Los mamarrachos. Sobre el pacto educativo

Sabido es que cuando los regímenes o sistemas políticos se acercan a su fin, además de en unas cuantas cosas más, caen en el absurdo. Los Estados Confederados del Sur, durante la guerra civil norteamericana, poco antes de capitular liberaban a los esclavos que se alistaban en su ejército, en teoría, una de las causas por las que habían ido a la guerra. Los dirigentes nazis de Alemania, en 1945, lanzaban confusas proclamas sobre que combatirían al lado de los aliados occidentales en contra de la Unión Soviética. Y sin remontarnos tanto tiempo atrás, llegamos a nuestro presidente del gobierno, Sr. Rodríguez Zapatero. No vamos a insistir en anuncios de la mañana que se desmienten por la tarde para decir al día siguiente que sí pero no, en asistencia a desayunos de oración en Washington para hacer un supuesto discurso laico sacando por los pelos citas de la Biblia, en ver a Carod Rovira y a los del PNV abogando por pactos de estabilidad para esa España que otras veces dicen querer finiquitar. Vamos a lo que nos interesa. Llevamos bastantes semanas en las que cada dos o tres días alguien dice que se está gestando un pacto por la educación. Sale el ministro de educación, Sr. Gabilondo, y nos cuenta que el consenso es necesario, que hay que recuperar el esfuerzo, y una retahíla de lugares comunes. Ahora está en las comunidades autónomas el rebote de la pelota del pacto educativo. Vamos a pensar un poco: Resulta que el P.S.O.E., que ha perpetrado la destrucción de la enseñanza en España desde 1990, antes incluso, ahora en las postrimerías del Zetapismo (no llegará a 2012), clama por el respeto, la autoridad (con un par de epítetos, eso sí), el esfuerzo… Todo aquello que desterró de las aulas condenando a varias generaciones a la estulticia. Las comunidades autónomas, esos gobiernillos que con paciencia y derroche de millones en fastos y tonterías han ido construyendo diecisiete sistemas educativos, son las que deben coadyuvar al gran pacto, al gran parto de los montes, habría que decir. Precisamente ahora, algunos celebran que hace diez años que las comunidades asumieron las competencias educativas. Desmembramiento del sistema educativo, y construcción de satrapías para unos cuantos, que en circunstancias racionales no pasarían de “don nadie”. Sin duda es lo que celebran.

Con esto del pacto educativo pueden pasar varias cosas: que se enreden entre ellos por las rencillas de siempre y no se llegue a ningún sitio; que se pongan de acuerdo, lo firmen, y tampoco se llegue a ningún sitio. ¿Cuál habría de ser la actitud de los docentes? También caben varias posibilidades: que no sea ninguna, para seguir con nuestra actitud de zombis inertes; que nos alegremos de que ya se empiecen a considerar la autoridad y la excelencia, hasta asistamos a un par de cursillos autonómicos para aprender a aprender a “implementar” el engendro, pero que no duren mucho, por favor, que luego tenemos que rellenar una “porrá” de informes trimestrales para calificar las competencias curriculares significativas interactualizadas de nuestros alumnos, y además el orientador de nuestro centro nos tiene que instruir sobre cómo evitar caer en el error de la clase magistral.

Y también podemos decir no. Sí, eso tan simple de decir: NO. Probablemente nunca volveremos a tener otra ocasión para echar un pulso a la casta pedagocrática y frenar la definitiva destrucción del sistema educativo español, antes de que sea irremisiblemente tarde. No nos asustemos, que somos muy miedosos. A cada tontada que nos propongan, digamos no, y limitémonos al ejercicio honesto de nuestra profesión, a transmitir el saber de nuestra civilización, que no es poco. Y que nos manden al inspector, si se atreven. Nunca volveremos a coger a estos mindundis en otra. Deshacer el nudo gordiano es mucho más fácil de lo que parece, basta con pegarle un tajo. Algo bueno tendría que tener la crisis, y es que en la debacle del zapaterismo tenemos que conseguir, no firmar un pactillo más, sino:

  • Derogación de la mayor parte de lo legislado en educación a partir de 1990, y mientras se redacta una ley, promulgación de varios decretos que logren:
  • Transformación de la actual ESO en un Bachillerato Elemental. El actual en uno Superior. Que se considere la posibilidad de una Primaria hasta los 14 años.
  • Posibilidad de optar por la Formación Profesional a partir de los 12 o, al menos, 14 años. Y puentes fluidos para poder pasar de un camino al otro.
  • Desaparición, progresiva si se quiere, de toda la morralla psicopedagógica de los programas. Que se enseñen contenidos, no actitudes ni competencias básicas.
  • Retirada de las competencias educativas, más allá de las de mera gestión de instalaciones, a las comunidades autónomas, y asunción de las mismas por un Ministerio de Educación que deje de ser una coordinadora de 17 consejerías.

