Donde viven los monstruos. Una historia real

Supongamos que se llama Beatriz, tiene treinta y cuatro años y es licenciada en Bellas Artes. Este año es la primera vez que trabaja en la enseñanza. Cubre una baja hasta final de curso en un instituto de la Taifa de Madrid.

Supongamos que Beatriz entra el primer día en el aula de Plástica un poco nerviosa pero con una sonrisa amigable. Le ha tocado ser tutora de un primero de la ESO. No ha dado una clase en su vida. Tampoco está acostumbrada a tratar con monstruitos de esas edades -así suele llamar ella cariñosamente a todo ser humano que no pase de los catorce años-. Desde que salió de la Facultad ha trabajado en varias empresas de diseño gráfico. Ahora la crisis económica le ha obligado a explorar el extraño territorio de la enseñanza pública. En un principio la idea no le desagrada, aunque su auténtica vocación, para lo que ella vale –Beatriz suele expresarlo de esta manera-, es la ilustración de libros infantiles, trabajo que en muy contadas ocasiones ha tenido la oportunidad de hacer. Su estudio es un verdadero templo de adoración a Quentin Blake, a Ana Juan, a Maurice Sendak.

Supongamos que lo que se encuentra ese primer día en el aula la deja algo confusa. Durante más de media hora ha debido bregar con las numerosas e incesantes interrupciones de los monstruitos. Luego, en la sala de profesores, cuando comenta el hecho con su jefa de departamento, ésta le revela que es una clase difícil, llena de repetidores, y que tendrá que imponerse cueste lo que cueste. Amenázalos con un parte de amonestación, le ha dicho. Pero Beatriz no es partidaria de las amenazas. Así que, tras el primer recreo, dibuja en su rostro la misma sonrisa al recibir a un cuarto de la ESO.

Supongamos que, durante los primeros minutos, la cosa ha ido bien. Ha explicado sus intenciones, ha tratado de mostrarse afectuosa y cercana, ha sacado a colación -las tenía preparadas- algunas anécdotas personales que ella consideraba divertidas. Pero supongamos también que luego la cosa se ha ido poniendo cada vez más difícil. Supongamos que, cuando ha planteado unos cuantos ejercicios, muy pocos se han puesto manos a la obra. Supongamos que ha tenido que insistir con el resto. Supongamos que se ha paseado entre los pupitres. Que ha alzado la voz en alguna ocasión.

Y supongamos que sus pasos la encaminan hasta el final del aula y que se detiene ante un alumno que ni siquiera ha sacado el material de la mochila. Beatriz al principio le sonríe y le invita -ésta es la palabra- a hacer los ejercicios. El alumno no la mira. Beatriz insiste y le pregunta cómo se llama. El alumno no responde. Beatriz mira a su alrededor. Todos los demás asisten a la escena en silencio. Beatriz siente que se está jugando su autoridad. Algunos sonríen expectantes. Beatriz vuelve a intentarlo. Pero nada. Está bien, dice al cabo, te has ganado un negativo. Y emprende el camino de regreso a su mesa. Lo hace despacio, tratando de no exteriorizar el cabreo -muy pocas veces lo siente- que parece haberse instalado en el estómago. Y es entonces cuando lo oye. El alumno por fin la mira. El alumno habla. Y las palabras salen lentamente. Con un aplomo que deja a la profesora desarmada. Dice: tú lo que necesitas es que te echen un polvo, y como sigas así te lo voy a tener que echar encima de la mesa. Tal cual.

En ese momento suena el timbre. Todos comienzan a salir. Se refleja la normalidad en sus caras. El alumno en cuestión coge la mochila. Espera, le dice Beatriz, me vas a acompañar a jefatura. El alumno se detiene. Es la segunda vez que la mira. Hay altanería en su rostro. Y desafío. Yo creo que no, le espeta, y desaparece tras la puerta de clase.

Supongamos que Beatriz acude a quejarse al jefe de estudios. En el despacho también se encuentra la directora, a la que todavía no se ha presentado. Tras hacerlo, la profesora explica lo ocurrido. Está nerviosa. Le tiembla la voz. Ambos directivos la escuchan atentamente. Luego, silencio durante unos segundos. ¿Quién es?, le pregunta la directora. El jefe de estudios calla. No lo sé, no ha dicho su nombre, responde Beatriz. ¿Has pasado lista?, vuelve a inquirir la directora. Es una mujer alta, rubia, muy maquillada; ex concejala del PSOE, sindicalista de pro. Beatriz niega con la cabeza. Pues has hecho mal, hay que pasar lista. Beatriz asiente, pero -dice- es un alumno de 4º C. Ya hablaremos con él, interviene el jefe de estudios. Quiero ponerle una amonestación, insiste Beatriz. Mira, resopla la directora, las cosas no se hacen así; primero hablaremos con él y escucharemos su versión. Beatriz no da crédito. Los hechos son los que yo -y remarca el pronombre- os he explicado. La directora vuelve a resoplar: te digo que aquí seguimos el Plan de Convivencia a rajatabla, y, después de oír la versión del alumno, ambos, tú y él, deberéis dialogar para llegar a un acuerdo. No hay acuerdo posible –Beatriz se da cuenta de que está levantando la voz, pero no le importa-, él me ha faltado al respeto de forma despreciable y se merece un castigo. Una amonestación no es un castigo, intervine de nuevo el jefe de estudios. Y además, apostilla la directora, seguro que ha sido una broma. Beatriz no aguanta más y sale del despacho dando un portazo. La directora la alcanza en la sala de profesores. La bronca, delante de todos, es monumental.

Supongamos que, esa misma tarde, Beatriz entra en la sede de UGT. El liberado que la atiende es un hombre que roza el medio siglo, barba, camisa y chaqueta cuidadosamente sindicalistas. Tras exponer su caso, Beatriz se siente -no sabe por qué- mucho más tranquila. El hombre esboza una sonrisa y le hace dos preguntas: a) ¿estás afiliada? y b) ¿qué dice el Plan de Convivencia del instituto al respecto? Beatriz responde negativamente a la primera cuestión; a la segunda añade que no tiene ni idea. El tipo vuelve a sonreír y dice que hará lo que pueda, pero que, para ser más efectivos -y parece resaltar esto último-, debería afiliarse primero. Beatriz se despide y acude a otro sindicato, esta vez ANPE, donde, parece ser, existe una figura llamada el Defensor del Profesor. La recibe otro hombre de la misma edad que el anterior. Beatriz vuelve a exponer su caso, ahora mucho más ausente, como si el hecho de contarlo una y otra vez la hubiera alejado de él. El liberado de ANPE le hace dos preguntas: a) ¿estás afiliada? y b) ¿qué dice el Plan de Convivencia del instituto al respecto? Beatriz, de repente, comprende que está atrapada en una especie de bucle espaciotemporal. Comprende que las opciones se le han agotado. Comprende, en definitiva, que está sola.

Supongamos que esa noche no puede dormir. Supongamos que da vueltas en la cama y repasa morbosamente, una y otra vez, la escena con el alumno de 4º C. Supongamos que de nuevo el enfado se apodera de su estómago. Que se levanta. Que regresa a la cama. Que vuelve a levantarse. Supongamos que la imagen de la bronca con la directora también acude. Y el rostro del primer sindicalista. Y el del segundo.

Supongamos que entra en su estudio, que mira, sin ver, los bocetos que cuelgan de las paredes. Supongamos que, de pronto, se detiene en uno. Es un niño vestido con un disfraz de lobo, portando orgullosamente, a lomos de un monstruo que lo observa de manera ambigua, un cetro y una corona. Supongamos que Beatriz se queda atrapada en ese dibujo que ha versionado en más de una ocasión.

Supongamos que algo parecido al miedo recorre su espina dorsal cuando piensa que, a la mañana siguiente, deberá regresar al auténtico lugar donde viven los monstruos.

CODA

Se suele denunciar la influencia oportunista de los partidos políticos en los medios de comunicación, pero nada se dice del ascendente que, como agentes subvencionados por el Estado, poseen algunos sindicatos.

Sirva de ejemplo el tratamiento que se viene dando a los casos de violencia escolar. A pesar de que, sólo en Madrid, uno de cada diez profesores sufre agresiones físicas, la repercusión no ha trascendido más allá de la frontera de las secciones provinciales de los periódicos. ¿Por qué lo que hace tres años se presentaba como un gravísimo problema nacional -recuérdese al docente atacado y grabado con un móvil en Alicante; recuérdese a la niña de Ponferrada cuyas compañeras de clase le fracturaron una pierna; recuérdese la sentencia de un juez de Almería que reconocía la agresión a un profesor como delito de atentado contra un funcionario-, actualmente no es más que una anécdota que sólo parece incumbir a los interesados? La respuesta es sencilla: hoy no se celebran elecciones sindicales en la educación pública.

Ningún sindicato de la enseñanza ha abordado el tema de la violencia escolar desde una perspectiva ajena a los planes de convivencia. En lo que supone una imprudente huida hacia delante, todos se han propuesto llevar hasta sus últimas consecuencias la demagogia progresista que antepone la prevención a la sanción. Al argumentar, además, que el problema es estrictamente social, evitan una solución inmediata, ya que, conscientes de su responsabilidad, prefieren -como los partidos que han estado en el gobierno- un enemigo difuso -la sociedad- o abstracto -la autoridad, que Esperanza Aguirre está dispuesta a reconocer legalmente- a uno concreto -la ley de educación-.

Así como hace un año la estrategia estaba bien perfilada: magnificar la violencia escolar, culpabilizando a todos los sectores sociales, con el fin de solapar el compromiso con un sistema educativo que ha corrompido la relación entre el profesor y el alumno, hoy, sin el apremio de la propaganda -dentro de un año volverán a celebrarse elecciones y entonces la cosa cambiará-, se hace necesario restituir el ardid en el justo cauce de la manipulación pública: el silencio.

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Categorías: Crónicas del País de las Maravillas

Autor:David López Sandoval

Profesor de Lengua Española y Literatura. Administrador del blog.

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138 comentarios en “Donde viven los monstruos. Una historia real”

  1. serenuszeitb
    13 diciembre 2009 a 19:45 #

    ¿Es una historia real? ¿o piensas que podría ser real?.

    • goliardo
      15 diciembre 2009 a 17:35 #

      La historia puede ser absolutamente real.

      A mí me han venido ocurriendo cosas, si no iguales, sí parecidas.

      Me han gritado, me han arrojado objetos, me han insultado, en una ocasión esquivé a dos alumnos que se habían rezagado a propósito para empujarme por las escaleras, alguna clase entera ha escrito a instancias de la tutora escritos en los que se me acusa de insultarlos, desatenderlos, tener favoritismos…: todo mentiras para conseguir reventar la clase, que aprobase a todos sin exigirles exámenes y/o trabajos. Y se han salido y se salen con la suya pues los directivos solo se preocupan de su bienestar personal y en las comisiones de convivencia predominan sobre los justos los acólitos de las direcciones y los que se interesan por el bién egoísta de sus propios hijos.

      Los chavales y sus padres no son tontos y saben que pueden hacer lo que les dé la gana con un gran nº de profesores sin salir demasiado malparados.

      Es notorio y particularmente execrable que estén insultando a una profesora y cuando ésta «los lleva a Dirección» se encuentra con que ese alumno es tratado con extrema benevolencia y te das cuenta de que cae bien a la jefa de Estudios, al Director y al Tutor@ de turno( o le tienen miedo) : él también lo sabe, y tú no tienes nada que hacer. ; bueno sÍ, puedes denunciar la situación en Inspección donde , «se oirá a todas las partes» y así te des cuenta de que eres «una parte» y de que el problema se arregla «pidiendo el «traslado de centro» ya que la dirección nunca te perdonará «el agravio»: prepárate a un acoso brutal, horarios desastrosos, poner a los padres en contra tuyo; magnificar cualquier problemilla que surja con un compañero; revolverte el armario de tUs cosas; hacer que desaparezcan exámenes tuyos; borrar notas que tienes puestas para acusarte de negligente que no las pone…ToDO VALE..

      En mis muchos años de desempeño profesional he tenido dos episodios en los que una Jefe de Estudios me ha empujado( delante de un acólito que no hizo nada) y otra también.

      En otras ocasiones han venido madres gritándome y amenazándome y los jefes no sólo no me han ayudado sino que, en una ocasión (la madre , maruja pero enfundada en un abrigazo de piel de zorro, me hablaba , gritando y hasta dando saltos histérica perdida y a la Jefe de estudios que estaba presente le pareció que el comportamiento de esa madre conmigo había sido:¡¡normal!!…

      NO ME QUIERO EXTENDER MÁS, ES EL CUENTO DE EMPEZAR Y NUNCA ACABAR…

    • Joan
      16 enero 2010 a 10:45 #

      Totalmente real, los que vivimos la enseñanza pública en determinadas zonas lo sabemos. Lo más importante, siempre, la dirección y los compañeros, si ellos no están a la altura estás perdido

      Por cierto, mi primer dia hace tres años fue también bastante desastroso, con el tiempo aprendes a actuar y a olvidarte de todas las chorradas pedagógicas que te han eneñado aquellos que no han pisado un aula de ESO en la vida.

      • Profe
        16 enero 2010 a 13:07 #

        Perdona Joan, pero no estoy de acuerdo. En la privada la situación es la misma, pero como papi y mami pasan por caja, esas situaciones se ocultan.

        Antes de la pública trabaje en la privada y se que eso está a la orden del dia.

    • israel
      30 May 2010 a 17:42 #

      aviso, real como la vida misma, los institutos no quieren perder alumnado porque les bajan la ncualificación y hasta los pueden llegar a cerrar por falta de alumnado o les quitan subvenciones. A mí uno me llamo «hijo de p…» por suspender a una alumna y el tipo se fue de rositas, incluso fui instado por la direccion a retirar el parte de faltas, la educaióin pública es la peor de europa, lo dicen los informes internacionales y es una realidad. Los culpables, ni los padres ni los profesores ni lops alumnos, los políticos son los responsables de esta situación.

    • isra
      30 May 2010 a 17:45 #

      aviso, real como la vida misma, los institutos no quieren perder alumnado porque les bajan la ncualificación y hasta los pueden llegar a cerrar por falta de alumnado o les quitan subvenciones. A mí uno me llamo «hijo de p…» por suspender a una alumna y el tipo se fue de rositas, incluso fui instado por la direccion a retirar el parte de faltas, la educaióin pública es la peor de europa, lo dicen los informes internacionales y es una realidad. Los culpables, ni los padres ni los profesores ni lops alumnos, los políticos son los responsables de esta situación.

  2. 13 diciembre 2009 a 19:50 #

    Es real

  3. 13 diciembre 2009 a 19:51 #

    Como la vida misma.

  4. Ana
    13 diciembre 2009 a 21:10 #

    😦

    A una compañera, el curso pasado, en un instituto aparentemente «normalito», le soltó un alumno de 3º de la ESO: «Esto es porque tú me pones…». El alumno obtuvo una expulsión de tres días por obra y gracia de Jefatura y una semana sin entrar en su clase, pero… mecagüenlahostiaputa… Yo siempre pienso que estábamos viendo simplemente la punta del iceberg y que de alguna manera es como si todo tuviera que «quedar en casa».

    Algo pasó con el Facebook, o con el Tuenti, también. Uno de los profesores afectados sintió que no tenía protección alguna.

    • 15 enero 2010 a 22:52 #

      ¿Qué le ponía la profesora al alumno?

      • CharlituS
        16 enero 2010 a 5:05 #

        Cachondo, le ponia cachondo.

  5. Nacho Camino
    13 diciembre 2009 a 21:54 #

    Y luego dicen que Spike Jonze tiene una imaginación desbordante…. Pues si llega a ser español y profesor de secundaria…

  6. Mila
    13 diciembre 2009 a 22:01 #

    Yo también tengo una historia. Alucinante. Al igual que la que tú nos traes.
    El protagonista un niño de diez años y una profesora en una pequeña escuela de un pequeño pueblo, en la que un día tenían un examen. En él-en el examen- nuestro protagonista se jugaba mantener un determinado privilegio por parte de sus padres en función de una determinada nota. Y el niño no llega a sacarla, entonces se lamenta a la profesora de la perdida de su privilegio, por lo que la maestra decide hacerle un nuevo examen. El niño lo suspende, aunque la profesora le mantiene la nota anterior.
    Y yo pregunto: ¿dónde veis el culpable-sí he dicho culpable-?, ¿los padres por premiar o penalizar en función de sus notas?, ¿el niño por lamentarse de su situación? O ¿la maestra por darle una segunda oportunidad?
    Yo lo tengo bastante claro.

  7. 13 diciembre 2009 a 22:50 #

    Lo que no llego a entender es lo siguiente. Supongamos que el director y el jefe de estudios son un par de profesores que un año antes (o dos, o tres, o cuatro…) han estado bregando con especímenes de este tipo en un aula (como todo quisqui, porque no se nace director ni jefe de estudios). Supongamos, incluso, que los antedichos puede que sean hasta directora y jefa de estudios, y que a lo mejor a alguno o alguna de ellos un gachó les ha espetado alguna vez algo así como: «tú lo que necesitas es que te echen un polvo, y como sigas así te lo voy a tener que echar encima de la mesa». ¿Qué estómago tienen estos seres?

