la conclusión de que los maestros son malos y remalos: vamos, unos hijos de mala madre (menos su hijo claro, que explica bien)

    3-iii) Todo el mundo se ve con capacidad y derecho para decirle al doctor (docente) lo que debe hacer (sin plantearse si se lo diría al piloto), y el doctor (docente) traga con todo, lo que hace sentirse fuertes a los primeros para volver a dar opiniones disparatadas en un proceso de degradación total. Pero el responsable en este caso en única y exclusivamente el doctor (docente).

    4.- Elementos que favorecen la propagación: desánimo de los doctores (docentes), distinta evaluación de la enfermedad por los doctores (docentes), irresponsabilidad social (individual: no pasa nada; social: los políticos no hacen nada), comportamiento gregario (la sociedad no analiza críticamente que el nivel de enseñanza baja respecto al que se tenía en “la dictadura”). Buenismo superlativo: las inyecciones no tendrán aguja y las pastillas amargas se sustituirán por bombones de chocolate (la enseñanza es divertida y no cuesta esfuerzo)

    5.- Sistema de salud: todos los centros están podriditos (escuelas e institutos), los laboratorios donde se podría hacer algo (universidad) ya se han contaminado.

    P.S. La variable “madre” me la hizo notar un gran amigo y autor del blog. Todas las variables han sido indicadas de un modo u otro por los participantes del blog, no son fruto de mis reflexiones.

  22. Francisco Javier
    13 febrero 2011 a 11:16 #

    Totalmente de acuerdo con vuestras reflexiones, estimados José Miguel y Antonio: es absolutamente necesario articular un discurso serio, sólido, potente, que desarme toda esa farfolla de psicología y sociología patéticas, postmodernas, base del discurso pedagógico, (en el sentido más cutre, populachero de la ya de por sí cutre Postmodernidad), New age. Por eso, yo siempre le he concedido un gran valor a lo que aquí se escribe y creo que antes de pasar a la acción -algo absolutamente necesario y un deber desde ya- o simultaneando ambas (reflexión y acción), es imprescindible la claridad de ideas. El grito, si no va sustentado por un pensamiento de calado, es ineficaz, estéril, efímero, condenado al fracaso. Muchos de los movimientos más aparentemente radicales y chillones (pensemos en las proclamas del 68 y cómo terminó todo) del pasado reciente, de lo que adolecían es justamente de ideas lo suficientemente potentes para ejercer una resistencia real y mucho menos una alternativa total plausible, una verdadera Revolución (a diferencia de la Revolución Socialista, que sí fue capaz de hacer temblar durante un tiempo al mundo entero y que llegó a realizarse -para bien y sobre todo para mal.) Todo esto viene a colación de una conversación que mantuve ayer con un amigo en la que me decía que escuchar a los psicólogos (y sociólogos) mediáticos de actualidad, hablando de las emociones, la felicidad y todos esos rollos de moda tan innovadores (lo que demuestra la profunda ignorancia de unos señores que parecen desconocer los miles de tratados, mucho más serios, que se han escrito sobre esos asuntos desde tiempos de Platón, tanto filósofos como psicólogos estrictos), le producía náuseas y una sensación de profunda miseria de las Ciencias Humanas, convertidas en mera herramienta del pensamiento único, discurso normalizador, aparato del Biopoder más repugnante y profundamente entontecedor. Yo también observo, como dice José Miguel, muchos docentes muy reacios a lo que hay, que se dan cuenta de que esto no funciona, que es una gran impostura, una falsedad, pero carecen de herramientas conceptuales para articular su rechazo, lo que les condena a la impotencia. Por eso, una vez más, es tan bueno escribir, pensar, demoler. Un saludo.

  23. Atropos YZ
    18 febrero 2011 a 8:26 #

    «En tal caso, el docente es visto por políticos, pedagogos y ciudadanos no como ese señor que forma al niño y le enseña cosas de gran valor, sino como esa suerte de estorbo que se interpone a mala leche entre el alumno y el título.»

    Iluminador comentario.

    Pues sí, y ese docente tiene que oponer poca resistencia a la consecución del bien supremo, de ese » título» que luego no vale para nada en el mercado laboral, pues todo el mundo sabe cuáles son los subterfugios con los que se ha conseguido.