Sí, ya sé que estas medidas no corresponde tomarlas a los docentes, ni siquiera a la sociedad civil, sino a un gobierno. Por eso, tenemos que actuar para que quien asuma el poder tras la caída, no lejana, de Zapatero y los suyos recoja esta demanda coherente e inaplazable.

Y lo que sí nos corresponde es empezar a ser acreedores del respeto que reclamamos. Porque hemos hecho mucho el mamarracho durante estos últimos 20 años. Sí, sí, el mamarracho. Eso que el Diccionario de la Real Academia Española define como figura defectuosa, ridícula, no merecedora de respeto. Y yo el primero, como profesor de francés, una asignatura que se presta especialmente por su condición de optativa “vendible” a pasarse las clases haciendo crêpes, oyendo hip-hop tribal y viendo diapositivas de Tintín, no sea que los mozos y mozas se traumaticen por aprender unos participios.

Hemos hecho el mamarracho de tantas formas:

Tú que te has convertido en un burócrata cargado de kilos de papel de informes actitudinales y demás memeces.

Tú que en aquel examen en el que suspendió la mitad de la clase bajaste la cabeza cuando el director te dijo que te iba a echar a los padres encima, e hiciste uno nuevo con contenidos mínimos.

Tú que cuando un alumno energúmeno te gritó en clase que iba a llamar a sus colegas para que te violaran a la salida, aceptaste bienintencionada el plan de alumnos mediadores, compareciste cariacontecida ante un “tribunal” de estos jefecillos de recreo y tuviste que pedir perdón por ser seria, dar clases aburridas, mientras el que te insultó se echaba unas risas.

Tú que aceptaste la sugerencia del orientador de sustituir tus clases “magistrales” por las nuevas tecnologías, empezaste a hacer trabajos con tus alumnos a través de una red social de internet, para comprobar que no se molestaban ni en quitar las cabeceras de las web que copiaban, y al final, te pusieron a caer de un burro a través de la misma red social.

Tú que, cuando los cuatro progres pedabobos en la sala de profesores, comienzan a hablar mal de la compañera X, una chapada a la antigua que hace aprender cosas de memoria, asientes tímidamente, dices “a ver si se jubila” y corres veloz a la máquina de café.

Tú que cuando en aquel programa de intercambio internacional, al llegar al instituto del país Y les hicieron un examen básico a tus alumnos y te dijeron sutilmente que los únicos grupos adecuados al nivel que demostraban eran los de educación especial sentiste ganas de gritar “tierra trágame”, pero sonreíste con cara de gilipollas.

Y en fin, todos, que callamos y aceptamos que nuestra formación sean cursillos de risoterapia y pilates en vez de carreras universitarias. Todos estos casos son verídicos, lo único que he hecho es no citar nombres.

Ahora más que nunca está en nuestras manos que las cosas comiencen a cambiar. Podemos seguir igual, eso sí, en cada recreo criticando lo mal que nos va todo mientras sorbemos el eterno café. Podemos entrar en disquisiciones sobre si la semilla del mal ya estaba plantada antes de la LOGSE, si en otros países es parecido. Y podremos tener hasta razón, incluso podemos llegar a convertirnos en conferenciantes de éxito. El Sr. Gabilondo era uno, antes de ser ministro. O podemos dejar de hacer el mamarracho. Y nos va a costar, los primeros pasos requieren valor; aunque sin exagerar, que tampoco vamos a asaltar un parapeto.

¡Acción!