    • goliardo
      15 diciembre 2009 a 17:56 #

      No tienen estómago ni corazón: están decididos a ser los más temidos-respetados del centro y se mantendrán ahí para estar «algo mejor» que los demás al tener menos horas lectivas.

      Les satisface y les tranquiliza tener a otros: interinos, profesores de alternativa, de música, etc…que harán el trabajo sucio y se afanan exitosamente en culpabilizar a otros profesores , a los cuales no dudan en ofrecer como carnaza a los alumnos nerviosos , a los padres reivindicativos y a los inspectores de educación: cuando haya problemas «otros» y no » ellos» serán sujetos de los mismos: ellos con la cantinela de «oigamos a todas las partes» hacen como que trabajan y consiguen echar balones fuera.

      Hay auténticos virtuosos en no dar un palo al agua, si han conseguido los acólitos suficientes: otros harán el trabajo sucio por ellos.

      Hay que señalar que no les sale siempre bien y que hay inspectores, padres y autoridades educativas a las que no consiguen engañar y también hay que decir que directivos que actúan decente y profesionalmente sin que tengas que ser su acólito o ser de su cuerda política.

      • 15 diciembre 2009 a 21:58 #

        A veces, la culpa la tenemos nosotros/as mismos/as, hay muchos profes que se callan a todo y se quejan donde no se tienen que quejar. Y, encima si tú los animas a quejarse y los apoyas te acabas quedando solo/a. Yo estoy harta de parecer una broncas cuando en realidad a veces protesto por cosas que les pasan a otros/as. Así que visto lo visto…

        Por otra parte, si tú dejas tus quejas por escrito y con registro de entrada, no van a poder hacerse los suecos, van a tener que apechugar. Pero claro, a veces eso cuesta mucho trabajo y eso ya no nos interesa.

        En resume, que muchas veces somos todos cómplices de ciertos abusos que no deben ser permitidos a nadie.

      • Eulogio
        16 enero 2010 a 18:45 #

        Ser Jefe de estudios o director es un marron, no un privilegio, no te equivoques…

        Para serlo hay que tener muuucha vocacion y ganas de hacer que el centro funcione y sea una obra social.

    • goliardo
      18 diciembre 2009 a 1:05 #

      Algunos Directivos no han dado nunca clase más allá de primer ciclo se Secundaria y mantienen una idea fija de sus niños y una necesidad de seguir siendo sus mentores que les nubla la objetividad a la hora de intervenir conductas inadecuadas.

      Estos maestros del Primer Ciclo de la ESO que son Jefes de Estudios, Secretarios, integrantes de las Comisiones de Convivencia, OMRs, etc… siguen viendo a sus niños de 12 años como tales y mantienen una necesidad enfermiza de ascendencia sobre ellos hasta el final de la postobligatoria aunque para ello tengan que desautorizar sistemáticamente a profesores machacados y difamados por sus antiguas criaturas ya que cuando hay «conflictos» dan más crédito a sus niños que al profesor.

      En la práctica, siempre encuentran atenuantes para que sus criaturas salgan de rositas: sólo les exigen que se porten bien con ellos o a ellos, al menos, los dejen en paz.

  8. 13 diciembre 2009 a 23:19 #

    Si se los hiere, ¿no sangran?; si se les envena, ¿no mueren?

    • goliardo
      15 diciembre 2009 a 17:59 #

      Tienen piel de rinoceronte…

      Están enganchados a estar por encima de los demás.

  9. 13 diciembre 2009 a 23:28 #

    Perdón, donde dice «envena» leed «envenena».

  10. 14 diciembre 2009 a 0:23 #

    Vomitivo, repugnante, intolerable lo que le han hecho a Beatriz, pero no sólo el sinvergüenza del alumno sino también, y esto es aún peor, los/as sinvergüenzas del equipo directivo y de los sindicatos.

    Un caso parecido, sufrió mi hermana con un alumno de 3º de DIVER y tuvimos que pelear para que le abrieran expediente, y lo hicieron porque tras muchos escritos al inspector y a la delegación con registro de entrada no tuvieron más remedio. Pero después del incidente la jefa de estudios tuvo la poca vergüenza de mandar nuevamente al alumno a clase. Aquí tenéis el relato completo: http://montsepedroche.wordpress.com/2007/12/19/%C2%BFhasta-donde-va-a-llegar-la-indecencia/

    y a los dos días de eso, yo tuve que sufrir los insultos de un profesor: http://montsepedroche.wordpress.com/2007/12/20/116/

    No obstante, en estos casos no fallan ni las leyes, ni la Educación como institución, ni la sociedad, sino la poca verguenza de algunos/as que sólo les interesa no trabajar y quedar bien. A mí me tachan muchas veces de ser pro-alumno, sin embargo, nunca jamás permitiría que alguien sufriera un atropello así. Lo que yo he aprendido es que si me vuelve a pasar algo así, sea por parte de un alumno/a o de un profesor/a me voy directamente al juzgado de guardía. Ójala que no tenga que hacerlo, pero si pasa ni jefatura de estudios, ni dirección, ni inspección, ni la biblia en verso. Ya verás como aprenden, los pequelos y los grandes.

    Por otra parte, eso de que el director/a o el jefe/a de estudios un año o dos o tres antes estaría a pie de obra es, por lo que yo conozco, poco probable. Por mucho que digan, los equipos directivos no rotan lo suficiente, algunos acaban siendo caudillos más que directores y están de por vida, es mi experiencia.

    Un saludo y mi solidaridad para Beatriz, Montse

    • goliardo
      16 diciembre 2009 a 10:23 #

      Si la desidia y la mala baba de las direcciones es habitual conrespecto al profesor de a pie, en el caso de los alumnos de Diversificación Curricular su sectarismo en su «favor» y en tu contra es usualmente mucho más flagrante.

      La causa de ello es que para admitirlos en los programas se exige por ley la firma y visto bueno de dirección , coordinadores, secretario, orientado@, como véis :toda «la tropa» ha firmado que el alumno «es idóneo» y no van a consentir que un profesor «ponga en duda su «profesionalidad» haciendo «Diagnósticos pedagógicos»: si el alumno «falla es siempre culpa del profesor «que no lo ha sabido llevar»: faltaría más, hasta ahí podíamos llegar!!!

    • goliardo
      22 enero 2010 a 19:26 #

      Y si vas al juzgado de guardia sin marcas y sin grabación de lo que ha pasado: ¿¿ qué repercusiones puede tener??¿serviría para algo??

      Yo he estado pensando en escribir al Defensor del Pueblo refiriéndole situaciones de maltrato que vengo viviendo: ¿Me haría caso?

  11. Lozano andaluz
    14 diciembre 2009 a 2:47 #

    Now you´re talking, querido David.

    Yo he sido esa profesora con el agravante de ser varón y poder ser agredido físicamente… Lo que casi me ocurrió (empujones ).

    es el problema número 1m si no se ataja… lo demás no funcionará.

    abrazos

    • goliardo
      17 diciembre 2009 a 23:38 #

      Abrazos a tí y hasta besos( que muchas veces nos tensa la falta de manifestaciones afectuosas))

  12. pericogonoperro
    14 diciembre 2009 a 9:56 #

    Uno de los muchos problemas de nuestros jóvenes es esta sensación de impunidad que la sociedad les ha dado con una «ley del menor» que es poco más que patente de corso para que, todos aquellos que tengan menos de 18 años puedan hacer poco más que lo que les dé la gana, mientras los mayores tenemos que callar y agachar las orejas.

    Un crío de 16 años, ya bien formadito, que le «pone la maestra» luego el día de mañana se le cruza un cable y le da 2 guantazos a la «profe», ¿y que hacer? y encima si le pones la mano encima, te has buscado un lío, y como los niños lo saben, porque no son tontos (por lo menos en lo que les interesa no serlo), pues se aprovechan de ello.

    Muy difícil tarea la del docente en la actualidad, muchas veces educador de bestias que no de chicos y encima, con las manos atadas.

    Saludos.

    http://www.lacasadelarcerojo.wordpress.com

  13. 14 diciembre 2009 a 15:17 #

    Bueno, tampoco hay que generalizar lo que puede ser un caso aislado. Y conste que yo lo he sufrido muy de cerca, pero no me parece justo que convirtamos en delicuentes a todos los alumnos y alumnas; ni siquiera a la mayoría. Hay chicos y chicas excelentes que tiene unos principios y unos valores bien fundamentados y que no van a hacer nunca ciertas cosas independientemente de la ley que haya porque les parece que no deben hacerlo, no por miedo al castigo.

    El problema de estas cosas es extremarlo todo y pasar del paternalisto estúpido al autoritarismo irracional. NO, ni una cosa ni otra, por favor.

  14. xiana
    14 diciembre 2009 a 18:55 #

    Mi solidaridad para Beatriz, ya sé que el nombre es supuesto. La situación que ella ha vivido no es novedosa, se asemeja asombrosamente a varias que me ha tocado sufrir. Mucho ánimo y que no se rinda, más tarde o más temprano le saldrá una coraza que la hará inmune a agravios y vejaciones.

    • goliardo
      15 diciembre 2009 a 18:18 #

      Yo llevo 25 años en ésto y esa coraza , si es que me ha salido, debe estar bastantye agujereada pues sigo sin acostumbrarme y SUFRO.

  15. 14 diciembre 2009 a 19:36 #

    Gracias a todos por vuestros comentarios.

    Bienvenidas Ana, Montse y Xiana.

    Los años en la enseñanza te muestran algunos casos como el que expongo. Yo, salvo alguna excepción digna de olvido, no me he encontrado con nada parecido a aquello con lo que se tuvo que enfrentar «Beatriz». El tiempo me ha demostrado que, tristemente, ser mujer es un handicap difícil de erradicar.

    Pero lo vergonzoso del asunto es la soledad a la que estamos condenados. Y, aunque comparto la opinión de Montse cuando puntualiza que no hay que convertir en delincuentes a todos los alumnos, sí me gustaría añadir que, en la actualidad, las leyes dejan completamente indefenso al profesor o, si no, le obliga a mover Roma con Santiago para que su dignidad quede intacta.

    Como bien dice Lozano: éste es el problema número uno, el más importante.

    Un saludo.

    P.S.: Antonio, no se trata de estómago sino de algo mucho más peligroso: cerrazón pedagógica o ideológica. Hay cargos directivos que son considerados por quienes los ocupan como trampolines políticos. En estos casos, lo último que quieren es que «su centro» -porque es «suyo», no lo olvidemos- se vea implicado en casos complicados que requieren soluciones drásticas que los apartarían del camino hacia el despacho consistorial. Si yo te contara lo que han visto estos ojos…

    • Ana
      14 diciembre 2009 a 23:03 #

      No es el trampolín político, sino el trampolín. El poder por el mero «poder ejercer de algo», por un creer tener el control sobre algo en sus vidas. Éstos saltan inventándose tal trampolín y sólo para que se les vea. Un poco ridículos, como aquel enanito del chiste «una fanta», «una fanta», mientras por el otro lado de la barra hay otro enanito diciendo «de naranja o de limón», «de naranja o de limón». Lo triste el asunto es el daño que hacen con cada salto.

      Si tuvieran de verdad una meta política,cuasi-alcanzable, no serían un problema para un instituto. La alcanzarían y se irían. Acabarían en algún sindicato repartiendo atractivas tarjetas reivindicativas a la hora del recreo informando sobre cursos, charlas y planes de cualquier cosa, reuniones del estilo «2 copas 8 euros, las chicas entran gratis». O acabarían ‘mismamente’ de ministros de algo cuyo nombre recuerda un poco al concepto educa.. enseñanz… no se cuántos. (Perdone usted mi ignorancia.)

      • goliardo
        15 diciembre 2009 a 18:42 #

        Sí, vamos, que en lugar de supervisar y valorar los contenidos de esa programación que les presentas después de estrujarte las meninges para hacer y plasmar un contenido coherente en lo único en que se fijan es en si el logotipo de la escuela es el de este año o el del año pasado y chorradas por el estilo…

        Y en el concurso de pinchos y la carrera de sacos…

    • 15 diciembre 2009 a 0:05 #

      ¡Ya, si ya lo sé! ¡Si en mi Instituto se catapultan directamente hacia el despacho de una Ministro! ¡Que no te cuento lo que han contemplado estos mis ojos en esta Corte de los Milagros! Pero yo he sido Jefe de estudios… Y te juro que por mucha cerrazón mental que se padezca, es que además hay que ser un poco hijo de su madre. Es que con esto habitualmente no contamos. Es que hay mucho hijo de su madre. ¡Qué coño! ¡Es que hay mucho hijo de puta!

      • 15 diciembre 2009 a 10:05 #

        O hijo de su padre, no? Es decir, hijo de puto. Que siempre nos toca a las mismas los adjetivos de prestigio.

        O, incluso, su madre y su padre son excelentes personas y ellos o ellas han salido como han salido.

        Un saludo, Montse

      • goliardo
        15 diciembre 2009 a 18:35 #

        Sí; claro, abunda gente malababa y cruel que no se mantendría sin la ayuda de otros profesores y padres afines,»espiritualmente» a ellos» .

        Sólo son felices viendo a los demás pasarlo mal mientras ellos puedan mostrarse triunfantes.

        Eso sí, se les suele pasar por alto el corregir y encauzar las auténticas funciones de su cargo: no tienen ni idea y son toreados por otros directibles funcionarios de carrera que hacen de su capa un sayo:

        Mientras haya un interino o sustituto de colchón de las hostias para qué molestarse en más??!!

      • Profe
        16 enero 2010 a 13:26 #

        Montse sin querer hacerlo le has dado ….. en esta sociedad es mas importante hablar de MADRES Y MADROS (como diria BIBI «la pin y pon») que de respeto a la personas.

        Cuando se habla de Protección al Infancia no se tiene en cuenta que en este Mundo una parte mayoritaria de la Infancia fabrica las zapatillas de deporte para la otra que está SOBREprotegida. En haras de esa «protección a la infancia», se toleran comportamientos totalmente inadmisibles.

        Por último debo recordaros que el alumno que con 15 años le dice a una profesora que «la hace un favor y la hace mujer», a los 20 violará a una chica que conozca en la discoteca (por el mismo motivo, por supuesto) y a los 40 matará a golpes a su pareja (¿Adivinais el motivo?). Nos guste ó no, los maltratadores de profesoras de hoy serán los maltratadores de mujeres y niños del futuro. Quizas, deberiamos tener en cuenta que una profesora (y un profesor) es una persona con su derecho a la dignidad.

    • goliardo
      18 diciembre 2009 a 1:13 #

      Es que ellos en vez de «estar al servicio», «se sirven » y adueñan para su provecho personal de lo que es de todos: corruptos hasta las cachas es lo que son .

  16. goliardo
    15 diciembre 2009 a 19:29 #

    Los directivos son expertos en no firmar nada de los reportes disciplinarios que les das mientras recogen cuidadosamente, firmado por quien proceda, las quejas contra tí al mismo tiempo que se quedan con los papeles que puedan demostrar en un momento dado que «no te haces respetar» o que «los alumnos te torean».

    Resulta que que además de no tomar medidas les das armas en tu contra. Por eso la mayoría de los profesores no escriben nada de lo que les ocurre.

    De esta manera , si hay una inspección o una falta muy grave, ellos «no sabían nada , hacen como que se escandalizan y juran y perjuran que están «a favor de la dignidad del profesor» y venden a los padres que lo que ha sucedido «es un hecho aislado» y «aquí no pasa nada» : CÍNICOS REDOMADOS!!

    Todos tenemos la culpa de no exigirles que se mojen : los alumnos saben que cuando sus «conductas inadecuadas» se empiecen a acumular, portándose igual de mal dejaremos de ponérselas para que la sacrosanta Junta directiva no tenga que molestarse en abrir expediente a alguien que no moleste directamente a alguno de sus amigos o a ellos mismamente.

    Conclusión: los Decretos disciplinarios están de adorno para el común de los «mortales» y son usados arbitrariamente en favor de los caudillos que sólo están interesados en actuar sobre cabezas de turco.

    Perdonar chicos estoy contando cosas que ya sabéis y puede parecer que os tomo por tontos: Perdonad si estoy acaparando en exceso este foro. En momentos , por desahogarme y clarificar mis (malas) experiencias se me puede olvidar que los que estáis aquí también sois profesores. En fin: Besitos y feliz Navidad a todos que poco falta ya para las vacances.

  17. marina
    16 diciembre 2009 a 7:58 #

    ¿alguién ha preguntado por los padres?