    El tipo de docente que se quiere es justamente ese que, preparado y especializado en su materia, no sea capaz de tener una perspectiva holística de la situación, lo que repercute en una docilidad extrema.

    ¿Cómo se consigue eso? Pues bien, sólo hay que examinar el sistema de reclutamiento: EN QUÉ SE ESTÁN CONVIERTIENDO LAS OPOSICIONES. Hace muchos años ya que no se selecciona a personal formado, que los temarios se están reduciendo drásticamente y que el peso de la parte llamémosle «burocrática» alcanza porcentajes superiores a sesenta y setenta por ciento de la nota de la oposición.

    Saben lo que hacen.Unos profesores con no demasiada formación (nunca he considerado formación el ser especialista en la propia materia, faltaría más) para un alumnado embrutecido.Gente agradecida de que ha podido encontrar su sitio al sol, amparado por la «filantropía» del Estado.Gente que en el fondo conoce sus limitaciones y que cree, pese a todo, estar cumpliendo un trabajo con condiciones privilegiadas.

    Esto no le pasa a una persona que cree que su formación es sólida, que sus conocimientos son valiosos.Pero éstos están en franca retirada.

  24. Raus
    13 febrero 2011 a 13:30 #

    Excelente síntesis, querido Jesús. La cosa merece analizarla con detenimiento, porque no me creo que la pasividad docente no tenga poderosas razones. Estamos hablando, en general, de personas inteligentes y cultas. Hay que pensarlo e intentar unir cabos.
    Un abrazo.

  25. José Miguel
    13 febrero 2011 a 13:54 #

    Cuidado, cuidado, que caemos en el principio socrático de identificar conocimiento, cultura… con virtud. Y, no, no… eso no es así. El siglo XX nos dio una palmaria muestra de ello. Es otra cosa y no está en los libros. Sócrates sí que tenía gran razón en una cuestión: la virtud no es enseñable (por mucho que los psicagogos nos vendan la moto de que ellos son los expertos en tal menester; por cierto, en demasiados post de esta página también se vende tal idea por parte de algunos).

  26. Raus
    13 febrero 2011 a 15:49 #

    José Miguel, yo, en varias ocasiones he argumentado contra la idea socrática de que la virtud mana inevitablemente del conocimiento. Porque no es así: alguien puede saber que algo está mal y, sin embargo, hacerlo. Muchas personas inteligentes y racionales cometen errores morales de gran calibre. Ahora bien, un matiz de suma trascendencia: cuando una persona que puedes considerar inteligente o racional comete un gran error moral, puedes estar seguro de que no es la inteligencia racional y lógica quien lo comete. Sería un error por nuestra parte repudiar la razón basándonos en que hubo personas inteligentes que perpetraron holocaustos. En cuanto que perpetradores de tales barbaridades, NO estaban obrando como seres racionales y lógicos. Ha habido grandes lógicos (y matemáticos, esto lo puede confirmar mi amigo Jesús) que, no obstante, eran supersticiosos y creían en cosas de lo más raras. Que una persona sea reconocida como inteligente (o como genio) no implica que esa persona se vaya a comportar racionalmente siempre, ni que vaya a hacer uso de la lógica siempre. Los grandes genocidas del siglo pasado (Stalin o Hitler…) fueron cualquier cosa menos seres racionales cuando se entregaban a sus delirios de grandeza. La genialidad puede mezclarse con la locura. Y si no nos damos cuenta de estas cosas, corremos el riesgo de identificar erróneamente la cultura y la razón como causas de desastres en los que no tuvieron parte. Ni la cultura con mayúsculas ni la Razón tuvieron ninguna culpa en esas atrocidades. Al contrario: la razón estaba ausente durante esos luctuosos acontecimientos. Nada más irracional que un holocausto, una dictadura sangrienta o una guerra mundial.
    Saludos.