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14 comentarios en “Los mamarrachos. Sobre el pacto educativo”

  1. Alonxo
    5 marzo 2010 a 17:02 #

    Posiblemente el Presidente Zapatero no tenga la culpa del cambio climático. Digo, posiblemente.
    Los profetas apocalípticos que anuncian el fin del mundo cada media hora, en 2004 aventuraban que el recién elegido Presidente de Gobierno no duraría dos meses. Las profecías continuan y siguen errando. Bien cierta es la necesidad de un cambio importante en el modelo educativo, como también lo es que no debe limitarse solamente a los contenidos y menos aún a tratar a los alumnos como huchas donde ir ahorrándolos. Un saludo.

  2. Juan
    5 marzo 2010 a 18:49 #

    Total y absolutamente de acuerdo con el artículo. Lo único que echo en falta es una reflexión sobre el método, sobre cómo vamos a lograr todo eso. ¿Qué tal la palabra HUELGA?
    Ya echamos a punta piés a un señor Ministro de Educación una vez, ¿se acuerdan de Maraval? Pues bien, sólo una huelga bestial, así de claro, una huelga que deje tirados a los niños en las escuelas y en los institutos hará algo para conseguir eso. De otra forma nos jubilamos escribiendo artículitos y haciendo webs disidentes y muy críticas.

    (Por cierto, no entiendo a Alonxo, ¿nos está llamando apocalípticos a los críticos?)

    Saludos desde Crisis Educativa.

  3. MLL
    5 marzo 2010 a 19:26 #

    Yo creo que lo malo no son los gobiernos, sino nosotros (los españoles). Que Dios nos pille confesados…

  4. Carmen
    5 marzo 2010 a 19:35 #

    Totalmente de acuerdo con el articulo, en éste aparece una frase clave «no seamos tan miedosos» para entender que gracias a que digerimos todo lo que nos dan, tenemos el fantástico sistema educativo que nos merecemos. La palabra HUELGA INDEFINIDA, a la que parece que se refiere Juan, parece ser que asusta a los bolsillos de quienes justamente enstamos padeciendo este descalabro cada dia, gran contradicción!
    Mientras sigamos teniendo miedo y no cambiemos la mentalidad, todo quedará en quejas de pasillo.

  5. 5 marzo 2010 a 22:50 #

    Me parece que post como estos no contribuyen a la mejora de la enseñanza porque creo que dan una imagen absolutamente distorsionada de ella.

    Desde luego estas cosas no pasan en los institutos que yo conozco. También puede pasar como en la mili. Que unos hagan cuatro guardias y otros se chupen tropecientas. Lo que quiero decir es que el episodio que cuenta de la profesora a la que amenazan con violar… no digo que no haya pasado en algún instituto de este país pero me parece absolutamente increible que pase en la gran mayoría de los institutos de España.
    En los institutos que yo conozco (Castilla y León) la reacción de la dirección del centro hubiera sido -cuando menos- la expulsión del alumno amenazador por bastante tiempo .
    Hace poco me contó algo parecido una profesora de Albacete (menos grave la amenaza) y ya no recuerdo por cuanto expulsaron al alumno pero desde luego ella se sintió plenamente amparada por su Director y no me lo contaba nada insatisfecha.

    Repito: no digo que algún instituto con algún director desquiciado no se cometa alguna tropelía como la que cuentas pero exponer casos extremos como si fueran moneda corriente desacredita a los críticos con la LOGSE (yo también lo soy) y los convierte como dice alguien por ahí arriba en «apocalípticos».

  6. 5 marzo 2010 a 23:05 #

    Bonito arranque de rabia, querido Maximiliano, no te beso porque no llego. Haces un par de cosas que creo que son el principio del camino. Primera: enrabiarte, porque hasta que no nos sintamos todos ofendidos por esto, no habrá nada que hacer; tal y como tú mismo señalas, mucha de la culpa de lo que nos pasa, la tenemos nosotros, porque nos hemos tragado sin rechistar sapos como dinosaurios. Y ésta es la segunda cosa que te alabo: la autocrítica: basta de lloriquear y de decir mami me pegan y me insultan: tengamos el coraje y la madurez de ver que hemos fallado y buscar dónde, y así, tal vez el siguiente paso sea ponernos en marcha. ¿El camino? Dar la cara y, teniendo en cuenta que somos cuatro gatos, asumir que al principio nos la van a partir (metafóricamente, claro), pero si creemos en lo que decimos… Así empezaron el PSOE o CCOO cuando eran clandestinos; nosotros, al menos, nos libraríamos de los sótanos de la DGS, que eran algo mucho peor que los inspectores a los que parecemos temer tanto. Nos hemos hecho unos burguesitos miedosos; algunos, además, ya vamos para viejos. Por nuestra autoestima y por derribar un sistema burocrático que es un puro engaño, que induce a que los alumnos salgan al final del curso sabiendo e ignorando las mismas cosas que cuando entraron y que premia el suministrar basura en lugar de conocimiento, por darnos el gusto de cargarnos esta perversión del orgullo de ser profesor que nos han puesto por delante, bien merecería la pena jugársela un poquito.