  18. Libertad
    17 diciembre 2009 a 9:17 #

    Odiaría que al disentir de lo que parece que es la opinión establecida en este blog se me tuviera por un incendiario troll. Pero me llama la atención tanto que lo que yo veo evidente aquí sea invisible y lo que destacáis yo lo encuentre accesorio con relación a lo principal. No puedo evitar desear contrastar mi opinión con la vuestra.
    El gran sin sentido es que una licenciada en Bellas Artes, “Ahora la crisis económica le ha obligado”, se convierta en profesora de instituto cuando esta no es su profesión. Esta profesión necesita profesionales, ¿parece redundante? Pues no los es, es una demanda insatisfecha. Esta situación horrible la empezó creando Beatriz cuando decidió cambiar de oficio, lo decidió ella no sus alumnos. Sus alumnos necesitaban una profesional de la docencia y obtuvieron una diseñadora. Se quedaron sin la profesional que necesitaban. A partir de ahí es normal que todo fuera mal. Un docente con oficio seguro que hubiera encarado la situación profesionalmente y hubiera sido distinta la chulería del alumno. Seguramente el conflicto se hubiera resuelto de otra manera o no se hubiera producido y el docente no se habría afectado emocionalmente como Beatriz. Eligió mal su nueva profesión y sufrió las consecuencias. Pero la eligió ella, sus alumnos no eligieron nada y se encontraron con una buena diseñadora y con una mala maestra. En cualquier caso Beatriz, al final de mes tendrá su nómina y a final de mes sus alumnos habrán aprendido poco, se habrán profundizado las conducta disociales y la convivencia en el centro se habrá estropeado un poco más.
    Por cierto, si me hacen elegir por cambiarme por el alumno o la diseñadora, no lo dudo. Me vuelvo diseñador. ¿Quién querría ser carne de ETT, o predelincuente, o un ignorante insensible para el resto de su vida.?

    • goliardo
      17 diciembre 2009 a 21:33 #

      La experiencia profesional se adquiere ejerciendo: el docente se hace y no nace: la mayor parte de los docentes no elegimos a nuestros alumnos( también ocurre lo contrario) ; cierto es que en los centros educativos los directibles seleccionan los mejores grupos y las liberaciones lectivas más relajantes y satisfactorias obteniendo, por ende , un plus de posibilidades de hacerlo mejor que el resto: mucho mejor profesionalmente que un recién llegado que no sabe lo que tiene que impartir hasta el mismo día en que llega; empieza pues, en unas circunstancias de desventaja que , si tú prefieres denominar «falta de profesionalidad», pues a mí , esa denominación me parece una deformación del concepto de «libertad» que tu nick predica.

      Soy de la opinión de que la» libertad «que se produce en ciertos ámbitos incluído el educativo resulta en la práctica,tantas veces, para los docentes y los discentes: LIBERTAD PARA MORIRSE DE ASCO.

  19. Mari Cruz Gallego
    17 diciembre 2009 a 9:39 #

    Siento discernir de tu opinión Libertad. Cualquier trabajador tiene derecho al respeto. Y a cualuqier trabajador se le pide profesionalidad, no vocación, que si además la tiene, mejor para él porque disfrutará más de lo que hace.
    ¿El hecho de que a «Beatriz» la vida la llevara al mundo de la enseñanza es motivo para que se la insulte? ¿Si hubiera tenido vocación ese alumno no le habría dicho ese disparate? ¿Un albañil que seguramente no le guste estar poniendo ladrillos, sólo por el hecho de que sea la profesión a la que le ha llevado la vida tiene derecho a que su jefe le insulte?
    Perdona, pero esa es la mayor falacia que he escuchado últimamente, y no lo digo por tu opinión, lo digo porque es la postura generalizada del discurso oficial que hay en este mundillo de la educación. Es pasar la pelota de la culpa al docente, que es lo que se suele hacer, para no tener que culpar a un sistema que hace aguas por todos lados y que es el creador de una situación como esta. Y no le echo la culpa al alumno porque también lo considero víctima de un sistema que no le enseña las normas y los valores necesarios en la vida. El engaño va para todos: alumnos y profesores.
    Y si seguimos con lo personal: a mí también la vida me llevó al mundo de la enseñanza después de pasar unos años intentando dedicarme a otras cosas que no salieron bien y aquí estoy. Me considero una buena profesional que respeta su trabajo y a sus alumnos y, aunqeu suene prepotente, seguramente me tomo más en serio mi oficio que muchos «vocacionales» que conozco. Lo mínimo que exijo es que a mí también se me respete.

  20. Nacho Camino
    17 diciembre 2009 a 10:25 #

    Estimado Libertad:

    Ardo en deseos de saber qué sofisticado ingenio va a medir el IVS (índice de vocacionalidad en sangre).

    Por otra parte, todos somos inexpertos la primera vez. Lo contrario sería una contradicción lógica. Quizá el problema no sea de Beatriz, sino de un sistema de selección y formación de personal claramente mejorable. En muchas empresas hay una fase de «training» previa al desempeño del trabajo propiamente dicho. Aquí, al novato se le saluda con un dengue de conmiseración y se le comunica que empieza a segunda hora con 1º de ESO B. Y ahí te las veas.

    Otro argumento indemostrable es que sólo sirvamos para una cosa. En exclusiva. Supongo que tal superstición se debe al aplastante culto de la juventud como valor supremo, por el que se considera que, más allá de los 30, uno está intelectualmente incapacitado para aprender algo nuevo.

    No, si, al final, la tal Beatriz tendrá que pedir perdón por no atender a las demandas pélvicas (o púlvicas) del zagalote.

    Un cordial saludo.

  21. Libertad
    17 diciembre 2009 a 11:21 #

    “Siento discernir de tu opinión Libertad”. Estimada Mari Cruz, confío en que confundir discernir con disentir no sea más que un “lapsus calami”.
    Estimado Nacho, yo no hablaba de vocación sino de profesionalidad. Si alguien puede ser profesional sin vocación, pues vale. Pero a los docentes yo les exijo profesionalidad que por ello cobran. Si yo me metiera a albañil, que no lo soy, no me podría quejar del dolor de espalda, de los callos, del frío, .. y de tantas cosas que otros albañiles con oficio y costumbre no padecen en el mismo grado. Pero yo soy libre de intentar, o no, ser albañil. Los alumnos no son libres de que les pongan un docente u otro. Pero Beatriz si que era libre de probar o no con la docencia. El perverso sistema educativo posibilita que una diseñadora, de repente, pueda colocarse frente a 30 alumnos, (cada uno distinto). Pero para llegar a eso ella tiene que decidir tomar ese camino.

    No sé si Beatriz, pero alguien habrá de pedir perdón a esos alumnos por colocar a frente de su aula a una profesional del diseño en lugar de un maestro. ¿Dónde están los más perjudicados?. ¿Entre los que cobran a fin de mes Grupo A, subgrupo A1, o entre los que asisten obligatoriamente y no pueden elegir nada?

  22. Mari Cruz Gallego
    17 diciembre 2009 a 11:36 #

    Pues sí, Libertad, ha sido un «lapsus», gracias por el apunte. A partir de ahora, si me encuentro con un alumno que me insulta, le pediré perdón y entenderé que su insulto ha sido un «lapsus calami» sin intención.
    Ah, y también pediré perdón por cobrar a fin de mes.
    Siento ser cínica pero ante comentarios como este me enervo. Será la medicación y el collarín. Lo dejo aquí porque no quiero seguir entrando al trapo.

  23. Nacho Camino
    17 diciembre 2009 a 12:04 #

    Libertad:

    Creo entender el fondo de lo que planteas. No obstante, la profesionalidad en un sentido amplio (capacitación y experiencia) no es algo que se obtenga de buenas a primeras. Beatriz no puede ser juzgada como buena o mala maestra el primer día, sobre todo en un ambiente tan hostil como el que se describe en el relato «verité». Si de verdad crees que un maestro profesional está libre de escuchar sugerencias de ese calibre, es que, como Alicia, has cruzado el espejo hacia el País de las Maravillas.

    Una condición indispensable para ejercer un oficio es que las condiciones laborales permitan el desarrollo de las capacidades profesionales del trabajador. Y, en mi opinión (y me atrevo a apuntar que en la opinión de quienes se van integrando en Deseducativos) ése no es el escenario actual de la Enseñanza española.

    En cualquier caso, la culpa seguiría sin ser de Beatriz. Como bien dices, ella hace uso de su libertad. Quienes, según tu punto de vista, habrían fracasado son los gestores responsables de su contratación. Primero: por su contratación (perogrullo), y Segundo: por no garantizar las condiciones mínimas para que pueda llevar a cabo su tarea.

    Supongo que no es necesario discutir que un muchacho capaz de humillar a un adulto el primer día no lo hace fruto de una abrupta subida de testosterona, sino como consecuencia de muchos años de impunidad amparada, oficial u oficiosamente, por ley.

    Saludos

  24. Libertad
    17 diciembre 2009 a 12:09 #

    También siento haber caído en el cinismo con lo del «lapsus» Mari Cruz pero, de verdad, todavía necesito que un docente me rebata con argumentos racionales mi punto de vista.
    Lo del respeto está fuera de duda, tampoco se puede tratar a los alumnos ni de monstruos “Donde viven los monstruos. Una historia real”, ni de monstruitos “Tampoco está acostumbrada a tratar con monstruitos de esas edades…”. Ni por supuesto se deben decir en el aula, ni en ninguna parte, comentarios agresivos de dominación sexual machista “tú lo que necesitas es que te echen un polvo, y como sigas así te lo voy a tener que echar encima de la mesa”. Esta claro que la intensidad de lo dicho por el alumno es muy superior pero es mucho más trascendente que tanto profesor asocie alumno con monstruo.
    Yo no sé si tú tienes que pedir perdón por algo, probablemente no. Si tu profesionalidad justifica tu sueldo y si el insulto de tu alumno no es en respuesta de uno anterior tuyo ,como “monstruo”, entonces no creo que tengas que pedir perdón.

  25. Libertad
    17 diciembre 2009 a 13:31 #

    Nacho, gracias por tu comprensión. De acuerdo que habrá profesores noveles y experimentados, pero los alumnos del relato tenían delante a una diseñadora gráfica que supongo que tendría el CAP que es como no tener nada, sin embargo ellos tenían derecho a un docente capacitado. Decías, “Una condición indispensable para ejercer un oficio es…” tenerlo. Luego tendrán que darse las condiciones más propicias que estoy seguro que no se dan. Yo veo evidente, pero solo yo, que Beatriz se equivocó al decidir ejercer una profesión para la que carecía de formación. El error de su equivocación la pago ella misma y sus alumnos. Pero la iniciativa de su decisión solo fue de ella.
    Estoy convencido de la importancia del factor humano en el sistema educativo. Los maestros, los profesores, los directores y jefes de estudios, los inspectores, … por delante de las normativas, las infraestructuras o equipamientos son los responsables de cómo están las cosas en nuestra escuela.
    Si Beatriz hubiera optado por otra solución para su salida de la crisis, ella hubiera dormido mejor, un adolescente no hubiera conseguido salir airoso de un desplante a la autoridad, unos alumnos compañeros no hubieran sufrido la humillación de soportar que un líder gallito sumara puntos en su estatus de macho dominante de la clase. La frase del díscolo no era una broma para la profe, era un mensaje para su grupo de iguales, fácil de interpretar para cualquiera excepto para una diseñadora gráfica, que por otra parte, de seguro carecía de todo interés para el machito.

    • Angel
      18 enero 2010 a 23:31 #

      Pues yo creo que es una pena que algun@s alumn@s que podrian haber estado interesados en la materia se pierdan la enriquecedora posibilidad de aprenderla de una profesional con experiencia externa a la docencia.
      Este chico que ha tenido la mala suerte de no ser educado en el respeto a profesores, compañeros, y, probablemente, ni a sí mismo, habrá dificultado o disminuido, si no impedido, el derecho de sus compañeros a recibir esa formación.
      Y que poco hablamos de estas otras víctimas!, a menudo silenciosas, otras alienadas, otras …

  26. Nacho Camino
    17 diciembre 2009 a 14:39 #

    Libertad:

    Aunque sea un poco incómodo hacerlo a base de posts, creo que vamos llegando a puntos de coincidencia. Tu postura y la mía, convenientemente matizadas, no son excluyentes. Estoy al cien por cien contigo en que el «factor humano» es crucial. Sin buenos profesionales no hay empresa de ningún tipo. Ahora bien, los métodos de selección de tales recursos dicen mucho de la «infraestructura ideológica» de un sistema. Meterse con Beatriz es muy fácil, pero ella simplemente hizo lo que se le exigió para acceder al puesto. Alguien, por encima de ella, consideró que estaba capacitada para el trabajo. Aun existiendo una falta de rigor en la elección de candidatos, tal falla no puede atribuirse a los individuos elegidos, sino a los requisitos exigidos por el contratante.

    Me temo que nuestra administración lleva años fomentando entre los docentes la misma igualación mesocrática que, de hecho, quiere para los alumnos. La prueba es que no existe una carrera profesional propiamente dicha, ya que hablamos de profesionalidad. Sólo hay que ver los criterios de baremación de oposiciones y concursos para entender que la excelencia está tan proscrita en los claustros como en el aulario. Actuar así es desconocer la naturaleza humana. La gran mayoría no se contenta con llevar a cabo una sagrada misión pedagógica sin obtener un justo reconocimiento por ello: Santa Teresa de Calcuta has left the building…

    Cualquier profesional necesita retos, objetivos, medidores que sancionen en uno u otro sentido la calidad de su trabajo. Todo lo demás es filfa. ¿Por qué los mejores institutos están copados por mayores de 55? Pues por la sencilla razón de que los puntos se acumulan, en gran parte, en función de los años de servicio; por más que esos años de servicio hayan sido tan mediocres como los guirlaches que nos legislan.

    En fin, ya me he extendido demasiado y me suenan las tripas. Sinceramente, Libertad, no creo que tu punto de vista esté tan alejado de los nuestros.

    Un saludo.

  27. serenuszeitb
    17 diciembre 2009 a 18:28 #

    Nacho

    Pues mí posición sí está muy alejada de la que expone Libertad; de hecho su posición me parece idéntica a la que mantienen la dirección y jefatura de ese centro… me parece gravísimo, se descalifica profesionalmente a una persona por haber sido insultada. Vamos, me recuerda a aquellos que ante la víctima de una violación, empiezan con aquello de si llevaba minifalda. Repugnante.

    • goliardo
      17 diciembre 2009 a 21:45 #

      Totalmente de acuerdo contigo Serenus: Libertad destila un tufo a directivo-directible, orientador-, que si la víctima llevaba minifalda, etc.., etc… que echa «patrás y es el típico componente de esos órganos administrativos que empuercan el actual sistema educativo.

  28. serenuszeitb
    17 diciembre 2009 a 18:49 #

    Parece que los «diseñadores gráficos» licenciados en Bellas Artes con el CAP no son aptos para enseñar en Secundaria; y es normal que los insulten -y hasta alguna colleja, no sería de recibo- Debería ser un maestro dice, claro, pero creo yo que lo que realmente quiere decir es que mejor aún un pedagogo de esos que no saben hacer la o con un canuto, pero que sin embargo son capaces de enseñarnos a pintar como Velazquez.

    Bah…

  29. Nacho Camino
    17 diciembre 2009 a 19:08 #

    Serenus:

    Trato de ponerme en el lugar del otro para ser capaz de entender sus argumentos. Intento descubrir cómo es posible que estemos discutiendo algo así, de modo que entro a valorar cuestiones generales antes que un hecho (la, en efecto, repugnante agresión) que, creo, no merece mayor comentario.

    Por lo demás, coincido contigo.

    Saludos.

  30. serenuszeitb
    17 diciembre 2009 a 20:02 #

    Nacho

    Que discutamos cosas así en un síntoma de la magnitud del deterioro. Se agrede a un profesor y nos preguntamos por si tiene o deja de tener el CAP; un discurso perverso que proviene de unas orientaciones pedagógicas muy extendidas, y frente a las cuales los profesores hemos demostrado una gran falta de amor propio. Se han enseñoreado de todo el espacio “educativo” y va a ser muy difícil recuperarlo. Sobre todo si seguimos con la táctica de tragar con ruedas de molino.

  31. serenuszeitb
    17 diciembre 2009 a 20:07 #

    Fe de erratas

    Pues MI posición…
    ES un síntoma…

    Y si hay más disculpen.