  27. José Miguel
    13 febrero 2011 a 18:08 #

    Realizas una separación entre razón y moral que es cuestionable. Un misil intercontinental es un producto de la racionalidad más sofisticada. Por un lado, calificar tal realidad como «error moral» o «acierto moral» dependerá del uso de tal misil. Cuando el gobierno de EEUU lanzó la bomba atómica, su principio fue hacer un mal menor que otro, de no haberse lanzado las bombas, y Japón siguiera ofreciendo resistencia, pues calculaban que la guerra se prolongaría durante mucho tiempo más, y conllevaría muchísima mayor cantidad de muertos. La cultura alemana del primer tercio del siglo XX era la más refinada del planeta, y sería una impostura desconectar esa realidad de la otra tan horrenda. Si Alemania tuvo ese poder como para desafiar prácticamente al Mundo, fue por su saber, y no olvidemos la relación del saber y del poder (los campos de exterminio eran un prodigio de organización y sistematismo que incluían complejos saberes perfectamente lógico-racionales). El régimen de Stalin eliminó a millones de personas, pero según planes y programas que hicieron de la URSS la primera potencia científica del planeta durante un determinado periodo, y esto, desde luego, es bien racional. De la misma forma que el régimen franquista fue más racional que el republicano (o la racionalidad del Frente Popular) por su permanencia y duración, también fue más racional la oposición bélica de los aliados contra el nazismo, que la de este. No se trata de decir que la paz es racional y la guerra lo irracional, pues la estrategia militar es uno de los modelos de racionalidad bélica. «LA» Razón con mayúsculas, «LA» Cultura, es algo metafísico. De todos modos, te muestras radicalmente socrático (aunque sea negativamente) al escribir lo siguiente: «Ni la cultura con mayúsculas ni la Razón tuvieron ninguna culpa en esas atrocidades. Al contrario: la razón estaba ausente durante esos luctuosos acontecimientos. Nada más irracional que un holocausto, una dictadura sangrienta o una guerra mundial.» Además de presuponer que la razón, la cultura conllevan armonismo, desvinculas el mal del conocimiento. Pero, por ejemplo, hubo también innumerables episodios bélicos atroces, crueles por parte de los aliados en la segunda guerra mundial. Y yendo a lo nuestro: ¿acaso desvinculas la propia realidad de esta página denunciando las atrocidades de determinada psicpedagogía y el mal causado en el actual sistema educativo? ¿Crees que esa psicopedagogía no posee racionalidad? Claro que la posee, y nosotros le oponemos otra racionalidad. Pero, por ahora, el poder está en sus manos, e imponerse así incluye racionalidad, ya lo creo que sí.

  28. Jesús Sann Martín
    13 febrero 2011 a 18:59 #

    Tengo una amiga, doctora, excelente matemática, es atea pero supersticiosa. Se me hace rarísimo, si quieres creer en el algo cree en un dios, pero ¿superstición?, que ella misma puede destrozar con sus conocimientos de probabilidad.
    Tesla era supersticioso, y un genio de los grandes. Encontrarás muchos.

  29. Raus
    14 febrero 2011 a 17:10 #

    Dicen, José Miguel, que hablando se entiende la gente. No siempre, desde luego, pero hay que intentarlo. Empecemos con lo del misil. ¿Dónde he dicho yo que la existencia de misiles es un “error moral”? Repaso mi escrito y no veo nada que permita deducir que yo considere la fabricación de misiles como un “error moral”. Dices, y dices bien, que será el uso que se le dé al misil determinará la calificación de tal realidad. Se siguen de tus palabras que entiendes que se puede hacer un uso moralmente erróneo de los misiles intercontinentales. Análogamente, también se puede hacer un uso moralmente erróneo de sofisticadas cámaras de gas, ¿no te parece? Las cámaras de gas y el plan de exterminio que urdieron los nazis pudieron estar muy racionalmente calculados, pero hombre, el mismo exterminio en sí es cualquier cosa menos racional. Es, de hecho, un acto de barbarie terrible. Por definición, la barbarie no es racional. Antes lo contrario: la barbarie es sinónimo de irracionalidad. Los autores del genocidio nazi (o estalinista, tanto da) serían muy inteligentes o cultos, pero cuando concibieron el genocidio y lo llevaron a cabo se comportaron como los seres más imbéciles del mundo. Como auténticos burros sin conocimiento alguno. Obraron haciendo caso omiso de la razón, de la lógica. Porque sí, toda la maquinaria o aparato levantado para sacrificar a millones de inocentes pudo ser un alarde de inteligencia, pero las ideas que justificaban según ellos el holocausto en sí, estaban completamente ayunas de razón. ¿Cuáles eran esas ideas? Todos las conocemos. Que la raza aria es superior al resto y que lo mejor era “hacer limpieza” étnica en pos de un futuro de gran purea racial. ¿Es esto racional? ¿Es esta sandez hija de la inteligencia y la lógica? ¿Había algún espíritu científico detrás de esas ridículas ideas? Hombre, de los judíos se podrá decir lo que sea (bueno o malo), pero no precisamente que son tontos o inferiores. La lista de judíos geniales podría ser bastante larga. Pero, incluso si hubiera datos fiables para poder concluir que los arios son superiores al resto, incluso en tal caso, no encuentro manera de justificar la aniquilación de los inferiores. No había ni una migaja de racionalidad en el racismo criminal nazi, ni una migaja.