  7. 5 marzo 2010 a 23:25 #

    Amigo elquebusca, coincido plenamente contigo en que dar una imagen generalizada de lo que pasa en nuestros centros como una escena de Chicago años 20 es distorsionar las cosas, perjudica a la enseñanza pública y no nos deja bien como colectivo, pero tal vez tú también estés de acuerdo conmigo en estos puntos:
    1.- Cosas graves ocurren, y ello se agrava con el hecho de que, cuando ocurren en centros gobernados por partidarios del paidocentrismo (que los hay), si es que se resuelven, se resuelven mal y de un modo que anima a repetir. En esto el sistema es radicalmente pernicioso.
    2.- Aunque no son la generalidad, el hecho es que existen institutos donde la seguridad y la dignidad no están protegidas y los gamberros campan por sus respetos. También esto se debe a fallos esenciales del sistema, muy impulsados por lo general en estos casos por la mala actuación de inspectores y directores incompetentes o algo peor y por la falta de coraje de quienes sufren las incidencias. No debemos pasar por alto, en este punto, la tendencia a concentrarse este tipo de institutos en ciertas áreas o regiones, debido, para sonrojo de propios y extraños, a una peculiar manera de entender la labor social de la escuela, consistente en que en las zonas deprimidas hay que ser contemplativos, porque, claro, a esos pobres niños que viven en esos ambientes… Yo, que de niño viví en «esos ambientes», estoy persuadido de que ahí lo que se necesita es tirar de los chicos hacia arriba, dejarles claro lo que está bien y lo que está mal, no halagarles la autocompasión con mimitos.
    3.- En todo caso, los centros también dependen mucho de nosotros y, si nos lo porponemos, podemos librarlos del desastre, pero estarás conmigo en que las presiones del sistema hacen que eso de proponerse luchar contra el desastre sea a veces una heroicidad, y se de qué hablo, porque el ir de héroe me ha granjeado algún que otro palo en el lomo.
    Un saludo.

  8. Mariano
    6 marzo 2010 a 7:39 #

    Las medidas que propone Maximiliano, derogar todas las leyes que dieron paso a la pedagogía-basura, crear una enseñanza media racional que rompa el absurdo sistema de la comprensividad y recortar el abusivo posder de los reinos de taifas serían absolutamente necesarias para enderezar el penoso sistema educativo español.

    El problema es ¿quién con poder e influencia va a asumir esos planteamientos? ¿Qué partido político las podría defender? ¿Qué sindicato? ¿Qué asociación profesional?

    Cuando con el debate abierto por el propio ministro Gabilondo se ha insinuado que a lo mejor quizá hay que introducir algún cambio en el núcleo duro de las leyes educativas han salido los ayatolás y los sermoneadores, y vividores, a decir que no se puede tocar ni un punto ni una coma.

    Hay que extender a través de todos los medios un estado de opinión favorable a un cambio educativo en profundidad, en una dirección contraria a la sufrida -nunca mejor dicho- en las últimas décadas.

    Para ello es preciso combatir en todos los frentes: Internet, la prensa, los centros de trabajo, convencer a los padres, etc. En frente hay grupos organizados con mucha práctica en la propaganda.

    Desde luego no hay que claudicar ni entregarles todo el campo a los impresentables que han estado dirigiendo el cotarro todo este tiempo.

    Pero tenemos que ser conscientes de que la tarea será ardua y que hay muchos intereses creados en que esto no cambie.