  32. 17 diciembre 2009 a 20:55 #

    Yo creo que se ha desviado la conversación del tema del post: la falta de amparo que sufre Beatriz ante la agresión.
    Ni siquiera se ha tenido en cuenta esto porque se ha argumentado destruyendo el silogismo que subyacía en el post. Si una profesora es agredida por un alumno, el alumno ha de pagar las consecuencias de la agresión que ha cometido. Pero, dice el contra-argumento de Libertad, si la tal profesora no lo es de verdad, entonces es obvio que no podemos extraer consecuencias mediante el modus ponendo ponens y, por tanto, el consecuente no se produce. Con lo cual, no hay por qué plantearse si el alumno ha de pagar por la humillación. Es lógico que Libertad no encuentre interlocutores que puedan argumentar ante esta lógica implacable.
    Es más, en vista de que ha quedado demostrado que la profesora no es verdaderamente una profesora (no es sino una diseñadora) el alumno incluso debería de ser resarcido de alguna manera, ya que se le está engañando. Por ejemplo, quizás deberíamos dejar que le echara un polvo encima de la mesa, algo que en efecto no tiene ningún carácter sexual, como Libertad ha captado con sagacidad, sino que constituye un mero display de macho alfa dominante, quizás para demostrar ante otras hembras (que no a Beatriz, “que de seguro carecía de todo interés para el machito”) su capacidad para la reproducción (y en esto veo bien que no se le llame al alumno “monstruo”, como ha hecho inapropiadamente David, sino más bien, a tenor del análisis de Libertad, nombrarlo con más precisión “joven primate macho marcando su territorio”).
    En efecto, ahora un supuesto profesional de la enseñanza (“supuesto”, porque tras la lectura de las últimas entradas parece que nadie puede presumir de su “profesionalidad”, pues lo mismo uno es simplemente un catedrático indolente de más de 55 años), o un profesor sustituto interino (que, por las mismas, no puede demostrarla de ninguna de las maneras), se encuentra a merced de sufrir una falta de respeto quizás debido a su incompetencia (flagrante e inevitable en el caso del profesor sustituto) para abordar un fenómeno que, de acuerdo a lo leído, ya se entiende como propio del oficio docente: la chulería insultante de un alumno. Se ha dicho que tal situación estaría justificada en cuanto es resultado de la incapacidad del profesor para tratar el caso. O dicho de otro modo: se lo tiene bien merecido por meterse en camisa de once varas. Diseñadora, a tus diseños.
    Esto es, se entiende que el verdadero profesional de la enseñanza (un “maestro”), o es capaz de no dar pie a que ocurra esta situación (el maestro logra que sus alumnos se comporten con educación) o, si ocurre fortuitamente, por un breve descuido en su celo magistral, sabe perfectamente cómo minimizarlo. Cito: “Un docente con oficio, seguro que hubiera encarado la situación profesionalmente y hubiera sido distinta la chulería del alumno. Seguramente el conflicto se hubiera resuelto de otra manera o no se hubiera producido y el docente no se habría afectado emocionalmente como Beatriz.” Diríamos que, en el peor de los casos, esto se entendería como “gajes del oficio”.
    A pesar de mi profesionalidad, por supuesto improbada e indemostrable (tarde o temprano yo también llegaré a ser un catedrático cincuentón en Instituto guay), no puedo más que estar de acuerdo con Libertad, porque
    1. El sistema de enseñanza no está hecho para reprobar y corregir la animalidad del alumno. En todo caso, lo que se debe hacer es ser un buen maestro y estar preparado para saber utilizar los diversos tipos de recursos que nos ofrece el aprendizaje por condicionamiento operante, base de la actual pedagogía de la motivación, y aceptar el darwinismo social, esto es, que salga para adelante el que más pelotas tenga.
    2. El sistema de enseñanza no está dispuesto a aceptar que lo humano se encuentre más allá del mero instinto primate. Lo de ser “el lugar del lenguaje” y el “pastor del Ser” de Heidegger son pamplinas de filósofos recalcitrantes.
    3. Lo último que se puede hacer es ir por ahí pidiendo ayuda a compañeros-directores o a compañeros-sindicales (en el caso de Libertad me temo que debo incluir que tampoco se puede pedir ayuda de los compañeros-compañeros). En esta jungla cada uno se cobra su pieza, y el que no pueda, por mal “maestro”, que se joda y sirva de alimento a los peces, o que lo deje, porque está claro que no está hecho (no tiene vocación) para esto.
    4. Si uno no está de acuerdo con estas conclusiones, que se apunte a “Deseducativos”.

    P.D. para Beatriz: la próxima vez que te pase algo así haz lo que haría un profesor con tablas para sobrevivir. Déjale que siga dormitando sin molestarle, y no te preocupes salvo si empieza a oler a muerto. No vas a acarrear ningún mal al alumno (su formación académica no le importa a nadie ni un pimiento, ni a él ni a la Administración), seguramente va a lograr algún título de esos que demuestran que también en su caso se ha logrado el gran triunfo de la “universalización de la escolarización”, y no se te ocurra mostrar la mínima intención, por querer ser buena profesora, de corregirle ni de acercarte a él. Nadie te lo va a agradecer. Nadie te va a considerar más que una diseñadora metida donde no te llaman. Nadie te va a otorgar más derechos de los que tú seas capaz de imponer (por la coacción, la persuasión, la disuasión o el engaño —véase la “educación expandida”—). Y piensa que además se tiene a gala que esto responde a una lógica aplastante a la que nadie es capaz de responder.
    Un abrazo muy fuerte, Beatriz.

    • Ana
      17 diciembre 2009 a 21:16 #

      Una de las beatrizicantes y beatrificables con su cara de gentil pánfila se está tomando en serio desde el primer día esta posdata, además de intentar des-escuchar todo lo que pueda al departamento de (Des)orientación y la mitad de los de Medi(t)ación. Gracias, de todas maneras, porque siempre viene bien leerlo en las palabras de alguien ajeno al tema. (El mundo entero le hace dudar a uno de sí mismo.)

      Si alguien tiene alguna otra idea, más allá del planteamiento ontológico-docente, por favor, que no se la guarde.

    • 18 diciembre 2009 a 0:20 #

      Perdonad que me responda a mí mismo, pero es que he visto algo. La frase “nadie te va a considerar más que una diseñadora metida donde no te llaman” es extensible a todos (según la moderna pedagogía). Nadie te va a considerar más que un filólogo metido donde no te llaman. Nadie te va a considerar más que una bióloga metida donde no te llaman. Nadie te va a considerar más que un físico metido donde no te llaman. Nadie te va a considerar más que una filósofa metida donde no te llaman… Y así con todo quisqui. Total, licenciados o doctores que han aprobado una oposición de mierda y tienen el Cap, que es como no tener nada.

      • Libertad
        19 enero 2010 a 10:01 #

        Es evidente que ser un buen diseñador , un buen filologo, un buen biólogo, un buen físico , un buen filósofo, … aun habiendo superado la «intensa» formación pedagógica del «CAP», no tienen porque ser buenos docentes. La prueba es que muchos han pasado la oposición y sin embargo han fracasado en el aula.

  33. Nacho Camino
    17 diciembre 2009 a 21:32 #

    A ver:

    Personalmente, yo ya había dado el affaire Beatriz/macho alfa por finiquitado. No hay nada que discutir. El alumno debe recibir un castigo y la profesora ha de ser resarcida y apoyada por sus compañeros. Caso cerrado.

    Si se ha entendido lo contario, siento haberme expresado mal.

    Simplemente, consideré que de las palabras de Libertad se podían sacar algunas conclusiones que excedían del caso expuesto en la entrada. Ninguna de ellas, una vez releídas, creo tengan nada que ver con el ente ficticio «Beatriz». Ocurre que la conversación nos había llevado ya a otro estadio.

    Y Antonio: hay institutos «guay» Al menos, son los que piden en primer lugar muchos de mis compañeros de oficio. Por supuesto, nunca llega sino cuando principia el tiempo de la mojama. Es decir, la promoción profesional (supongo que ellos tendrán por tal el traslado a tales centros, si con tanto afán lo solicitan) consiste en esperar pacientemente tu turno en la cola. Como bien dices, la excelencia de nuestro quehacer es indemostrable. ¿Lo será también el día, lejano, en que se instauren los exámenes externos que demandamos en nuestras propuestas?

    Un cordial saludo.

    • 18 diciembre 2009 a 0:07 #

      Pues también vamos a ver, querido Nacho:

      Que desde este blog demandemos los exámenes externos que permitan determinar de alguna manera objetiva la excelencia de nuestra profesión no quiere decir que demos ya por realizados tales exámenes externos y hayamos puesto la nota a un grupito de profesores a los que suspendemos por tratarse, supuestamente, de cincuentones amojamados que apetecen jubilarse en un Instituto “guay” (y lo de Instituto “guay” es una rechifla mía que habría que considerar más detenidamente, porque a menudo sólo parecen “guais” por fuera). El desprecio mostrado hacia los profesores llegados a la edad que antes infundía cuando menos respeto —porque en una profesión en la que la experiencia es fundamental sus años de docencia representaban un valor digno de tomar en cuenta— ha constituído una de las más groseras armas que ha esgrimido la Administración para desacreditar a aquellos que podían alzar una voz autorizada contra sus componendas. La eliminación del Cuerpo de Catedráticos de Instituto, tan demagógica y tan asquerosa, fue la muestra más clara de esta intención devastadora. A partir de ese momento, cualquier pretensión de afianzar el prestigio de la profesión en la valía docente se hizo migas, y nos tocó asistir a la payasada de la pedagogía y a la estigmatización de nuestra tradición docente —que no es franquista, coño, que se remonta a la fundación de las Universidades, cago en “La lengua de las mariposas”—, tradición que fue indiscutiblemente reasumida como ejercicio tiránico de ancianos casposos que sólo impartían aburridas lecciones magistrales..
      Si un profesor logra el Instituto en el que desea enseñar pasados treinta años de docencia, bendito sea, porque, como creo que sin duda sabrás, Nacho, el concurso de traslados prima mucho más al que se ha pasado los años sirviendo en comisión de servicios en la Administración que al docente en ejercicio, al que se ha estado rascando las bolas en un C.E.P. que al que ha estado lidiando con el celo de los machos alfa, al que se tira al coleto un puñado de cursillos mentecatos que al que escribe un libro.

      No me parece mal que tratemos de las virtudes que harían que pudiésemos considerar a un profesor excelente en su profesión, pero en los términos en los que lo ha planteado Libertad, y como colofón a su discurso, no, de ninguna manera. Así no vamos a parar más que a un vulgar ejercicio de filisteísmo.

      Me interesa mucho más insistir en la artimaña que esconde la totalidad de su discurso, que no creo que haya sido tomada en cuenta, y que he intentado poner de manifiesto en el post anterior: entiende por alumno en plena condición de sus derechos a un mono en celo que rebuzna y priva de todos sus derechos como profesora a una licenciada en Bellas Artes, cuyo único error parece ser haberse preocupado del interfecto (error cometido supuestamente por la incompetencia total de la susodicha a la hora de preocuparse), y encima le echa en cara a ella y a todos los que son como ella (falsos profesionales) la legitimidad de cobrar a fin de mes (cosa que parece incomodarle a Libertad de manera desmedida, porque lo repite varias veces, incluso precisando el grupo retributivo que le corresponde).
      Vamos, si se puede entrar a esto “entendiéndolo” es que ya no tenemos arreglo. Es que entonces no hemos salido de “gorilas en la niebla”.
      Un saludo y un abrazo.

  34. goliardo
    17 diciembre 2009 a 22:09 #

    «LIBERTAD»LLEGA A DECIR QUE BEATRIZ HA PODIDO HABERLE LLAMADO «MONSTRUO», LO CUAL JUSTIFICARÍA LO QUE EL CHAVAL LE HA DICHO Y EL RESTO DE JUICIO SUMARÍSIMO QUE HA SUFRIDO Y QUE TANTOS OTROS HEMOS SUFRIDO Y SUFREN A DIARIO EN LAS DISTINTAS INSTANCIAS EDUCATIVAS A LAS QUE HA Y HEMOS ACUDIDO ME REPUGNA SOBREMANERA

    CONSIDERO QUE ESE COMENTARIO OFENDE AL AUTOR DEL ARTÍCULO Y ALUDE CON UNA INDIRECTEZ MUY DIRECTA AL TÍTULO DEL MISMO Y NO CREO QUE DEBAMOS SOPORTAR ESA PROVOCACIÓN.

    Solicito a los compañeros que escriben y a David López Sandoval que se le ignore o se le dejen de publicar sus comentarios, respectivamente.

    • serenuszeitb
      17 diciembre 2009 a 22:25 #

      Goliardo

      La “argumentación” que mantiene Libertad es una posición muy extendida y habitual, y como tal nuestra obligación no es silenciarla, ni ocultarla. Al contrario lo que debemos es ayudar a que se muestre su más genuina esencia –como ha conseguido Antonio con singular maestría.

      • Mila
        17 diciembre 2009 a 22:38 #

        Totalmente deacuerdo con serenuszeitb y Antonio.

      • 18 diciembre 2009 a 0:26 #

        ¡Gracias, maestro! Últimamente hablamos poco. Tal vez estas Navidades…

  35. goliardo
    18 diciembre 2009 a 0:27 #

    Vale Serenus: darle bola a Libertad.

    Yo, aunque he «gritado» un poco he terminado haciendo una «solicitud», mero ejercicio del uso de mi «libertad» empero, juas, …

  36. Libertad
    18 diciembre 2009 a 8:40 #

    Goliardo no ha gritado un poco, ha gritado mucho. “…LO CUAL JUSTIFICARÍA LO QUE EL CHAVAL LE HA DICHO…”. Pero además ha mentido de la forma más estúpida. Lo dicho por mí está escrito y es fácilmente comprobable que yo no he justificado en ningún momento la agresión verbal.. La razón de su estrategia es de suponer, como no me puede rebatir con argumentos racionales mi discurso, lo cambia. Después, sus compañeros de corporación darán por hecho que yo he juzgado justa y coherente la agresión verbal del alumno.
    Otra estrategia es desacreditar a la persona asimilándola con una categoría ya denostada por el grupo, como decía serenuszeitb, “…un discurso perverso que proviene de unas orientaciones pedagógicas muy extendidas…”. Supongo que se refiere a los en ocasiones llamados “psicopedebobos”. Con esto consiguen crear prejuicios en torno a mis argumentos y ya no hace falta siquiera que sean rebatidos. Si no, releer a Goliardo:
    “Libertad destila un tufo a directivo-directible, orientador-, que si la víctima llevaba minifalda, etc.., etc… que echa “patrás y es el típico componente de esos órganos administrativos que empuercan el actual sistema educativo.”. Por cierto no da una.
    La ginda la pone cuando dice: “…que se le ignore o se le dejen de publicar sus comentarios…”. Todos conocemos personas intolerantes que anulan la opinión de los demás cuando no les es favorable. Normalmente las excluimos de nuestros círculos de relación pero, en este caso, estas personas son docentes y sus alumnos se los tienen que comer con patatas.

    En este mismo Blog, sus autores rescatan el Informe McKinsey ajudicándole suficiente crédito
    “Para empezar, un diagnóstico que debería hacernos pensar, por si aún no habíamos caído:
    El impacto de los docentes con bajo desempeño es particularmente severo en los primeros años de escolaridad. A los 14 años, las posibilidades de que un alumno con problemas de aprendizaje se gradúe con el nivel más bajo exigido de calificaciones finales desciende a apenas un 6%. Aun en un buen sistema, aquellos alumnos que no avanzan con rapidez en sus primeros años de escolaridad por no estar expuestos a docentes de suficiente calidad, tienen escasas posibilidades de recuperar los años perdidos.”
    Ese post acaba diciendo “En fin: puro sentido común.”

    • goliardo
      19 diciembre 2009 a 1:44 #

      La forma demagoga y torticera como trsaspolas a Beatriz «mis gritos» pidiendo que se te ignore para justificar que ella se lo ha buscado me ratifica en mi idea de que eres una mezcla entre resentido y perfeccionista que vive en los mundos de yupi alejado del pie de aula: tus referencias son otros tiempos aunque posiblemente, siempre hayas sido listo pero malo.
      .
      Muchos docentes ,»nos tenemos que comer con patatas» y tragar en el trabajo sapos como tú ( me refiero a tus ideas rígidas y faltas de sensibilidad hacia el compañero).

      Da la impresión de que te hubiera gustado ser profesor y tu frustración te hace ser injusto en la práctica y parecer malo.

      ¿¡Que lo harías mejor que nosotros?!…, ¡mecachis!!,

      En cuanto a las relaciones de amistad elegidas, «como todos» huyo de intolerantes que anulan mi opinión y busco afines y buenas personas, como todo hijo de madre un tanto idealista y que no sea masoca.

      Usted lo pase bien.

  37. Libertad
    18 diciembre 2009 a 14:06 #

    “Pero, dice el contra-argumento de Libertad, si la tal profesora no lo es de verdad, entonces es obvio que no podemos extraer consecuencias…” Perdona Antonio, si vas a interpretar mis palabras, cita el texto literal para que se vea claramente la no relación entre lo que tu lees y lo que esta escrito.
    Perdón que me cite a mi mismo ya que tu no lo haces: “Ni por supuesto se deben decir en el aula, ni en ninguna parte, comentarios agresivos de dominación sexual machista”. Por supuesto que es inadmisible esa actitud, pero si os creéis que dotar de un disfraz legislativo de autoridad a Beatriz va a evitar esos comportamientos, es que os habéis caído del gindo. Yo no soy docente y no sabría como resolver el tema pero seguro que invistiendo de autoridad artificial al maestro, ni le va hacer más caso el equipo directivo si es que son unos “capullos” como en el post y tendrá que seguir afiliándose a UGT pero pagando a la federación de enseñanza además de a la de artes gráficas y tampoco le harán demasiado caso.
    Antonio plantea que se ha desviado el tema pero no es verdad. De la historia que cuenta el post os habéis olvidado interesadamente de los otros alumnos. Sobre el agresor verbal proyectáis un pueril y baldío odio, “le cortaríais los …”. Los alumnos no existen, y si existen son monstruos. Yo creía que los alumnos eran vuestro trabajo.