    En Deseducativos reclamamos una escuela excelente; es decir, una escuela culta, ilustrada e inteligente. Tú, amigo José Miguel, reaccionas en contra por lo que veo. Nos recuerdas que sociedades con cultura muy refinada perpetraron grandes crímenes. ¿La solución es, entonces, según tú, mirar con recelo la cultura, la razón y la inteligencia? En tal caso, mejor adoptamos las ideas de la secta pedagógica y listos. Sí, porque lo que esa secta pretende (y está consiguiendo) es una escuela zafia e inculta. Lo que demuestra la perpetración del holocausto nazi o el genocidio estalinista es que el uso de la razón no es siempre homogéneo. Podemos utilizar el más refinado cálculo racional para unas cosas y, por otro lado, hacer caso omiso de los dictados de la razón. Los nazis no obraron siempre con lógica y racionalidad. Cuando concibieron sus macabros planes de extermino, su pensamiento no era ni lógico ni racional ni científico, sin todo lo contrario. Que pudieran ser muy lógicos para ciertas cosas no significa que lo hubieran de ser para todas. Podría hablar aquí de muchos hombres geniales en lógica (véase “Los lógicos” de Jesús Mosterín) que, sin embargo, se conducían en la vida como seres ilógicos. ¿Pero qué culpa tenía la lógica de ello? La solución no puede ser apelar a una sociedad menos culta e inteligente. Al revés, de lo que se trata es de que el imperio de la Razón alcance todos los rincones del pensamiento y la actividad humanos. Si los nazis o los estalinistas hubieran pensado con lógica y hubieran hecho caso de ella, jamás habría tenido lugar el holocausto.

    Es preciso extender el uso de la lógica a las cuestiones morales, de suerte que el ciudadano pueda guiarse con el necesario sentido de la justicia. Soy socrático en cuanto que vinculo la razón con la virtud, en el sentido de que entiendo que para ser virtuosos debemos ser racionales, lógicos. Si procedemos sin lógica, cualquier estulticia o barbaridad es posible. Mas no soy socrático en sentido cabal, pues, al contrario que Sócrates, no creo que el sólo conocimiento del bien nos lleve a hacer el bien inexorablemente. Para hacer el bien hace falta conocimiento y voluntad. Por tanto, entiendo que el conocimiento es condición necesaria para lograr la virtud en la práctica, pero no suficiente. Si ya empieza uno por pensar erróneamente (como los nazis con su racismo), difícilmente darás en el clavo. Si aciertas, será por casualidad. Por eso es necesario un buen desarrollo de la lógica y que ésta sea aplicada a todos los órdenes de la vida. Pero insisto en que no es suficiente: también se precisa voluntad y entrenamiento para forjar el carácter.

    Los errores morales son también errores de lógica. En consecuencia, requerimos hacer uso de la lógica para no incurrir en errores morales. No todo error en lógica comporta un error moral, pero todo error moral encierra un error lógico.

    Me dices que “La Razón y La Cultura” con mayúsculas son algo metafísico. A mí me parece que todo el mundo (o casi) sabe a qué me refiero con Cultura con mayúsculas. A ésa que se hace eco de las obras clásicas y universales y bebe de ellas. Esa Cultura que, guiada por el pensamiento racional, ha sido capaz de levantar los grandes edificios de la filosofía, la ciencia, el arte, la medicina y la justicia. No hallo nada “metafísico” en ello. Y si nos ponemos a cuestionar si existe una razón universal o la evidencia, mala cosa, pues, entonces, nos dejamos arrastrar por el subjetivismo relativista que tanto daño está haciendo. Las prescripciones de la razón y la lógica son universales. El razonamiento lógico es igual para todo el mundo. Tan cierta es para un indio del Amazonas la conclusión del modus ponens como lo es para mí. Si “A”, entonces “B”; “A”; por lo tanto “B”. No hay lugar a la interpretación. La lógica es prescriptiva y universal.