  9. 6 marzo 2010 a 13:00 #

    Estimados compañeros, respecto de la huelga, quisiera decir lo siguiente. Por mi parte no sería justo que yo incitara tenazmente a hacerla, pues yo no vivo de la enseñanza y vería el toro desde la barrera. Ahora bien, daré mi opinión al respecto para que ustedes la mediten.
    1. Sobra decir lo que aquí nos estamos jugando todos. Tras un fracaso educativo como el que ya tenemos se esconde la amenaza de una debacle económica sin precedentes, con todo lo que ello podría conllevar. En este sentido, el daño ya está hecho en gran medida, dada la cantidad de alumnos que, título en mano, no sabrán más que poner cañas en chiringuitos de verano o ladrillos si algo hubiera que “edificar” (ya no es “construir”)
    2. Ahora bien, si la cosa afectará a todo el mundo, en particular a ustedes. Bien lo saben. El dedo acusador de la historia estará ahí, apuntándoles a ustedes. No será un gigantesco dedo, serán dos. Por un lado el de los millones de padres que, confundidos por los mensajes psicopedagógicos de salón, achacarán la causa del desastre a ustedes, por no haber sabido “motivar” a los alumnos, no aplicar los métodos peda-democráticos en clase, bla, bla, bla. El otro macro-dedo será, en realidad, el de todos ustedes y todos aquellos ciudadanos que, conscientes y sabedores de las verdaderas causas del desastre (LOgsE, laissez faire paterno…), NO hicieron gran cosa por conjurarlo.
    3. Porque la cuestión, compañeros, es ésa: si estamos (o están ustedes) haciendo lo suficiente o no para conjurar el desastre. Por mi parte creo que todos estos artículos son necesarios. Necesarios sí, pero ¿suficientes? Lo ideal sería, desde luego, que la mayor parte de la población exigiera un cambio en la dirección adecuada: abajo laissez faire “educativo”, abajo laissez faire en la enseñanza (LOgsE). Y, claro, que la mayor parte de los docentes exigieran ese cambio.
    4. ¿Con qué fuerzas contamos? Me temo que la población va a tardar algo así como siglo y medio en entender dónde está la madre del cordero en el naufragio de la educación y de la enseñanza. No porque la población sea tonta. No, hay muchos padres instruidos e inteligentes que practican un desquiciante laissez faire en sus casas. Es que durante años y años mis queridos colegas (¡no todos!), los psicólogos y pedagogos, los han estado confundiendo con decenas de consignas pseudoeducativas. Consignas que casi nadie ha osado contravenir. Los psicólogos y pedagogos son tan de carne y hueso como ustedes. Albergan los mismos miedos que ustedes cuando se trata de negar el mensaje oficial de lo políticamente correcto. Aquél que ose salirse del redil temerá, y con alguna razón, sufrir represalias oficiales y ser condenado al ostracismo profesional. Bien por estulticia, bien por miedo, la casa se nos queda por barrer. A unos y otros.
    5. Porque, ¿a qué ritmo va tomando conciencia de las causas reales del desastre la población tras leer sus magníficos artículos? ¿A qué ritmo los mismos docentes adeptos a la LOGSE se van cayendo del guindo-limbo en que se hallan? Esto es clave, señores. Porque si el ritmo fuera de vértigo, tírale. En cosa de meses tendríamos a nuestro favor el peso de la mayoría de padres y de docentes. Yo ya he hablado de lo importante de cambiar la opinión pública sobre educación y enseñanza: los políticos ponen toda su atención en las demandas de quienes les dan de comer. Proceden como demagogos. Si no contamos con una buena parte de la población a nuestro favor, los políticos no se moverán en la dirección adecuada.
    6. Sí, ¿pero cómo cambiar en tan poco tiempo ese estado de opinión tan errado? ¿A base de buenos artículos en prensa o Internet? El cambio llegaría, quizá, por esta vía. Pero, ¿a qué ritmo? Y es aquí donde yo veo la necesidad de que ustedes den un puñetazo en la mesa y digan basta. Y decir basta supone plantarse y –lo siento- hacer huelga.