    “Desde que salió de la Facultad ha trabajado en varias empresas de diseño gráfico. Ahora la crisis económica le ha obligado a explorar el extraño territorio de la enseñanza pública. En un principio la idea no le desagrada, aunque su auténtica vocación, para lo que ella vale -Beatriz suele expresarlo de esta manera-, es la ilustración de libros …”

    “Es más, en vista de que ha quedado demostrado que la profesora no es verdaderamente una profesora (no es sino una diseñadora) …” No es que lo diga yo es que lo dice ella.

    Esto tan estúpido que me atribuyes “el alumno incluso debería de ser resarcido de alguna manera,” te lo inventas a partir de esto otro en lo que me ratifico.
    “No sé si Beatriz, pero alguien habrá de pedir perdón a esos alumnos por colocar a frente de su aula a una profesional del diseño en lugar de un maestro.”

    • Angel
      19 enero 2010 a 0:01 #

      Llegada cierta edad, l@s chic@s (que ya no niñ@s) también tienen derecho a formarse guiados por especialistas en las materias que se pretende que aprendan.Tener por profesora de visual y plástica a una diseñadora es una oportunidad excelente para la mayoria de ellos, incluso para los poco interesados.
      La mala educación es inaceptable y SE HA DE reconducir. Punto.
      Estos «objetores escolares» estan sufriendo y haciedo sufrir principalmente a sus compañeros una situación injusta.
      Su solución no está en las aulas ordinarias, ni pasa por obtener un título en las rebajas.
      NO és su momento o su lugar para formarse o niguna de las dos cosas.
      Forzandolos a esta situación perjudicamos tambiés las posibilidades de que consideren formarse más adelante, cuando sus hormonas se hayan apaciguado un poco y sus posibilidades en el campo laboral se lo aconsejen.

      • Libertad
        19 enero 2010 a 10:16 #

        De acuerdo en casi todo Angel. Pero en primero de la ESO (“…Le ha tocado ser tutora de un primero de la ESO. No ha dado una clase en su vida…”), 12-13 años, yo los llamo niños. Un laureado excelente profesional de las artes gráficas puede ser un nefasto enseñante y un negado educador. Por el contrario existe el cruel dicho de que “el que sabe ejerce y el que no sabe enseña”. Creo que son dos disciplinas distintas pero que en aula son igual de imprescindibles. Y si no estas capacitado para ellas, no vales.
        Parece que sabes cual NO es la solución para el díscolo alumno. Pero ¿sabes cual SÍ es?. Yo no, es que no soy maestro. Pero el sentido común me dice que tampoco lo es echarlo a la calle y privarlo de su derecho a la educación.

  38. serenuszeitb
    18 diciembre 2009 a 17:59 #

    Libertad, cualquiera con el más elemental conocimiento de lógica sabe que no hay argumento racional en el mundo que pudiera hacerte cambiar de opinión. Los únicos argumentos necesariamente concluyentes son meras tautología vacías, cualquier argumentación con contenido es una contingencia. Y a una contigencia es posible enfrentarle otra igualmente posible.La razón tiene su límites, no es omnipotente. No es una cuestión de lógica, es una cuestión de sensibilidad… El rencor no se cura con argumentos.

    Saludos.

  39. 19 diciembre 2009 a 20:27 #

    Me cansé de leer tanto comentario, sin embargo, quiero decir algo:

    El insulto a Beatriz es injustificable eso está clarísimo. Nadie tiene derecho a faltar el respeto de esa forma a nadie, sea profe, alumno, albañil o jueza.

    El problema es que todo esto está muy politizado, estoy harta de que me llamen progre por defender una concepción de la educación basada en unos valores y en una forma de entender el mundo. Y también estoy harta de que si critico ciertas cosas entonces tenga que ser del otro lado. Entre unos/as y otros/as la EDUCACIÓN está podrida, pero no más podrida que está la sociedad. Y no es por los del PSOE ni por los del PP porque en esencia son iguales. De hecho, están encantados con alternarse en el poder porque todo permanece igual.

    Beatriz, la próxima vez a la guardia civil y denuncias al alumno y al equipo directivo.

    Estoy harta de todos, de pseudoprogres y de fachas recalcitrantes.

  40. r
    15 enero 2010 a 22:46 #

    Hola David:

    Estaba navegando y me he quedado atrapado en tu relato; te invito a esta iniciativa; somos unos cuantos blogeros y blogeras que compartimos cosas:

    Trabajo en equipo: como participar

    gracias por compartir este texto; en mi caso, como padre de un niño de 3 años que estudia preescolar, antes de decidirlo en un consejo escolar ni nada por el estilo, me denegaron una tarde de aula libre para poner en común en un seminario entre padres y profesores cual es el origen de la violencia en el aula; no había presupuesto para eso este año; quizás el que viene los niños dejen de ser violentos,…aunque permíteme que llore y lo dude,

    gracias,

    Rafael Rosa Castejón, Periodista, editor web.

  41. 16 enero 2010 a 9:14 #

    Qué cabrones los de UGT, ¡mira que preguntar si estaba sindicada! Al fin y al cabo, con las cuotas de los afiliados se debe defender a todo el que tenga un problema, si hay que subirlas, adelante.

    Un sindicato es una unión de trabajadores que lucha por sus derechos, y paga una cuota todos los meses, no es todo gratis para todos. El problema es que se hacen muchas cosas gratis y la gente se cree con derechos.

  42. pablo
    16 enero 2010 a 9:54 #

    supongamos, supongamos… vamos, que se lo están inventando todo para causar una emoción en la gente. bueno, la mezcla de ficción con información real, y que sea imposible distinguir bien entre una y otra, tiene un nombre: manipulación de la información.

    de haber sido papel, no merecería este artículo ni hacer bulto en mi papelera.

  43. 16 enero 2010 a 10:21 #

    Conozco casos similares a este, contados directamente por loa afectados. De ficción, nada. Esto es un desastre amparado por una absurda burocracia y la desidia de algunos.

    No entro en lo de los sindicatos, pero desde luego, los profesores están vendidos. El poder de un menor hoy en día es casi infinito, estamos construyendo (?) una sociedad sobre pilares de cartón.

  44. 16 enero 2010 a 11:29 #

    Como dicen en algunos comentarios, dejando de lado que el sistema no funciona, los profesores tienen parte culpa en esto, hay que mirarse un poco más el ombligo, protestar más y moverse un poco del sillón. Por cierto, se habla aquí de Esperanza Aguirre, hay muchos problemas en la enseñanza de Madrid que viene de la mano de las políticas de esta santa señora, por mucha autoridad que otorgue al profesorado eso no va a cambiar gran cosa.

    Además, pensemos en unas clases con el doble de profesores y la mitad de alumnos ¿habría tantos problemas?

  45. Jonathan
    16 enero 2010 a 11:39 #

    He llegado a este blog desde meneame, donde ha llegado a portada… estoy empezando en la educación y no salgo de mi asombro… y estoy con primaria! los niños son maleducados, desobedientes, te toman por el pito del sereno, se ríen de ti en tu cara y se creen que te pueden tomar el pelo… Y luego los padres son como son… Que sus hijos son los mejores, que les tienen manía y no se cuantas historias más… Ahí es donde está el problema.

    Nuestra generación, (tengo 25 años), cuando teníamos algún problema en la escuela, después de la bronca en clase, nos tocaba aguantarla en casa, por que seguro que algo habíamos hecho. Hoy en día…

    En fin, aún sabiendo que es posible que sea real, espero que llegue el día que la gente se conciencie con un tema así…

    Un saludo!

  46. Marta
    16 enero 2010 a 11:52 #

    En mis primeras pácticas de magisterio en 1º de primaria, una niña de 7 años comenzó a ir mesa por mesa tirando todo el material del resto de alumnos que estaban en sus mesas trabajando-tirándeselos a la cara-. Tenia que parala. Al llegar a ella se tiró en el suelo y me hizo polvo las espinillas a patadas, con moratones y un dolor de tres semanas, no podía pararla porque me daba en la cara. tampoco la puedes agarrar fuerte porque- con 6 años- me decia que si le hacia daño me denunciaba!. ¿hay derecho? y encima ella tenia razón. dejale un moratón y verás la que te cae, y eso que solo era una niña de 6 años…no me imagino un «maromo» de 12, 14 ó 15 años.

    Otra amiga en prácticas salió directa al psicólogo porque ella tuvo peor suerte que yo, tenía un 6º y la cara se la dejaron bonita. Ni piensa presentarse a oposiciones, así lleva trabajando 5 años desde que terminó en una pastelería. Dice que corre menos riesgos y los clientes la tratan mejor.

    Da pena pero es así.

  47. Jose Luis
    16 enero 2010 a 12:17 #

    Este pais con tanto puto libertinaje se va a ir a la mierda, no hay respeto por nada ni por nadie, la unica forma de que te «respeten» es ser mas fuerte que el otro imponerte por la fuerza, el caso descrito por Beatriz lamentablemente se ve a diario, y no solo en las aulas si no en todos lados, tengo 29 años cuando yo estudiaba con 8-14 años egb, en ningun momento se te ocurria hacer algo asi, pk sabias que a parte de ser reprendido con un castio, estabas faltando al respeto y si recibias un bofeton te lo tenias bien ganado, pero claro con tanta fundacion de «Derechos de los niños», se ha perdido el respeto al profesorado, y encima los padres tampoco respetan a los profesores, en definitiva falta mucha educacion en este pais, pero que vamos a esperar donde solamente se ve Futbol y Programas de prensa rosa? y da igual el partido que este en el poder psoe o pp, ambos nos tratan de la misma manera. Por desgracia esto no va a cambiar, y cada vez seguiremos bajando mas el liston..

  48. supongamos
    16 enero 2010 a 15:27 #

    Supongamos que no usas la palabra supongamos al principio de cada frase.

  49. Uralekt
    16 enero 2010 a 15:44 #

    Lástima que haya desaparecido Libertad de los comentarios porque estaba siendo muy interesante. Quiero decir que creo que se han tomado mal sus comentarios, aunque habéis estado repitiendo varios argumentos complementarios y que, al final, son los que conforman la base del problema:

    1.- El sistema de formación del profesorado es deficiente.
    2.- La ley de educación es un fracaso.
    3.- Beatriz se metió donde no debía.
    4.- El chaval es un impresentable.

  50. yaves
    16 enero 2010 a 16:18 #

    Supongamos que he empezado a leer y al 2º parrafo me ha canso.

    Supongamos q directamente he cojido el raton, he pinchado en la barra q desplaza la web y he ido directamente abajo.

    Supongamos q me pongo a escribir esto.

    Supongamos que la proxima vez q escribar acortes y te enrolles menos.

    Supongamos q de ser asi me de x leerlo.

    Simplemente son suposiciones jejejeje

  51. fulanito
    16 enero 2010 a 16:28 #

    supongamos que el alumno ha puesto cachonda a la profesora en el fondo y se la acaba follando… no, en serio. la culpa de esto es la misma que de casi todo: el homínido es idiota. los alumnos, por niñatos; los profesores, por mediocres: por optar por la opción que se supone fácil de la vida: hago unas oposiciones y a vivir (sin vocación ni hostias); y por supuesto por la clase que dirige (a cualquier nivel) por incapaces y perezosos… pero nada que no sea nuevo bajo el Sol….

  52. jonnes
    16 enero 2010 a 17:46 #

    Soy profesor, o sea que hablo con conocimiento (no como otras intervenciones, evidentemente)
    En primer lugar todo mi apoyo a Beatriz, (y pienso lo mismo que alguna intervención, denuncia a la policía)
    De verdad que alucino con algunos razonamientos vomitivos a más no poder. A esta asignatura le son asignados alumnos que no entran en otras por su perfil (violento y/o desaganado) y esta profesional simplemente se preocupó de un alumno. Al parecer la solución es pasar y no buscar problemas.
    ¡Qué asco de país y de «modernos»! (mi único consuelo es que a lo mejor con suerte, se encuentran a la criatura una noche solitaria por ahí, y a lo mejor -sólo a lo mejor- lamentan -antes de la paliza y consiguiente robo- que se haya salido tantas veces con la suya…

  53. patxi
    16 enero 2010 a 19:37 #

    Muy muy bueno!!!. El lunes sin falta estar… Leer más fotocopiado en la sala de profesores del colegio. Es tan real como la vida misma del día a día en las clases!!!. Sinceramente no me ha sorprendido nada de lo que he leído porque a nosotros, algo parecido o similar, nos llegaron a decir que les tratábamos como delincuentes y que no les entendíamos.
    Ah!!! si quieres «saltarte» el plan de convivencia del centro (documento digno de estudio lleno trampas y políticamente correcto para quedar bien cuando viene de visita el inspector) tienes el expediente sancionador que terminas dando las gracias, pidiendo perdón,…con un mediador de turno y la sonrisa del alumno.
    Y para más desgracia, todo esto si estas apoyado y respaldado por los «directivos» porque yo conozco a uno que les tiene «apadrinados» (les da caramelos en su despacho, desautoriza al profesor, critica tu comportamiento y duda de tu profesionalidad)

    • goliardo
      18 enero 2010 a 22:16 #

      Amén Patxi, así es…

  54. r
    16 enero 2010 a 20:34 #

    si, el post es muy malo, a penas a tenido comentarios…reitero mi comentario anterior/anterior/…

    enhorabuena por la buena acogida, y la mala, todo el mundo tiene derecho a opinar, aunque algunos…

    R.

  55. VOCACION PLEASE!!!
    16 enero 2010 a 20:52 #

    asco de pais, y de »modernos», y de libertinaje, y que no se nos olvide también el asco de »me preparo una oposición a profesor y a vivir muy tranquilito de por vida, eso si con VOCACIÓN NULA». Es muy normal que a alguien que hace un trabajo, que no le gusta nada, solo por el dinero, le reviente muy mucho los problemas que le surjan en dicho trabajo. Tampoco excuso al ALUMNO GILIPOLLAS, pero es que beatriz eligió un trabajo bien remunerado, con muchas vacaciones, seguro para toda la vida, en el que su función es esa: educar, enseñar y saber imponerse, tanto a niños estudiosos como a los alumnos gilipollas.

    Pd.: Yo me pongo malo cada vez que veo sangre, o a gente sufriendo enferma. Podría haber intentado ser médico, enfermero, pensareis va listo este… Dejemoslo en que podria haberme sacado unas oposiciones de celador (me parece que asequible para mí xd) y a vivir muy tranquilito, pero no: ni quiero saber hacer ese trabajo, ni me gustaria hacerlo, asi que a vivir un poco mas complicado de por vida.

    saludos y vocaciones.

    • 17 enero 2010 a 0:50 #

      Perdona, vocación please,
      me parece que te confundes un poco. El enfermo tiene todo el derecho a sangrar. Es lo que tiene el pobre y seguro que si pudiera él mismo remediarlo no lo haría. El médico tiene que estar preparado para la sangre del paciente.
      Pero el alumno no tiene ningún derecho a comportarse como un bastardo. Nunca se debería aceptar como cosa normal del alumno que se comportara como un bastardo. Y el que trabaja como profesor no tiene por qué estar preparado para esto. Su supuesta vocación no consiste en prepararse para que un alumno no sea un alumno sino un mostrenco. El mero hecho de llegar a pensar esa posibilidad pone de manifiesto que aquí hay algo que huele a podrido.
      Además, si hay asunto «moderno» de la muerte ahora, es la pamema esa de la «vocación». Pura religiosidad laica. Da miedo que para tratar un tema como éste se utilice un término con un tufo tan cristianoide.
      Saludos y las vocaciones en las parroquias.

  56. tor
    16 enero 2010 a 22:33 #

    Cierto es que son gajes del oficio y tambien es cierto que la sociedad provoca eso y que la mayoria de los castigos no vale para nada pero tampoco hay que quitarle tanta importancia.

  57. toro
    16 enero 2010 a 22:38 #

    A pegas ostias y veras como reformamos a esta juventud malcriada.

    El niño es mejor educarlo en el miedo que en el vicio.

    Aprendamos de los chinos que tienen a sus hijos mas derechos que una vela.

    • Libertad
      19 enero 2010 a 9:47 #

      ¿Será «toro» es un exponente de los antipedagogos deseducados?, ¿será el único capaz de verbalizar lo que los demás piensan?, ¿habrá caído «toro» en la Ley de Poe»?, ¿nadie le contesta porque todos asienten?