    ¿Por qué digo, con Sócrates, que razón y virtud están relacionadas? Es una relación fácil de observar. Si mi intención es guiarme bajo la batuta de la razón, yo comprobaré que no hay razones científicas (valga la redundancia) para pensar que la raza judía (o la población judía, o la gitana) es inferior a la aria. Y puesto que el judío y el ario son iguales, la lógica (la lógica objetiva) impone que judío y ario deben ser tratados igual. Es una imposición lógica: lo igual debe recibir el mismo trato. Si das diferente trato a lo que es igual, te sales de las lindes lógicas, del cerco racional. No hay fundamento para pensar que los martes trece sean objetivamente peores que los martes que no caen en trece. Por tanto, si uno reacciona de manera diferente ante los martes trece, comete un error racional. Esa reacción diferente no está justificada. Por eso decimos que el que así procede no se comporta como ser racional. En otros órdenes de la vida, ese hombre supersticioso respecto de los martes trece, quizá pueda conducirse con lógica y racionalidad; sencillamente, no es incompatible. Bobby Fisher, quizá el más genial ajedrecista de todos los tiempos, era, sin embargo, un hombre extraño, paranoico. Que su pensamiento fuera extremadamente lógico y racional en el juego del ajedrez no impidió que se comportara como un ser desquiciado en otras muchas situaciones. Y lo mismo les pasó a los nazis: muy listos para unas cosas y muy tontos para otras. Sí, he dicho tontos. Y cafres y burros y necios. E irracionales. La solución no es apelar contra la inteligencia lógico-matemática o la razón. No, no: la solución es apelar a la máxima extensión de la razón la cultura. De lo contrario, cerramos las escuelas.

    Un cordial saludo.

  30. Francisco Javier
    15 febrero 2011 a 12:23 #

    A la mala gente con frecuencia lo que le sobra es voluntad, pero para hacer daño. La identificación de Razón con Razón instrumental ha sido muy dañina, al llevar la sospecha bienintencionada a unos extremos auto-destructivos, que en vez de ayudar a ser más fuertes contra los totalitarismos y las perversiones del relativismo, han debilitado el pensamiento. Para mí, el misterio, el misterio del mal, radica en la incapacidad de apertura del ser humano ante la Ley Moral (la Racionalidad moral), que haya personas incapaces de captar valores estéticos – por razones que no alcanzo a comprender. Esta incapacidad no se resuelve con más cultura, al menos la cultura como ha sido entendida históricamente. Gente muy sencilla puede tener un sentido moral ejemplar y un gran genio ser un verdadero miserable (el caso Wagner). Creo que las razones del Mal sólo se pueden resolver de modo especulativo (metafísico-teológico.) En todo caso, defender la Racionalidad es absolutamente necesario. Un saludo, amigos.

  31. 13 febrero 2011 a 14:11 #

    Totalmente de acuerdo, Francisco Javier. Quizás una de nuestras tareas más ineludibles, porque es para la que estamos realmente preparados, sea la de dar forma efectiva a la crítica. Como decía Deleuze, «crear el concepto». El artículo de García Amado desbroza el terreno, sitúa la pregunta. Cuando llegué al Instituto donde ahora estoy hace ya unos cuantos años cualquier reflexión teórica sobre nuestro oficio era imposible. Los profesores asistían boquiabiertos a toda la palabrería que les colocaban los comisarios y a duras penas era posible escapar de la mala conciencia que los charlatanes habían provocado: «la culpa es mía, que no lo hago bien». La mala baba de colectivos como el que, con la ayuda de la Administración, promovió el panfleto «No es verdad». Todavía tenemos por ahí rondando a alguien que se cree que estamos hablando de problemas que se resuelven «empatizando con el alumno», y que confunde una discusión sobre política educativa con la que se referiría a los pormenores de la didáctica. En general, si es ya muy difícil hablar de esto con los Profesores de Instituto o de Universidad, peor todavía con los Maestros, que perdieron la conciencia de la responsabilidad de su trabajo cuando les facilitaron la posibilidad de no rendir cuentas, de no tener que dar razones, de no estar obligados a proporcionar un título. Y lo malo es que todos los problemas de nuestra profesión empiezan por ahí abajo. Tú corta el árbol por las raíces y después dime qué crece además de la mala hierba. Buen artículo, Juan Antonio. Y enhorabuena por la vuelta de «Faneca».