    7. ¿Por qué hacer huelga? Porque la huelga será el medio que concitará irremediablemente la atención de los medios de comunicación, de los políticos y de la población. Todo el mundo dirá: “¿Pero qué pasa aquí? ¿Qué reivindica esta gente? ¿Qué piden? No sabía que hubiera docentes tan a disgusto con las leyes COMO PARA organizar una huelga…” Y ustedes tendrían que explicar lo que saben mejor que yo: que NO hacen huelga para pedir más recursos a la Administración, ni para pedir un incremento de los sueldos, ni más vacaciones… Algunos ciudadanos, al verles pancarta en mano, creerían que ustedes piden más sueldo o vacaciones, se lo aseguro. Pero no, lo que ustedes piden es un cambio radical en las condiciones de trabajo, para poder ejercerlo con un mínimo de eficacia.
    8. La huelga conseguiría que la población prestara atención a sus reivindicaciones. Esta es la cosa. Y es a partir de entonces, cuando los padres y la Administración no supieran qué hace con los críos (como el patriarca en “El Otoño del Patriarca” con sus niños de la lotería), dónde meterlo y entretenerlos, cuando todos dirían “cojones, que esto va en serio; que habrá que escuchar lo que esta gente quiere decirnos, que yo no sé dónde llevar al crío mientras voy a trabajar”.
    9. Porque la huelga es eso. Es tanto como parar el carro y exigir la necesaria atención. Lo que necesitamos de todas todas NO es que la gentes ENTIENDAN nuestro mensaje. Lo que primero necesitamos es que lo ATIENDAN. Para que lo entiendan primero lo deben atender. Explicar la cosa a sordos ideológicos es predicar en el desierto, o poco más o menos.
    10. Lo que alguno de ustedes propone es que primero hay que CAMBIAR las conciencias. Y yo lo que les digo es que PARA cambiar las conciencias necesitan primero FORZAR la ATENCIÓN de aquéllos a quienes nos dirigimos: padres, políticos, sindicatos…
    11. Estimados compañeros, yo ya sé que quien más quien menos tiene miedo. Y con razón. Si yo lo entiendo. Pero, en fin, yo creo que tampoco sería para tanto. La Administración quedaría a la altura del betún en “talante” democrático si decidiera tomar represalias contra los docentes movilizados. Para conjurar el peligro de posibles represalias sería muy conveniente que los medios de comunicación tomaran buena nota de quienes somos. Una vez que las cartas quedan volteadas encima de la mesa, una vez que todo se hace con luz y taquígrafos, los políticos de turno ya no tienen manos libres para hacer y deshacer a su antojo. Yo no digo que no haya riesgos, pero NO más que si dejan ustedes de actuar en el sentido descrito. Porque, de no forzar el cambio, de no parar el carro, antes o después rodarán cabezas, o eso me temo. Porque ¿qué es lo que hace la Administración al comprobar el fracaso educativo ante la mansedumbre de la mayor parte de los docentes? Arrima dos tazas de caldo en vez de una. Como ella está convencida de que el fracaso está causado por NO cumplir con la ley, lo que hace es establecer medidas disciplinarias vía inspecciones, burocracia, recortes en la libertad de cátedra… ¿Y para qué reforzar la guardia pretoriana? Pues para ir tomando nota de quien cumple con la orden imperial y quién no. Y para algo lo harán, digo yo. Con lo cual, ustedes, o bien se tragan las dos tazas de aguachirli o ya veremos qué ocurre aquí. Y todo ello en los sótanos del sistema, ¿me entienden? Porque la presión o represalia contra los que no lleven el ritmo del ROCK de la prisión, quizá vayan a ídem. Es decir, ante esta encrucijada no ha lugar para la relativa inacción. Si no hay puñetazo en la mesa, habrá –me temo- controles internos y posibles apercibimientos administrativos. Y todo ello, insisto, en los sótanos y cámaras del sistema, allá donde no penetra la luz pública y toda desgracia es INDIVIDUAL y PRIVADA. Por el contrario, una acción a rostro descubierto, tenaz, decidida y vigorosa llevaría el juego a la vista de todos los agentes implicados, con lo cual las posibilidades del riesgo se reducirían mucho, muchísimo. Pues o bien, insisto, las cosas pasan en los sótanos del sistema, donde los gritos de las víctimas no trascienden a la población, o bien las cosas se llevan fuera del sistema, a la luz de todo el mundo, donde la acción del político está limitada por las mismas fuerzas de la democracia. Creo que merece la pena pensarlo.
    12. Por último: amigos, que LA HUELGA ES UN DERECHO. No inventan nada.