  58. Fernando
    16 enero 2010 a 23:35 #

    Sí que puede ser cierta esa historia, pues soy testigo de muchas más, igual de sangrantes. La culpa de todo esto la tienen los gobiernos y sindicatos vendidos, que han permitido el despojo de todo tipo de autoridad a los profesores, han convertido los colegios e institutos en cárceles inútiles para una gran parte de los alumnos que no tienen ningún interés en graduarse, pero a los que se les obliga a permanecer en los centros, en vez de darles la opción de formarse en oficios que les motiven, como ocurría con la Formación Profesional. Por otra parte, se está dotando a los centros de unos equipos directivos formados por burócratas bien pagados y fieles lameculos de la Administración.
    La enseñanza obligatoria es una auténtica estafa, porque no se ofrece a la mayoría de los alumnos alternativas ni salidas, tras muchos años de encierro obligatorio.

  59. 17 enero 2010 a 10:30 #

    Llevo veintitantos años impartiendo clases de Plástica y Dibujo Técnico a alumnos de entre 12 y 18 años.
    Hay alumnos que no quieren estudiar. Ni en 1º de Secundaria, ni en 2º, ni en 3º ni en 4º. Pero van repitiendo, pasando por imperativo legal de un curso a otro ¡con todas suspensas!.
    Los Institutos son un gran apacamiento de futuros parados, de alumnos que deberían iniciar un proceso de aprendizaje para algún oficio (aprendices), mezclados de una forma maliciosa con los que sí intentan encontrar un furuto mejor a través de sus estudios.
    Esto, los políticos lo saben. Y los profesores, lo padecemos. Eso es lo más triste. En 25 años ni unos ni otros han echo nada.

    • 17 enero 2010 a 10:32 #

      Me refiero, a que ni los del PSOE ni los del PP, han arreglado nada. Y tiempo han tenido.

  60. 17 enero 2010 a 10:42 #

    Doy las gracias a la mayoría de comentaristas. Casos como el que expongo se producen -con mayor o menor gravedad- todos los días en los institutos de España. Este blog colectivo nace con la vocación de denunciar los absurdos, los errores y, sobre todo, las espurias intenciones que se ocultan tras el articulado de la última ley de educación.

    Les invito a participar y a seguir visitándonos.

    Un saludo

  61. Odd
    18 enero 2010 a 19:31 #

    Lo que es cierto es que el respeto por los profesores es, a dia de hoy, nulo.
    Lo que hay que hacer es recuperar esa autoridad perdida por parte del profesorado (y no a base de bofetadas).

    Sinceramente. Creo que le problema de base se encuentra en los padres. si cuando iba al colegio un profesor se reunia con mi padre y le decia que habia hecho algo mal, por mucho que yo jurara y perjurara que era mentira , mi padre siempre daba la razón al profesor (que por cierto, la tenia en un 99,9% de las veces). Ahora, si un niño dice lo contrario, los padres lo que hacen es pedirle explicaciones al profesor de como se portó asi con su hijo. Pienso que ahi radica la diferencia.

    Beatriz, si ese es tu nombre real, solo me queda darte animos, y desearte que aguantes el chaparron. Que no todos los monstruos son igual de malos. Seguro que muchos de ellos acabaran siendo TUS monstruos.
    Aguante!

  62. Borja Contreras Ortiz
    18 enero 2010 a 21:51 #

    Ilustrado por algunas de las intervenciones he propuesto en mi instituto que sólo se sancione a los alumnos que falten al respeto a los profesores sin vocación.
    Ya estamos elaborando la lista.

    • goliardo
      18 enero 2010 a 22:35 #

      Mañana hago lo propio en el mío. Saludos.

    • Libertad
      19 enero 2010 a 13:25 #

      Te has «colao» en la argumentación, es al revés el eximente es que el profesor no tenga vocación. Has hecho que se liara hasta tu compañero «goliardo». Yo propongo que si el «Teacher», se deja insultar le suban un punto la nota media.
      Si opináis que el tema es serio ¿porqué firvolizarlo?

  63. goliardo
    18 enero 2010 a 22:39 #

    Manda huevos, quería decir, ejem…

  64. Luzroja
    19 enero 2010 a 0:00 #

    Saludos «libertad de conciencia», enhorabuena, has encontrado un lugar donde se van a afanar en razonarte tus tremedas estupideces.
    Una muestra más de la decencia de estos profesionales: considerar al contrario como un adversario dialéctico.
    Es todo un honor que se te hace, Libertad de conciencia.

  65. Libertad
    19 enero 2010 a 9:40 #

    !Vaya¡, Luzroja sigue tan maleducado como siempre. Me pregunto si sigue justificando contestar su teléfono móvil durante la clase, (al estilo Loreal, «porque tú lo vales») y reprimiendo que sus alumnos lo lleven en el bolsillo.
    Debe ser que los docentes que pertenecen a su logia tienen derecho de pernada y de insulto.
    Entre los «antipedagógicos» no todos responden al mismo patrón. Deseducado normalmente no es maleducado. Contrastar opiniones con ellos es todo un honor.

  66. 19 enero 2010 a 10:58 #

    No, si esto de la vocación tiene su miga. Cuando se tiene, los alumnos, no me pregunten por qué, la notan, la perciben. Y, entonces y sólo entonces, se sienten respetados, más satisfechos que el Rey en su mensaje navideño. Pero si no existe aquélla, ah, amigos, la cosa cambia. Los alumnos tienen un sexto sentido: algo raro notan, lo huelen. Y se sienten a disgusto. ¡Qué falta de consideración! ¡Mandarnos a un profesor sin vocación, qué provocación! (hay pareado: serviría como eslogan reivindicativo de discentes indignados).

    De nuevo nos encontramos la misma lógica híper-protectora e híper- consentidora de marras: la culpa, haga lo que haga el alumno (incluso si él tiene vocación y acciones de bastardo), es del profesor o del sistema. Alegar en defensa del alumno, o en contra de Beatriz, que a ésta le faltaba vocación, forma parte de una acusación más amplia que ya conocemos: al faltarle vocación, la señorita no se ganó la autoridad (el respeto) de sus alumnos. La estrategia es clara y demoledora. El alumno siempre es inocente. Es el profesor el que está bajo sospecha. Si algo malo hace el “menor”, la culpa será achacada, automáticamente, al “mayor”. “¿Qué habrá hecho o dejado de hacer ese profesor para que el angelito tuviera que verse obligado a espetarle aquella grosería? Está claro: se la espetó en defensa propia.” Se trata, por supuesto, de negar la presunción de inocencia del adulto y de dejarlo en un estado de indefensión. Pase lo que pase, la culpa es del profesor. Punto.

    Pero cuando uno relee este relato, se pregunta: en concreto, ¿qué hizo mal Beatriz? Exactamente, ¿qué hizo mal? Sí, ya sé la respuesta de quienes usan lógicas invertidas: “hizo mal meterse en un trabajo para el que no tenía vocación.” Ya, pero yo pregunto por algo que no sea esa abstracción (la vocación); pregunto por algo concreto. ¿Los trató mal? ¿Acaso no les sonrió (lo suficiente)? ¿Les habló despectivamente? Exactamente, ¿qué hizo o dejó de hacer para merecer el ataque del retoño? Sí, porque en vez de remitirnos a una abstracción tan clara como es eso de la vocación, ¿por qué no aterrizar en algo más concreto, de suerte que sepamos todos más exactamente qué hay que hacer o evitar hacer para no “provocar” al alumno? Pues si no se aducen hechos (actos) concretos que bendecir o sancionar, si se nos remite a una abstracción-cajón-de-sastre como “vocación”, ¿qué estamos juzgando exactamente? Si un juez tuviera que juzgar a un bombero, lo juzgaría por sus actos. Al juez le importaría un bledo si el bombero en cuestión tenía o no vocación de bombero. Lo que haría es indagar en la conducta concreta del acusado. ¿Fue negligente? ¿Sí? ¿No? ¿Por qué? Ese togado, una vez con enterado de LOS HECHOS, emitiría su fallo. El bombero fue negligente porque no hizo (o hizo) tal o cual cosa. Por ejemplo, tardó en acudir al lugar del siniestro 5 minutos más de lo esperable. Tras la investigación, se comprueba que esa tardanza no estuvo justificada. Y eso permite al juez emitir su juicio. Son los hechos los que hablan. Conocidos éstos, podemos, si queremos, suponer que al bombero le falta vocación. Pero ésta es la CONCLUSIÓN tras conocer LOS HECHOS. Lo que se hace en el caso de Beatriz es justo lo contrario: como ella declaró no tener vocación por la enseñanza, ya se da por supuesto que NO ACTUÓ bien. ¡Pues no, señor! ¿Cuáles son los hechos concretos dentro del aula? Esos hechos son los que hay que juzgar, simple y llanamente. Y yo al menos, por lo que leo en el relato, no veo ninguna acción de Beatriz que sea constitutiva de falta, ni merecedora de ataque. Al contrario. Lo que hizo fue comportarse como se supone que deben comportarse los buenos profesionales: se interesó por sus alumnos, sin importarle el hecho de cuál era el estado de su fuero interno, si tenía o no vocación. La cuestión es que hizo lo que tenía que hacer, apelando a su sentido del deber, a las exigencias de todo buen profesional.

    La emboscada está clara: ahora no se trata de juzgar hechos, hechos concretos, valga la redundancia. No, ahora se trata de juzgar la conciencia, el fuero interno de cada cual, la fe que cada cual profesa o no profesa. Ya no se juzgan hechos, sino estados de conciencia. No es nada nuevo en la historia. Hace siglos, los acusados de herejía no eran juzgados por sus actos, sino por el estado de su fe. Ahora, como bien observa Antonio, la cosa es cuestión religiosa: te falta o te sobra vocación, fe. Una vez que se te acusa de herejía (de falta de fe/vocación), no importan los hechos precedentes. Desaparece la presunción de inocencia. El acusado tendrá que probar su inocencia, pues el alumno, por ser menor, no puede ser culpable de nada. Pero ¿cómo podría probar su inocencia si “YA” se ha declarado culpable, si ya ha confesado su delito: no tener vocación? Tenemos su confesión de culpabilidad. ¿Y los hechos, qué? Los hechos no importan.

    Todos los estados más o menos represivos invocan cosas ajenas a los hechos para juzgar a las personas: estados de conciencia, su sexo, su procedencia social, su extracción socioeconómica, sus convicciones políticas o religiosas… Nada nuevo bajo el sol. Sin embargo, los estados de derecho son tales porque juzgan a las personas (sanas y en uso de razón) por sus actos, por los hechos. Lo otro es pre-juzgar (pre-condenar o pre-exonerar).

    Saludos.

    • Libertad
      19 enero 2010 a 13:16 #

      Perdona «Raus», pero aquí el único que habla de vocación eres tú.
      http://deseducativos.com/2009/12/13/donde-viven-los-monstruos-una-historia-real/#comment-397
      Si quieres hablamos de perjudicados y niveles de perjuicio. Beatriz ha sido perjudicada evidentemente, pero es la única que ha tenido opción a elegir estar ahí o no. Al final de mes cobrará por su trabajo lo haya hecho bien o mal. Los alumnos se tendrán que conformar con una diseñadora que ha hecho el CAP. El alumno agresor, que por cierto, seguro que también agrede y domina a sus compañeros no le conocemos pero podemos apostar que no le va ir muy bien en la vida ni en el futuro ni en el presente. Por cierto, a este y a sus compañeros tienen que ir a clase, sí o sí. Al final de mes les evalúan.

      • goliardo
        19 enero 2010 a 16:24 #

        Hablando( por hablar) de «niveles de perjuicio», estoy de acuerdo con «Libertad» en que Beatriz ha salido perjudicada.

        No lo tengo para nada claro que el alumno agresor, del cual Libertad presupone que también agrede y domina a sus compañeros le vaya a «ir mal» en el presente ni en el futuro, de hecho mi impresión es de que va a conseguir un buen rebaje de nivel en las materias que sus compañeros aprovecharán de buen grado para obtener el aprobado casi general. A buen seguro sus compañeros habrán aprendido a disfrutar de sus gracias con las beatrices y hace tiempo que pagan su pequeño peaje humillatorio al líder de la clase de vez en cuando para disfrutar de las ventajas de obtener su aprobado sin esfuerzo en el río revuelto y, dado que ,al final de mes , efectivamente se les va a evaluar la mayoría saldrá bién puntuado.

        En su momento cronológico la mayoría será evaluada positivamente, incluído ( tal vez) el tal alumno y obtendrán sus certificados de estudios.

        En el futuro, sea la Universidad de Sevilla o el terreno laboral yo creo que a ese alumno agresor le irá igual, mejor o peor que a cualquier otro: pueden hacerle encargado de obra, Jefe de sección, Gobernanta( de hotel) o lo que haga falta. Apostaría a que tendrá un móvil caro y un buén coche antes que la media de sus compañeros .

        ¿Acaso podemos asegurar de algún alumno que le vaya a ir «muy bien en la vida?

        Del mismo modo que Beatriz ha salido vapuleada «por portarse bién» según los cánones que le habían sido inculcados en un pasado y en una situación educativa diferente a la actual podemos deducir que el alumno agresor «al portarse mal» en el sistema educativo actual está en realidad razonablemente adaptado a la circunstancia académica y social actual y por ende puede tener un presente y un futuro tan bueno o mejor que el de cualquier otro.

        Desde mi punto de vista a Beatriz no le queda otra que lamerse la herida de su trastorno adaptativo y al fauno que le quiten lo bailao.

        Que usted se adapte bién,

  67. 19 enero 2010 a 18:16 #

    Libertad, ¿quiere usted hablar en serio? Adelante. Usted acusa a Beatriz de ser mala maestra. ¿En qué hechos se basa? Razónelo, demuéstrelo. Le escucho.

    • Libertad
      20 enero 2010 a 12:55 #

      Señor “Raus”, me siento halagado por su predisposición a escucharme. Le advierto que es en otro tipo de foros en los que yo hablaría en broma “…contra las «diseñadoras con cap””. Le educación de sus hijos para un padre es un tema que no da para bromas.
      Yo no he acusado a Beatriz de ser mala maestra. Yo aseguro que Beatriz no es maestra. No me baso en ninguna especulación, simplemente leo:

      … es licenciada en Bellas Artes. Este año es la primera vez que trabaja en la enseñanza. Cubre una baja…
      … entra el primer día en el aula de Plástica un poco nerviosa pero con una sonrisa amigable. Le ha tocado ser tutora de un primero de la ESO. No ha dado una clase en su vida. Tampoco está acostumbrada a tratar con monstruitos de esas edades …
      … Ahora la crisis económica le ha obligado a explorar el extraño territorio de la enseñanza pública. …
      … su auténtica vocación, para lo que ella vale -Beatriz suele expresarlo de esta manera-, es la ilustración de libros infantiles…

      Si para lo que ella vale es la ilustración de libros infantiles igual es que para maestro vale cualquiera. Si tanta importancia se dan los docentes que excluyen a los padres de opinar sobre la actuación docente, ahora resulta que una diseñadora, con tal de haber pasado el CAP ya es maestra. A lo mejor, si los padres pasáramos 3 meses de CAP los arrogantes docentes “deseducados” nos dejarían opinar sobre la educación de nuestros hijos. Un amigo próximo, licenciado en derecho me confesó que el tenía el CAP a base de trabajos que entregó que le habían dado compañeros que ya lo habían obtenido. Mi amigo puede que sea abogado pero maestro, en absoluto.
      Yo sí que valoro y mucho la figura del maestro. Será gracias a ellos si el sistema educativo reflota. Por ahora las pintas son malas. La muestra docente de este artículo es lamentable y por desgracia abundante. Pero lo preocupante es la defensa numantina de sus corporativistas compañeros, no solo por que defiendan lo indefendible si no por que pierden la perspectiva de que el sujeto importante a considerar es el alumno, el problemático y los demás.
      Coda
      Seguramente Beatriz es una mala maestra por que yo hubiera actuado exactamente como ella y yo de docente no tengo nada.

  68. serenuszeitb
    19 enero 2010 a 19:49 #

    ..aquí algo freudiano que viene de lejos contra las «diseñadoras con cap» 🙂

  69. Ex-buscavidas
    20 enero 2010 a 17:24 #

    En estos momentos soy funcionaria en prácticas del cuerpo docente de secundaria (con nota brillante en la oposición), ex-diseñadora gràfica con CAP y licenciatura en Bellas Artes e incorporada de forma tardía al mundo docente.

    Cuando saqué la carrera quería ser profesora pero entonces no había tantas plazas de profesores de dibujo y me tuve que resignar con otros trabajos. Finalmente pude intentar dedicarme a dar clase, y me encontré en un caso similar al de esta profesora, propuesta sexual de un niñato con afición a las viejas en vez de a las chicas de su edad incluída si bien con todo el apoyo de la dirección.

    También me encontré con que nadie se había acordado de fotocopiarme las listas ni las orlas, explicarme un poco la forma en que te haces respetar cuando acabas de llegar y un montón de salvajillos repitiendo la consigna «a por la sustituta» porque no tienen witos para hacerle eso a un profesor o profesora que les conoce desde hace años.