  32. Raus
    13 febrero 2011 a 14:23 #

    Así es, estimado F. Javier. Sería extraordinario creo yo que aquí pudiéramos ofrecer argumentos contundentes para utilizarlos contra la secta, de suerte que hasta el docente disidente con poco tiempo de organizar su pensamiento, encontrara algo así como una guía fácil que le permitiera discutir en condiciones en el día a día. Una guía eficaz de respuestas pre-meditadas que pusieran en evidencia las tonterías de los pedagogos y neutralizara sus sandeces. Para ello tendríamos que hacer un recopilatorio de temas frecuentes en las escuelas que cualquier maestro debería saber refutar con solvencia. Identificados esos temas (que pueden ser muchos), deberíamos idear aquí el tipo de respuestas que el docente debería asimilar y ensayar. No sé si he llegado a explicarme.
    No saber qué decir exactamente ante una mamarrachada psicodélica de los pedagogos puede ser uno de los más potentes frenos a la disidencia. Hay que reparar en que no es asunto menor. En psicología es muy común este tipo de cosas: un chico tímido que no sabe cómo ligar. La timidez viene muchas veces de no saber qué decir, del temor a hacer el ridículo, a meter la pata.Cuando al chico en cuestión se le proporcionan un guión eficaz sobre el que apoyarse, la timidez suele desaparecer: No es que no supiera qué hacer por ser tímido: es que era tímido por no saber qué hacer y qué decir. El entrenamiento lo es todo.
    Saludos.

  33. marile
    15 febrero 2011 a 21:10 #

    Si has de utilizar tu psicología para ello te aconsejo la ipnosis, te ahorará muchas explicaciones.
    Un saludo

  34. marile
    15 febrero 2011 a 21:14 #

    Este comentario era en respuesta a

    Raus dice:
    13 febrero 2011 en 14:23

  35. Raus
    15 febrero 2011 a 21:53 #

    Lleva usted razón, Marile. Así, con la hipnosis (digital), me resultará más fácil manipular conciencias. No es otro mi objetivo.
    Un saludo.

  36. Raus
    18 febrero 2011 a 15:07 #

    Así es, amigo Atropos. Estamos ante un sistema escolar suicida. Hay dos macrofactores que explican en buena medida la progresiva desautorización del docente y la degradación del saber. Son factores complementarios. La pseudo-progresía política los ha elevado a categoría de sagrados.

    1) Por un lado tenemos el igualitarismo social, cuya demoledora enjundia ha erradicado la autoridad otorgada al mérito (al mérito del docente en este caso). Si todos hemos de ser iguales en todos los sentidos, el mérito del licenciado, doctor o catedrático ha de ser duramente cuestionado o negado.

    2) Por otro lado tenemos el relativismo epistémico (ético y estético también), el cual hace que el conocimiento académico y la formación reglada pierdan prestigio o que, incluso, sean vistos con enorme recelo general. Si lo mismo da saber esto que lo otro y ocho que ochenta, la importancia del maestro desaparece; su autoridad queda en entredicho y su función sumida en un mar de dudas.

    Y todo esto explica, igualmente, por qué se trivializa el proceso de selección docente y el material de las oposiciones. Asistimos al triste espectáculo de nuestro propio suicido lento, y nadie parece tener fuerza para pararlo. Algunos ya sabemos que moriremos con las botas puestas.
    Saludos.

  37. Jesús San Martín
    18 febrero 2011 a 15:17 #

    Genial, no se peude decir más con menos. Como diría Gracian: «lo bueno si breve dos veces bueno.»

    +++
    P.S.
    Ayer estuve con una amiga, todos sus alumnos han suspendido el cálculo. El bocazas de turno le preguntó que qué opinaba el rectorado, a lo que mi amiga contestó “uh, van a carear las clases, para ahorrarse la luz, la calefacción y el sueldo del profesor, dado que no estudiáis nada”. Nada nuevo, hace pocos días un alumno me preguntaba que si era cierto que íbamos a repetir el examen de álgebra, porque no se había alcanzado cierto número de aprobados. Respuesta ¿de dónde sacáis esas tonterías? Antes les faltaba un hervor, ahora les sobran dos “erbores” logsianos.

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