    Saludos.

  10. David Arboledas
    7 marzo 2010 a 14:59 #

    Totalmente de acuerdo con usted, Señor Bernabé. Podemos hacer mucho, para empezar aplicar a rajatabla lo que nos beneficie de la Ley. Sí, la Ley habla de contenidos y criterios de Evaluación, ¿verdad? y, entonces…¿por qué no los aplicamos? Yo suspendo a más del 85 % de los alumnos de la ESO porque no alcanzas los contenidos de la Programación del Departamento. ¡¿Y lo hago?! SI. ¿Problemas? Claro. Hasta acabé en la Inspección. ¿Miedo? Ninguno. ¿Siguen suspendiendo los mismos? Pues sí, siguen sin alcanzar los contenidos de la programación. ¿Quién aprueba la Programación? Inspeción… Si todos lo hiciéramos, estos mamarrachos de políticos y sus secuaces funcionarios instalados a dedo y cuyo papel es el de meros transmisores de la ideología logsiana que, por cierto, están allí huyendo de las clases… ¡Ja, Ja, Ja! se caerían del pedestal.
    Que un alumn@ te llama hijodeputa… Pues en ese momento dejas el aula, te vas a la comisaría de policía más cercana y denuncias. Al menos vale para llenar de papeles a la Administración. ¡Imaginaos! Saturaríamos ciertos Despachos.
    ¿Que luego te llegan de Orientación con la pamplina de una mediación? Pues no se acepta. No, No hay nada que mediar porque el alumno y yo no estamos en el mismo nivel. Aquí el único careo posible es porque lo ordene la Autoridad Judicial. Así que no acepto ninguna mediación ni otra gilipollez parecida. Y tampoco hago curso de estas chorradas, claro está, que sólo sirven para que un sicopedabobo que no ha pisado un aula de ESO en su vida me venga a dar consejos de cómo solucionar conflictos. Mire usted, es que yo no estoy para solucionar conflictos (eso lo hace un Juez), estoy para instruir en Tecnología, sí, mi especialidad. Una Ciencia, sí, en su sentido más tradicional, no Psicología y Pedagogía. Eso, no son ciencias, o acaso admiten el Método Científico.
    Bueno, contertuli@s no os aburro más. Pero somos muchos, muy miedosos y tenemos mucha fuerza. ¿Alguna sugerencia más?

  11. Luzroja
    7 marzo 2010 a 23:21 #

    Corren campanadas sobre la reducción de los contenidos en la ESO…me temo, que de ser ciertos tales tañidos, te quede poco tiempo para esgrimir tus argumentos, David Arboledas, y tengas que aprobar a los que consigan hacer la O con un canuto.
    Dios nos guarde de que pronto no tengamos nada que enseñar porque la ley así lo dicte y que todo profesor que la trasgreda se vea sometido a un informe disciplinario por enseñar al que no sabe (y esto no lo digo por decir, comentarios en mi localidd hay sobre las «exigencias» que un determinado profesor de lengua de un instituto demanda a sus alumnos. En boca de los padres no se oye otra cosa que si se pasa de nivel, que si imparte muchos conocimientos, que si se desmarca del departamento…)

    • David Arboledas
      8 marzo 2010 a 8:14 #

      Ningún problema, Luzroja. Cuando el BOCM diga que no tengo que enseñar nada, y que apruebe al que alcance a hacer la O con un canuto, eso haré. Claro que habrá que ver si algún alumno es capaz de dibujar semejante dibujo. Pero como digo, para mí ningún problema. A llevarse a clase cosas que hacer para pasar el rato, o incluso podemos jugar a la Play con el alumnado. ¡Bien! ¿No? A lo que nuestra analfabeta clase política dicte, que, al fin y al cabo, somos servidores públicos…

  12. Ana Belén Ferreiro
    13 marzo 2010 a 18:22 #

    ¡Hola!

    Estoy totalmente de acuerdo con el artículo. Apoyo todas y cada una de las propuestas mencionadas. En mi opinión, la huelga sería un primer paso, ¿cómo, si no, vamos a hacernos oir? Un saludo a todos!

  13. Fº.Javier González-Velandia Gómez
    22 marzo 2010 a 15:31 #

    Da tanto gusto comprobar que no era uno solo el que pensaba estas cosas (yo empece a pensarlas apenas transcurridos un par de meses), creyéndose imbécil e incompetente. Esto da realmente ánimo. No puedo sino agradecer la claridad de tus palabras. ¡Ojala lleguen a quiénes tiene que llegar!

    Un saludo a todos y adelante.

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