    La diferencia es que en aquel momento de testosterona descontrolada es que yo tuve el apoyo de una gran profesora compañera mía y el profesor al que sustituía que me explicaron muchas cosas sobre lo que tienen en la cabeza los niños a esas edades, y porque yo me puse en mi sitio y me permití reirme del niñato en su cara preguntándole si le gustan las profesoras mayores en vez de las chicas de su edad con lo que le hundí en la miseria delante de sus compañeros.

    Creo que no tenemos ninguno de nosotros derecho a juzgar así a una persona que acaba de empezar, o de intentarlo, con buena voluntad y bastantes trabas de las que muchos ya ni nos acordamos.

  70. Ex-buscavidas
    20 enero 2010 a 17:32 #

    Ah, y por si alguien duda sobre si soy buena o mala profesora, cosa que me importa un bledo porque yo soy feliz, no sólo me encanta mi trabajo, los alumnos están a gusto conmigo y yo me lo paso bien (bueno, algún día me hacen enfadar y yo a ellos, pero se nos pasa a todos) y me encuentro mucho más realizada profesionalmente que diseñando cosas por encargo. Por si no fuera suficiente masoquismo por mi parte he pedido voluntariamente trabajar con los peores alumnos.

    No sé si es o no vocación, pero si ellos se lo pasan en grande conmigo y yo con ellos, ¿para qué renunciar al reto de intentar reconducir su desmotivación hacia algo productivo?

    Precisamente haber trabajado en otras cosas, ,y haber echado de menos ser profesora en algunos momentos entre sustitución y sustitución me hace apreciar cien veces lo bien que me lo estoy pasando.

    • Libertad
      21 enero 2010 a 8:04 #

      “…La diferencia es que en aquel momento de testosterona descontrolada es que yo tuve el apoyo de una gran profesora compañera mía y el profesor al que sustituía que me explicaron muchas cosas sobre lo que tienen en la cabeza los niños a esas edades, y porque yo me puse en mi sitio y me permití reirme del niñato en su cara preguntándole si le gustan las profesoras mayores en vez de las chicas de su edad con lo que le hundí en la miseria delante de sus compañeros…” (reírme)

      Ex-buscavidas no es Beatriz. Ella buscó y encontró el apoyo profesional necesario y dio una repuesta a la situación, correcta. ¡Valla¡, parece que se puede hacer bien.

      Por mucho que Antonio diga: “…si un alumno se levanta y te dice que te va a echar un polvo, entonces no estamos ante una situación docente ante la que sea efectiva la “competencia docente”…”

      Claro que si Antonio no diferencia entre “…testosterona descontrolada…” o que alguien se suicide o se líe a tiros con el personal, a lo mejor es que tiene algún problema de visión.
      No estoy de acuerdo con Ex-buscavidas en lo que dice:
      “…Creo que no tenemos ninguno de nosotros derecho a juzgar así a una persona que acaba de empezar…”
      Vosotros no la juzguéis si no queréis pero los padres y los alumnos que tengan que transigir con una mala profesional, ya lo creo que la deben de juzgar y exigir una calidad docente suficiente.
      Aunque sería lo mismo, la evaluación de los docentes es una aspiración imposible. “RM” pasaba por el tema de puntillas cuando se lo planteé. Es posible que aún no tenga una opinión formada al respecto. Sin embargo Ex-buscavidas lo tiene claro:
      “…Ah, y por si alguien duda sobre si soy buena o mala profesora, cosa que me importa un bledo porque yo soy feliz, …”
      ¿Quién se va a atrever a dudar que es una profesional como la copa de un pino?

      • Salao
        21 enero 2010 a 9:07 #

        Valla?????

        Discutir una tonteria es el primer paso para darle la razón al tonto que la da por válida.

      • Libertad
        21 enero 2010 a 10:31 #

        Tonteria?????
        ¡Vaya!, «Salao» es de insulto fácil. Tampoco debe ser maestro como yo. En tan poco texto y no le ha faltado ocasión de equivocarse también con la ortografía.

  71. serenuszeitb
    20 enero 2010 a 17:41 #

    Libertad -que no es numantina, porque lo suyo no es la defensa- desacredita como docentes a los licenciados con cap, es decir; la práctica totalidad de los profesores de secundaria y bachilller.. -a los profesores universitarios al ser doctores no sabemos si los considera válidos o no- supongo que si admite a los titulados en magisterio como maestros, y nada dice acerca de la acreditación de pedagogos, orientadores. En plata, cualquier profesor con cap -los profesores de varias generaciones- es un incompetente que por el daño que hace a sus alumnos lo mínimo que tiene merecido es que le insulten. Y defenderlo es algo que solo se explica por el consabido gremialismo…

    Y aquí nosotros intentando razonar…

    • Libertad
      21 enero 2010 a 8:55 #

      A ver si te tomas un tiempo de serenidad y entiendes el silogismo. No todos los licenciados que han hecho el CAP se merecen el reconocimiento de maestro. Ningún profesional cualificado para la enseñanza deja de serlo por haber hecho el CAP. Evidentemente asocio el concepto de maestro con el de docente o profesor. Evidentemente es una asociación inexacta pero cualquiera sin malicia podría entender que en este contexto “maestro” expresa ese concepto de educador docente y que en absoluto me refiero al “maestro” matador de toros, al maestro “armero” u otros.
      Lo que tú dices “en plata”, lo dices tú y nadie más, y es un intento de desacreditar un discurso con una falsedad.
      Vosotros os quejáis de una legislación educativa incoherente pero alguno se ha aprovechado de ella cuando le ha sido posible. Si van mal las cosas en las salidas profesionales de vuestra licenciatura era factible superar un cursillo de 3 meses y se te abrían las puertas de la docencia, administrativamente ya eras un “maestro”. En la enseñanza privada podías comenzar si te contrataban y, si optabas por un dudoso sistema de selección funcionarial, con un poco de suerte y maña podías encontrarte en poco tiempo de interino haciendo de Beatriz frente a unos, según ella, “monstruitos”.
      No está mal. Lo que pasa es que el título administrativo de profesor no es en realidad el de profesional de la enseñanza. No, no creo que cualquier licenciado, con tal de haber superado el CAP sea un “maestro». Y el que piense lo contrario igual cree que para “maestro” cualquiera vale. Además, si cierro los ojos a sus negligencias, los demás no me reprocharán mis fallos o mi indolencia.

      • serenuszeitb
        21 enero 2010 a 15:21 #

        Vale, empezamos a respirar.. el cap no nos inhabilita. Y con un poquito de esfuerzo quizá libertad nos ordene dignos Maestros.

        Que tenga un buen fin de semana.

  72. 20 enero 2010 a 17:51 #

    Bueno, pues no está nada mal que ya hayamos salido del escollo de las “vocaciones” y aterricemos ahora en el de la “competencia docente”, que parece a primera vista terreno muchísimo más objetivo. Beatriz, se dice, es “mala maestra” porque es “incompetente”.
    En primer lugar, para empezar con rigor, quitemos a Beatriz el título de “maestra”. No es “maestra”. Es “profesora” de Instituto.
    Oficialmente, uno puede trabajar como profesor funcionario de carrera cuando tras una licenciatura o el doctorado, habiendo cursado el C.A.P (actualmente el Master de Pedagogía en la titulación correspondiente), ha aprobado la oposición que le habilita para ocupar una plaza impartiendo docencia en la especialidad por la que opositaba y ha aprobado el año de prácticas que cursa en el Instituto. En lo que atañe a ser profesor en un centro privado, la licenciatura y el C.A.P. son suficientes.
    Oficialmente también, uno es profesor cuando, habiéndose presentado a las oposiciones con todos los requisitos y no aprobándolas, es requerido para hacer una sustitución o cubrir una plaza provisional en calidad de interino, siempre siguiendo el orden de una rigurosa lista de suplentes situados según su puntuación en la oposición y según sus méritos adquiridos.
    La bondad o la maldad de la enseñanza universitaria o del Curso de aptitud pedagógica, con ser temas de gran interés, no son asuntos que en esta discusión nos atañan, porque vendrían a descalificar a todos los profesores por igual, no sólo a Beatriz. Esto es, si entendemos, como dice Libertad, que el C.A.P. es una tomadura de pelo que un amigo suyo aprobó por la gorra, pues entonces todos los profesores de Hispanistán quedan descalificados y nadie tiene ni puta idea y todos son unos pedazos de incompetentes. ¡Lo mismo es esto lo que se pretende demostrar con tanto circunloquio! ¡Lo mismo es que Libertad siente un odio atroz por los profesores y le parecemos una sarta de truhanes, y antes muerto que docente! Pero no creo. A Libertad, hasta ahora, sólo le cae como el culo Beatriz.
    En ninguno de los supuestos anteriores se exigen “virtudes personales específicas”. No se precisa amar la profesión, haber nacido para ella, gustarle a uno, ser el único trabajo realizado, la única afición, el trabajo soñado, la vía de realización personal, nada de esto. Sentimentalismos los mínimos. Se entendería que una persona con mucha afición a la docencia tendría una pequeña ventaja en la oposición y también a la hora de realizar su trabajo, porque afrontaría ambas tareas con placer y regocijo, lo cual parece mucho mejor que hacerlo jodido hasta las cachas, pero se equivocaría el que pensase esto porque he conocido muchos que echaban pestes de la profesión desde el claustro materno y eran unos profesores estupendos. Y al revés, también los he conocido entusiastas de la muerte y al mismo tiempo nefastos profesores. Como en todos los oficios, por otra parte. Incluso puede ocurrir que a lo largo de la vida, también como en todos los oficios, la situación vaya cambiando, la rutina del trabajo vaya aburriendo, la depauperación de las condiciones laborales vaya machacando y, como le ocurre a este menda que suscribe, enamorado siempre de la profesión, heredero de cuatro generaciones de docentes, se acabe del asunto hasta los mismísimos, lo cual no es óbice para que uno siga siendo el profesor cojonudo que siempre ha sido o, gracias a la experiencia atesorada, incluso mejor (lo siento pero me lo he puesto a huevo, y no me podía reprimir).
    Como Beatriz cumple las condiciones expuestas a rajatabla para ser “profesora” podemos asegurar plenamente su “competencia docente”. Que nos gustaría que las condiciones fuesen más estrictas, que los profesores tuviesen más experiencia antes de entrar en las aulas, que les diese hacerlo más gustirrinín… Todo eso, y mucho más, no empaña ni un ápice la competencia docente de Beatriz. Se entiende que, aunque muy mejorables, estos procedimientos son los que han determinado hasta la fecha la “competencia docente”, y que todo lo demás que se nos pueda ocurrir son propuestas de mejora razonabilísimas, pero en ningún momento capaces de negar sus bien ganadas atribuciones tanto a Beatriz como a cualquier otro en su situación.
    Es más Beatriz en ningún momento de la anécdota que refiere David pone de manifiesto ser incompetente. Y a ver si puedo explicárselo bien a usted, Libertad, en el caso de que quiera usted entenderlo.

    Si un alumno se muestra torpe, vago, indolente, falto de base, nervioso, distraído, atolondrado, hiperhormonado, a veces díscolo o incluso grosero, estamos ante una situación docente. Y el profesor tiene que cargar con ello, porque todo eso son gajes del oficio.
    Pero, si un alumno abre una ventana y se tira por ella, si un alumno saca una metralleta y balea a sus compañeros, si un alumno se levanta y te dice que te va a echar un polvo, entonces no estamos ante una situación docente ante la que sea efectiva la “competencia docente”. Estamos ante algo totalmente ajeno a la docencia. Para el buen profesor y para el malo (tanto uno como el otro se quedan con las balas o con el polvo). Para el experto o el bisoño. Para el enamorado de su profesión o para el hastiado.
    Y esto es lo que usted no logra o no quiere entender. Y si no lo entiende porque ha llegado usted a la conclusión de que todas las situaciones anteriormente referidas son situaciones docentes admisibles, entonces es que hemos llegado a un punto en el que usted, como padre, y los padres que puedan ser de su opinión también, precisan de unos cursillos que les reeduquen porque tienen ustedes la “competencia paterna” francamente estropeada.
    P.D.: tenemos tanto derecho como el resto de los trabajadores de este país a ser corporativistas. Es más, de lo que hemos pecado siempre es de serlo poquísimo. Si hubiésemos sido más corporativistas otro gallo nos hubiese cantado. Y a sus hijos también.
    Un saludo.

    • Ana
      20 enero 2010 a 21:29 #

      Exactamente.

      Cuando el tema empezaba a matarme de aburrimiento y desesperación, es un placer poder felicitarle a usted por el comentario de hoy.

      En contra de la opinión de algunos, estos argumentos vuestros no hacen otra cosa que volver más digna la profesión y más dignos a los profesionales.

    • Libertad
      21 enero 2010 a 11:42 #

      “…En primer lugar, para empezar con rigor, quitemos a Beatriz el título de “maestra”. No es “maestra”. Es “profesora” de Instituto…”
      Eso es una simpleza. Hasta ahí ya habíamos llegado todos. La inmensa mayoría de los actuales licenciados habilitados administrativamente como “maestros” son “hijos” del CAP. Sobre el Master en Pedagogía ya hablaremos más despacio.
      “…La bondad o la maldad de la enseñanza universitaria o del Curso de aptitud pedagógica, con ser temas de gran interés, no son asuntos que en esta discusión nos atañan…”
      No te atañerán a ti en tu miopía. Este es un elemento clave de la discusión. Con la formación universitaria y la capacitación docente requerida no se ha garantizado la profesionalidad de los maestros. Si juntas esto con un sistema de selección en la enseñanza pública nefasto das lugar a que Beatriz se encuentre al frente de un aula.
      … Ahora la crisis económica le ha obligado a explorar el extraño territorio de la enseñanza pública. …
      … su auténtica vocación, para lo que ella vale -Beatriz suele expresarlo de esta manera-, es la ilustración de libros infantiles…
      Para docente no vale cualquier licenciado con CAP. No es que lo diga yo, lo dice la realidad que es terca como una mula.
      “…A Libertad, hasta ahora, sólo le cae como el culo Beatriz…” Perdona que te tutee Antonio pero es para no desentonar tanto contigo y el lenguaje un tanto grueso que te traes. Es mentira que odie a la supuesta Beatriz y lamento su supuesto incidente y, es verdad que no odio a los profesores. Es más a su profesión la tengo en un alto concepto. Más que muchos que piensan que para docente vale cualquiera. De hecho creo que todos conocéis a unos cuantos que con CAP o sin CAP son negados y otros, que sin ellos el instituto haría aguas por todos lados. Otra cosa es que en general, nadie quiera reprochar nada al “compañero” no sea que a él mismo alguna vez le venga bien la connivencia del resto del claustro. Normalmente este corporativismo, por el que aboga Antonio, es a costa de la calidad de enseñanza y el interés de los alumnos.

      “…Como Beatriz cumple las condiciones expuestas a rajatabla para ser “profesora” podemos asegurar plenamente su “competencia docente”…”,
      … Ahora la crisis económica le ha obligado a explorar el extraño territorio de la enseñanza pública. …
      … su auténtica vocación, para lo que ella vale -Beatriz suele expresarlo de esta manera-, es la ilustración de libros infantiles…
      “…Todo eso, y mucho más, no empaña ni un ápice la competencia docente de Beatriz….”
      Voy a estar de acuerdo con Antonio con el matiz de que “competencia docente” sea un término administrativo. Lo que pasa es que con términos administrativos no se educa ni se enseña. Como profesora puede ser competente pero como profesional, una incompetente.

      “…Es más Beatriz en ningún momento de la anécdota que refiere David…”
      Al contrario que Antonio yo no entiendo que el supuesto que cuenta David sea una anécdota. Es más bien un síntoma de una enfermedad que si no se resuelve ha venido para quedarse. Si “le ponen las peras al cuarto” al alumno en cuestión es posible que en ese aula ya no se vuelva a repetir un comportamiento similar y entonces sea una anécdota sin embargo, la calidad de enseñanza está comprometida de forma continuada. Esa es la diferencia de planteamiento entre quién solo vela por sus compañeros de corporación y un padre que piensa que a sus hijos les puede llegar a tocar fácilmente un licenciado con CAP en lugar de un “Maestro”.

  73. serenuszeitb
    20 enero 2010 a 18:42 #

    Cómo os admiro Antonio, viendo, buen caballero, vuestro corazón de acero, mostrando su esfuerzo en este trago..

  74. Luzroja
    20 enero 2010 a 22:45 #

    Magnífico escrito, Antonio.
    ¿Qué mayor muestra de respeto cabe hacerse si no la de considerar al contrario rival dialéctico?

  75. 20 enero 2010 a 23:09 #

    Gracias chicos, gracias Ana. ¡No sigáis, que se me suben los colores!

    • Ana
      21 enero 2010 a 18:08 #

      De nada, profe.

      He hecho el comentario porque leyendo esas cosas me siento algo más «acompañada» en la tarea.

      Las que acabamos de caer, «a esta edad» y venidas de otros mundos que nada tenían que ver con la cándida adolescencia, sin comerlo ni beberlo venimos a caer en uno de los grupos de profesionales cuya imagen está actualmente empeorando más cada minuto que pasa. De entrada, así, sin más, soy una profesional de bajo o nulo prestigio porque me lo dice la tele. Independientemente de que lleve 20 meses o 20 años dando clase ya tengo las peores etiquetas que te puedan colocar mientras trabajas.

      En casos como el mío, encima, venimos casi sin la posibilidad de que nos expidan un Certificado de Vocación Docente por si nos hiciera falta presentarlo en algún sitio. Porque claro: ¿cómo es que algunos descubrimos algo tan llamativo tan sumamente tarde? ¿Dónde estuvimos todo este tiempo? Ay, ay, ay… qué tufillo a funcionaria_con_ganas_de_trabajar_poco me sale por debajo del sobaco cuando levanto el brazo para agarrar los 120 cuadernos que me tocaba corregir.

      El caso es que cuanto más os leo más me dan ganas de reivindicar la falta de vocación. No sé dónde te dan el Carné Vocacional para saber evitar, de la manera más profesional del mundo, que 27 niños dejen de hacer el gamba con la pistola termofusible o con la sierra de arco. Reivindico mi falta de vocación docente.

      Pero sin vocación ni nada, te copio el calificativo. Esta profesión me está dando la oportunidad de descubrir a «la profesora cojonuda que siempre había llevado dentro». Y ya verá usted cuando tenga un pelín más de experiencia para saber tratar mejor con la baja autoestima de las cabecitas adolescentes, que te insultan tanto cuando les pides los deberes.

      Profesora Cojonuda_con_experiencia,
      Dios Mediante
      y si la Primitiva no lo impide.

  76. 21 enero 2010 a 9:10 #

    Bien, Libertad, me alegro de que usted desee hablar en serio. Verá, es cierto, para maestro vale cualquiera. Pregunto: ¿Y para ser padre? ¿Vale cualquiera? Si hablamos de alguien en su sano juicio, sí. Nada se exige al adulto que desee ser padre; de hecho, ni siquiera cordura. Sin embargo, yo todos los días veo prácticas “educativas” paternas que me ponen los pelos de punta. Sencillamente, no lo podrían hacer peor esos padres. Algunos alcanzan límites insuperables en impericia educadora (entendida aquí dicha pericia como facultad para como urbanizar, civilizar, inculcar respeto por el semejante…). Da igual, nadie exige superar ningún curso de pedagogía a un adulto para poder ejercer de padre. ¿Acaso eso de ser padre no es algo trascendental y asunto de gran responsabilidad? ¿Es que acaso es más importante un maestro que un padre en cuestiones educativas? Pues sí, un padre debería ser mucho más responsable de la EDUCACIÓN de su hijo que un maestro, quien debería, principalmente, ocuparse de su INSTRUCCIÓN. Pero bien, el caso es que la educación de un niño (su civilidad, su socialización o como quiera llamarse) no es menos importante que su instrucción, pues ésta sólo puede desarrollarse en buenas condiciones cuando, previamente, los padres han sabido educar a aquél. Sin embargo, siendo tan importante la labor educativa de los padres, no veo que nadie exija al futuro padre superar ningún curso pedagógico, psicológico, educativo… Si para ejercer de padre no hay que superar prueba alguna, igual es que para padre vale cualquiera. ¿Si, de verdad vale cualquiera?

    ¿Sería lógico exigir la superación de una prueba de buen educador paterno? En una sociedad que, como la nuestra, ha perdido el sentido común para muchas cosas, entre ellas ésta que aquí tratamos, la respuesta podría ser afirmativa. Sin embargo, lo realmente saludable y sensato sería dejar de oponerse al sentido común. Con eso bastaría para que la mayoría de los padres ejercieran naturalmente de tales con un mínimo de solvencia. Para ser padres aceptables (educadores aceptables) no hacen falta cursos pedagógicos, sino, simple y llanamente, recobrar el sentido común, no amordazarlo. Y éste es, como sabemos, la facultad de juzgar razonablemente las cosas.

    Pues bien, para ser maestro (o profesor), para instruir al discente, tampoco hacen falta cursos de especialización o formación, porque instruir no es tarea más misteriosa o esotérica que educar. El sentido común vale para instruir tanto como vale para educar. Y no hay razón para pensar que instruir sea más difícil que educar, siempre y cuando el instructor conozca bien la materia que imparta. Por supuesto, el maestro o profesor se valdrá de la experiencia de otros compañeros más avezados para desempeñar bien su labor, como los padres primerizos también se beneficiará de la experiencia de otros padres. Y no negaré que los maestros harán bien en conocer algunas técnicas en enseñanza diferente de la clase magistral, pero la mayor parte de los contenidos académicos pueden enseñarse con la palabra y la ayuda visual de una pizarra. Y usar una pizarra lo sabe hacer cualquiera, aunque unos, como pasa con todo, lo harán con más provecho que otros. ¿Y explicarse bien verbalmente? Lo mismo. Algunas personas se explican muy bien y otras sólo regular. Pero la práctica y el entrenamiento también son un grado. La mujer de Einstein comentaba un tanto jocosa que su marido no necesitaba el complicado instrumental astronómico para detectar estrellas que utilizaban de común muchos físicos; a su marido le bastaban papel y lápiz. Y digo todo esto, Libertad, con algún conocimiento de causa. He dado clases a personas de muy diferentes edades, desde críos de 7 años hasta adultos de 60. Y tengo el curso de Formador Ocupacional (de varios meses de duración, donde conocí y practiqué muchas técnicas pedagógicas “activas y participativas”), el C.A.P., y un rosario de otros cursillos que yo juzgo inútiles en su mayor parte, cuando no una soberana tomadura de pelo. Soy psicólogo, y estudié durante un tiempo la oposición de psicopedagogía, donde me bombardearon con el espíritu pedagógico de la logse, que nunca me convenció. Pues bien, lo que yo puedo decir (con otros muchos profesores experimentados de aquí) es que lo que le ocurrió a Beatriz es total y absolutamente incontrolable. Da igual que tengas el C.A.P, la carrera de psicólogo y 100 cursos más sobre cómo resolver o prevenir conflictos en el aula. Beatriz no pudo controlarlo, usted no podría controlarlo y yo no podría controlarlo. Y, me temo, ningún avezado profesor de Deseducativos o de los muy vocacionales “No es Verdad” hubiera podido controlarlo. De hecho, a mí una vez un alumno adolescente me llamó gilipollas. Lo expulsé sin contemplaciones, pero el mal ya estaba hecho. Eso, Libertad, es incontrolable. No hay comportamiento docente “mágico” que pueda prevenir tales cosas. Hombre, si Beatriz hubiese tenido (¡o yo!) el aspecto de Mike Tyson, le aseguro que el alumno se habría guardado muy mucho de soltar ninguna imbecilidad. Pero Beatriz no tiene ese aspecto.

    Entre usted en cualquier foro. ¿Cómo se considera usted como conversador? Podrá usted expresarse con corrección y buenos modos, podrá usted tratar a su contertulio con todo el respeto del mundo. Podría usted, incluso, ser un excelente diplomático de carrera y conocer las más afinadas artes comunicativas. Da igual, usted no podrá evitar que, de cuando en cuando, surja un energúmeno que pueda llegar a insultarlo. A esos energúmenos hoy se les llama “trol” en el ámbito informático. El nombre da igual. Energúmenos ha habido siempre, y se caracterizan, precisamente, por ser incontrolables. Y nadie en su sano juicio puede dudar de que el alumno que atacó así a Beatriz sea un energúmeno.

    ¿Por qué los maestros y profesores dan hoy tan mala instrucción a los alumnos? ¿Por qué éstos tienen un rendimiento académico tan bajo? ¿Son tan incompetentes todos o tantos como cabría temer? Pues fíjese usted, Libertad, con datos de la OCDE en la mano: el 89% de los profesores participa en “acciones de formación” y otra buena porción (55%) demanda más formación, entre otras cosas para responder a las necesidades específicas de un tipo de alumnado. Y mientras en Europa sólo un 35% de profesores están licenciados, en España lo está el 90%. ¿De verdad es creíble o razonable la suposición o acusación de que el profesorado español está tan mal preparado o es incompetente y de ahí el fracaso en la enseñanza? No veo yo que los datos avalen tal cosa. ¿Dónde reside el problema? Pues vera, resulta que “los maestros nacionales tienen que emplear el 16% de su horario laboral en mantener el orden en clase”. Estamos por encima de la media europea (13%). “Los chavales no callan en clase y los profesores pierden mucho tiempo a diario en controlar la disciplina.” ¿Y por qué no se callan? ¿Por incompetencia del profesorado? Si es así, estoy dispuesto a escuchar a cualquier adepto a la pedagogía cuál sería la manera concreta de comportarse el docente para evitar las continuas interrupciones de los alumnos. Pero pido acciones concretas eficaces, no vaguedades del tipo “ganarse la autoridad”. Desearía que alguien me dijese en qué ha de consistir el comportamiento del docente para evitar esas continuas alteraciones del necesario silencio para poder explicar bien la lección.

    No nos engañemos. Si hoy es difícil instruir y enseñar es porque hay una cantidad demasiado grande de niños y jóvenes que no han recibido buena educación en sus casas. Tan sencillo como esto: viven asilvestrados. Principalmente esto. ¿Y por qué no han recibido la educación mínima? A poco que preguntemos en la calle, la respuesta de los padres, de muchos padres, es ésta: “Hoy es muy difícil educar a un niño”. ¡Inaudito! Inaudito, sí, porque otrora los padres tenían que criar y educar a 5, 6 ó 7 críos, cuando hoy no suele haber más 1 ó 1,5 por hogar. ¡Pues si usted no puede con un crío o uno y medio, vamos dados! Se alegará falta de tiempo para estar con los hijos, mal influjo de la televisión, valores nocivos en el ambiente, etc. Pero no, eso son excusas de mal pagador. Si hoy es tan “difícil” educar es porque los padres (una mayoría) se niegan en redondo a ejercer una autoridad clara ante sus hijos, porque se empeñan en ser amigos de sus hijos, porque les consienten casi todo, porque no soportan una rabieta del retoño, porque los malcrían con mil sobornos y mil regalos, porque permiten que casi siempre se salgan con la suya, porque no les enseñan a respetar ni a sus iguales ni a sus adultos, porque no les afean los tacos, ni los insultos, porque no los disciplinan en nada, porque los hiperprotegen, porque les ocultan la realidad… ¿Soy yo quien únicamente afirma estas cosas? No. Puedo asegurar que son muchos los profesionales (psicólogos, jueces de renombre…) que denuncian este estado de “laissez faire” reinante en muchos hogares (y ojo, también en demasiadas aulas). Y es que educar no es tarea difícil sino imposible cuando una ideología permisiva e igualitarista recusa la autoridad del adulto frente al niño: esto desbarata cualquier intento de educar a un niño. Y, por supuesto, de instruirlo. Cuando un crío de 8, 10 ó 12 años llega al aula con un título de pequeño déspota debajo del brazo, la tarea del maestro (o el profesor) difícilmente será la de enseñarle nada, académicamente hablando. Tendrá que dedicarse, desde luego, a tratar de civilizar mínimamente al crío. Y esta lamentable inversión o trastorno de papeles alcanza a la ESO y el bachillerato y la universidad. Increíblemente, una cantidad enorme de padres delegan en los maestros y profesores la educación de los niños. En el telediario se habló, según alguna encuesta, de más de un 30% de padres que delegan. Esto no es de creer, pero es así. No acertaré a expresar justamente mi asombro ante semejante disparate, ante semejante negligencia y dejación de responsabilidades. Pero señores padres que tal cosa hacen y piensan: ¿Ustedes para qué están? ¿Únicamente para “hacer” al vástago, darle cama y comida? Esto es sencillamente de locos.

    Lo que le pasó a Beatriz, señor Libertad, créame, no es ni nuevo ni excepcional. Es, por desgracia, el resultado de una ideología nefasta que lo confunde y tergiversa todo. De una ideología que ha renegado del sentido común, convirtiendo la educación y la instrucción en tareas poco menos que imposibles. Yo no soy docente. No tengo intereses económicos o laborales en toda esta discusión. Y no crea que yo exonero por sistema a los profesores y cargo las culpas al colectivo de padres. No. Bien sé yo que hay docentes poco decentes, encastillados tras sus nóminas y su pereza institucional. Y me parece terriblemente lamentable que durante largas décadas la mayor parte de maestros y profesores no haya movido ni un dedo para evitar un desastre anunciado por lo bajini y por lo alto. Que no haya hecho nada sino quejarse y lamentarse de unas leyes que les han ido comiendo el terreno poco a poco o mucho a mucho, que les ha robado la profesión, que les han negado la autoridad dentro y fuera del aula, que les ha hecho casi imposible la tarea de enseñar a sus alumnos, que los ha dejado sin voz ni voto ante la misma Administración, que los ha mandado callar ante la presencia de intrusos y de advenedizos pedagogos de la farfolla.

    Yo ya sé que usted no está de acuerdo con este diagnóstico, Libertad. Pero conste que yo, aunque afín a Deseducativos, no salvo ni exonero a ningún colectivo implicado en la educación e instrucción de nuestros jóvenes. Así, diré que los psicólogos, mis colegas, tienen su gran parte de culpa, por difundir falacias (poco importa ya si son bienintencionadas) sobre las relaciones entre padres e hijos. Por hacer creer a buena parte de la población que padres e hijos debían desarrollar relaciones igualitaristas, que los críos se traumatizan si se les niega sus deseos y caprichos, que se frustran terriblemente, que es necesario que los críos hagan sus deberes motivados… Todas esas cosas han ido calando en una sociedad que quería alejarse, muy comprensiblemente, de las jerarquías despóticas, pero que, en su torpe y desarbolada huida, ha acabado por irse al garete al son de un igualitarismo que sabotea y trastorna la labor de todos los que tiene la inexcusable e indelegable obligación de educar (padres sobre todo) y de instruir (maestros y profesores).

    Saludos.

    • Libertad
      21 enero 2010 a 10:54 #

      Señor Raus, acabo ahora mismo de leer su larga respuesta y estoy reconfortado. Usted es el único que me ha invitado expresamente a explicarme y se lo agradezco. Hacia las tres cuartas partes del texto estaba de acuerdo con su discurso al 90 por ciento. Entonces me entero de que su profesión no es la de docente. Pues bueno.
      Sinceramente, no busco ser un gamberro que sea la voz disonante en el coro de autocomplacencias. Me he sentido tratado con respeto en su respuesta. El recurso al insulto debe tener que ver con el trato habitual con los «Monstruitos».

  77. 23 enero 2010 a 10:24 #

    Libertad, lo que necesitamos los españoles (por extensión, la humanidad) es entendernos unos a otros, no meramente «tolerarnos», soportarnos. Es decir, necesitamos compartir un conjunto mínimo de criterios para aplicar al ámbito de la educación y la enseñanza (y lo demás). De lo contrario, siempre tendremos que estar invocando la tolerancia como forma de evitar el conflicto y la confrontación permanentes. Los psicólogos y pedagogos que tanto insisten en el valor de la tolerancia y en la apología de la diversidad son, irónicamente, quienes menos toleran que otros nos salgamos de su discurso y aspiremos a la unidad y el entendimiento. La diversidad, más allá de aspectos puramente folclóricos como el vestir o el bailar, no facilitan la convivencia. Pasarse el día teniendo que tolerar al otro es un ejercicio agotador. Más allá de la proteica opinión, necesitamos regirnos por la razón y el sentido común. Que esto les suene a muchos a añoranza de nuestro pasado político pre-democrático, es un grave problema, porque no es así.

    Podemos hablar cuanto se desee de la preparación que necesitan maestros o profesores para ejercer bien su profesión. Hablemos cuanto sea pertinente. Es saludable y necesario. Bien, pero usted, Libertad, debe comprender que el brutal ataque que recibió Beatriz es intolerable, propio de un energúmeno malcriado y merecedor de grave sanción. Y debe comprender que todos quienes damos o hemos dado clase a chavales nos hemos sentido ofendidos y escandalizados por las palabras que usted dijo sobre Beatriz. De verdad, debe comprenderlo. Y se lo digo, como ve, con la moderación que, a mi entender, precisamos los españoles para poder llegar a entendernos de verdad. Porque todos los profesores que aquí leen o escriben y yo mismo le necesitamos a usted de nuestra parte. A usted y a todos los demás padres más o menos en conflicto con el profesorado. Necesitamos entendernos, no tolerarnos.

    Lo cortés, dicen, no quita lo valiente. Por eso yo le pido que reconsidere su opinión sobre el lamentable episodio de Beatriz y el alumno macarra. Si está en su mano cambiar de opinión (como debería estar en la de todos), será cosa que yo al menos le agradeceré de verás.

    Saludos a todos.

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